“Leo en el “Diario “ de Samuel Pepys, miembro del Parlamento, Londres 1665:
8 de agosto de 1665:
”Trabajé un poco en mi oficina y luego a casa del Duque de Albemarle, por ciertos negocios. Las calles, vacías durante todo el trayecto, ahora hasta en Londres, lo que constituye un penoso cuadro.
10 de agosto:
A la oficina, donde nos quedamos toda la mañana, impresionadísimos por la forma en que aumenta el boletín de mortalidad: más de tres mil defunciones esta semana.
12 de agosto :
En adelante, la oficina no estará abierta más que el jueves, de modo que permanecí en casa toda.la mañana, poniendo mis documentos en orden. El Lord Mayor ordena al pueblo que no salga después de las nueve, a fin de que los enfermos puedan ir a tomar aire. Se produjo un deceso en Deptford, a bordo de uno de nuestros navíos, el Providence, que acababa de equiparse para zarpar. El acontecimiento nos inquieta mucho.
16 de agosto:
A la oficina, para escribir cartas. Luego estuve en la Bolsa, donde no concurría últimamente. Señor, ¡ qué triste escena la de las calles vacías y la Bolsa casi desierta! Toda casa cerrada parece sospechosa, siempre se recela que sea a causa de la epidemia. De cada tres negocios, hay dos cerrados, si no más.
28 de agosto:
No iba a la ciudad desde hace algunos días. En la Bolsa conté apenas cincuenta personas. En consecuencia, pienso decir adiós a las calles londinenses.
30 agosto :
Me levanté temprano, salí y encontré a Hadly, nuestro empleado. Me dijo que la epidemia aumenta aceleradamente, sobre todo en nuestra parroquia. “Han muerto nueve personas, pero no he inscrito más que seis”. Muy mal proceder, a mi juicio. Esto me induce a creer que lo mismo ocurre en todas partes y que la epidemia, así pues, es más grave de lo que se calcula. Los transeúntes son tan raros que uno cree habitar una ciudad abandonada.
(Imágenes — 1- Londres : Albert Goodwin/ 2- Londres: Giuseppe de Nitis)