“El amor es una dolencia rebelde, cuya medicina está en sí misma —decía el poeta cordobés Ibn Hazm en el siglo Xll—, si sabemos tratarla; pero es una dolencia deliciosa y un mal apetecible, al extremo de que quien se ve libre de él reniega de su salud y el que lo padece no quiere sanar. Torna bello a ojos del hombre aquello que antes aborrecía, y le allana lo que antes le parecía difícil hasta el punto de trastornar el carácter innato y la naturaleza congénita.”
(Imagen —Lin Decaí)