El arte nuevo comenzará realmente — decía Sonia Delaunay — cuando comprendamos que el color tiene una existencia propia, que las infinitas combinaciones de colores tienen una poesía y un lenguaje poético mucho más expresivo que todo lo anterior.
Escribo a mano y hago muchas, muchas correcciones. Diría que tacho más de lo que escribo. Tengo que buscar cada palabra cuando hablo, y experimento la misma dificultad cuando escribo. Después hago una cantidad de adiciones, interpolaciones, con una caligrafía diminuta.
Me gustaría trabajar todos los días. Pero a la mañana invento todo tipo de excusas para no trabajar: tengo que salir, hacer alguna compra, comprar los periódicos. Por lo general, me las arreglo para desperdiciar la mañana, así que termino escribiendo de tarde. Soy un escritor diurno, pero como desperdicio la mañana, me he convertido en un escritor vespertino. Podría escribir de noche, pero cuando lo hago no duermo. Así que trato de evitarlo
Siempre tengo una cantidad de proyectos. Tengo una lista de alrededor de veinte libros que me gustaría escribir, pero después llega el momento de decidir que voy a escribir ese libro.
Cuando escribo un libro que es pura invención, siento un anhelo de escribir de un modo que trate directamente la vida cotidiana, mis actividades e ideas. En ese momento, el libro que me gustaría escribir no es el que estoy escribiendo. Por otra parte, cuando estoy escribiendo algo muy autobiográfico, ligado a las particularidades de la vida cotidiana, mi deseo va en dirección opuesta. El libro se convierte en uno de invención, sin relación aparente conmigo mismo y, tal vez por esa misma razón, más sincero.
No, no es un mero entretenimiento. Este blog, que tiene ya más de quince años, me permite llevar a la práctica una cosa en la que creo firmemente: la divulgación de las artes, de la literatura, del pensamiento. A la vez me permite ser de alguna forma mi propio editor. No me dedico tanto a comentar los sucesos recientes del mundo intelectual, digamos las últimas noticias o publicaciones, como, en cambio, a aportar reflexiones e intentar que revivan autores de distintas épocas, o también simplemente presentar citas o expresiones que me parecen de interés y que pueden enriquecer algo a los posibles lectores. La divulgación del arte y del humanismo en general siempre es un tema que me ha interesado. La creo necesaria. Lo he hecho en libros, a través de entrevistas, a través de artículos, ahora lo hago a través del blog. Dejar hablar a los demás es mucho más aleccionador que hablar uno mismo. Y ahora todo eso lo hago utilizando esta nueva herramienta que me brinda un mundo globalizado y que me llena, naturalmente, de sorpresas. Un espacio intelectual, artístico y literario como el mío, que parecería no tener mucho eco, y que de repente es leído por mucha gente y de modo casi instantáneo en Corea, en Birmania, en Turquía o en Pakistán, aparte, naturalmente, de Europa, Sudamérica y Estados Unidos, que son los que reúnen la mayor cantidad de las visitas que acuden. Según lo que aparece oficialmente en la página, se acercan a los dos millones de visitas. Gracias a todos.
Entro y cierro la ventana. Traen una bujía, me dicen buenas noches Y mi voz contenta da las buenas noches. Ojalá que mi vida sea siempre así: El día de sol o de suave lluvia O de tempestad de fin de mundo, La tarde dulce y las bandas que pasan Contempladas desde la ventana, El último vistazo amigo al árbol sosegado, Y después, cerrada la ventana, la bujía encendida, Sin leer, sin pensar en nada, sin dormir, Sentir correr en mí la vida como un río en su lecho. Afuera un gran silencio como un dios dormido.
Dentro de unos meses publicaré un nuevo libro titulado ESTAMPAS DE UNA DAMA JAPONESA
siempre es una alegría el nacimiento de un libro
Esta es su primera página y su índice:
Después de muchos años de dudas no se ha llegado a confirmar la fecha exacta del nacimiento de Hisae Izumi, una dama japonesa nacida en la ciudad de Ayabe, cerca de Kyoto, en los inicios del siglo XII y que actualmente vive en Madrid.
Célebre profesora y educadora, mujer enormemente versátil, musa de escritores y artistas durante mucho tiempo, gran viajera y autora a su vez de varios libros hoy muy reconocidos, especialmente sus “Memorias” y sus especialísimas y singulares “Cartas” que destacan en todas las Antologías epistolares del mundo (muchas de ellas se conservan en la Biblioteca del Museo Nacional de Kyoto), ha estado dotada desde su niñez con una prodigiosa imaginación y una despierta inteligencia que, unidas a los rasgos de su belleza que se ha hecho legendaria, le confieren una poderosa personalidad.
Ya desde su juventud ha destacado por su poder de crear, algo que le ha acompañado toda su vida.
Hui-tse dijo a Chuang-tse: «Tus enseñanzas no tienen ningún valor práctico». Chuang-tse respondió: «Sólo los que conocen el valor de lo inútil pueden hablar de lo que es útil. La tierra sobre la que marchamos es inmensa, pero esa inmensidad no tiene un valor práctico: lo único que necesitamos para caminar es el espacio que cubren nuestras plantas. Supongamos que alguien perfora el suelo que pisamos, hasta cavar un enorme abismo que llegase hasta
la Fuente Amarilla ¿tendrían alguna utilidad los dos pedazos de suelo sobre los que se apoyan nuestros pies? Hui-
tse repuso: «En efecto, serían inútiles». El maestro concluyó: «Luego, es evidente la utilidad de la inutilidad».
Cada vez que se levanta el telón de un teatro asistimos a la evolución de una historia que no es la nuestra, por eso nos asomamos a ella y levantamos el tabique para ver qué le pasa a los personajes de Shakespeare,de Albee o d e Pinter, sus ropajes, pero sobre todo sus ademanes, reacciones y vicisitudes. Conocemos perfectamente nuestra historia,y a veces su monotonía nos aburre, por eso vamos o a conocer la historia de los otros, que en muchas cosas se parecen a la nuestra, pero nos asombra el color d e las pasiones ajenas, los distintos pliegue de las ambiciones, de los celos o o de la envidia. Necesitamos las historias de los otros para distraernos de la nuestra.
Lo mismo ocurre en las películas y en las novelas. Nos asomamos al tren donde viaja Anna Karenina, nos arrastran los ojos crueles de Betty Davis, nos impulsan los gritos que da Marlon Brando en una escalera de Nueva York. Todo son historias ajenas a la nuestra que al final se hacen nuestra por su fuerza interior.
Pero los creadores de historias—los dramaturgos, guionistas, novelistas y todos los escritores — viven en soledad. Su amiga es la soledad y el silencio, a veces el entusiasmo, a veces la desesperación. Un carpintero no se desespera porque no le salga bien una mesa, un escritor si. Siempre he pensado que están sobrevalorados los escritores. Son traficantes de palabras, arquitectos de mundos, ilusionistas de personajes y escenas, investigadores de la belleza. A pesar de ello los considero sobrevalorados. Hay muchas profesiones superiores a los escritores. Las gentes se quedan más admiradas ante un escritor que ante un ingeniero que ha trazado un puente sobre el océano.
Y sin embargo los creadores de historias — los escritores— son muy necesarios. Son un espejo, un examen de conciencia, un acercamiento a la fascinación de la belleza y un imán para el asombro. Los escritores están llamados a escribir por una fuerza interior que llevan dentro. Se les hace necesario crear historias no por diversión sino por una suerte de necesidad vital por la que son empujados a desbordarse, a ser artesanos del espíritu y de la palabra. Cualquier creador merece un respeto — o al menos yo lo respeto — porque inventa de la nada una acción y un mundo que a otros seres humanos les hace pensar o al menos les distrae en sus vidas. Creadores que intentan mostrar el misterio y la belleza del mundo
. José Julio Perlado
Imágenes- 1- Irving Penn; 2- Steve McCurry/ / Walker Evans
Los meses y los días son viajeros de la eternidad. El año que se va y el que viene también son viajeros. Para que ellos que dejan flotar sus vidas a bordo de los barcos o envejecen conduciendo caballos, todos los días son viaje y su casa misma es viaje. Entre los antiguos, muchos murieron en plena ruta. A mí mismo, desde hace mucho, como jirón de nube arrastrado por el viento, me turbaban pensamientos de vagabundeo. Después de haber recorrido la costa durante el otoño pasado, volví a mi choza a orillas del río y barrí sus telarañas. Allí me sorprendió el término del año; entonces me nacieron las ganas de cruzar el paso de Shirakawa y llegar a Oku cuando la niebla cubre cielo y campos. Todo lo que veía me invitaba al viaje; tan poseído estaba por los dioses que no podía dominar mis pensamientos; los espíritus del camino me hacían señas y no podía fijar mi mente ni ocuparme en nada. Remendé mis pantalones rotos, cambié las cintas a mi sombrero de paja y unté moka quemada en mis piernas
para fortalecerlas. La idea de la luna en la isla de Matsushima llenaba todas mis horas. Cedí mi cabaña y me fui a la casa de Sampu1, para esperar ahí el día de la salida.
Y el monte: cada día Inmóvil como fruto. Y también: no como fruto. Irreducible: ni parte de la delicia (Y por esto discutible) ni distraído. Como el modelo, por su pose. Y por esto, y doblemente, Ser discutido: no fue colocado. Innato, inalterable. Pétrea cabeza de puente tendido Hacia lo nunca sentido antes: Lo tangible. Allá, En su molde curtida, Su silencio silencia: Presencia que no se presenta.
Charles Tomlinson
Imágenes- 1- montaña de Sainte- Victoire/2- Cézanne
los museos están llenos de la historia de los estilos y las gentes acuden a ver cómo ha pintado unas botas o unos girasoles Van Gogh más que a ver unos girasoles y unas botas que ya han visto sobre los campos
Las gentes acuden a los museos a ver cómo ha pintado su vejez Rembrandt más que a contemplar la vejez, que unos presienten y otros ya conocen.
Las gentes acuden a los conciertos a escuchar a Mozart o a Beethoven al que han escuchado muchas veces pero las alegrías de las flautas en Mozart o los solemnes Sanctus de las misas de la coronación en Beethoven les transportan y elevan a otro mundo.
El Aleluya y el Amén interminable ,cadencioso, enlazado, mecido en voces resuena en la hondura de las catedrales y las vidrieras tiemblan ante los timbres apagados o vibrantes. Es el estilo. Siempre es el estilo.
Los cordones de las botas deformadas de Van Gogh , las mejillas caídas de Rembrandt, sus ojos de cansancio que atrás eran irónicos y casi rientes, forman un estilo. Como forma un estilo musical los compases de Mozart con sus cadencias lastimeras o los ímpetus enamoradizos de algunas de sus obras. Las gentes van a escuchar y a contemplar cosas que ya han escuchado y contemplado antes, no van en busca de novedades, van a lo conocido pero que les deja maravillados porque en lo conocido siempre descubren detalles de asombro, pinceladas y rictus y melodías que les dejan extasiados porque esos amarillos de los girasoles nunca así los vieron en el campo, y tampoco las arrugas de la vejez como las ven en un rostro ajado y distinto, como tampoco — o ya no se acuerdan — las exaltaciones por los arrebatos de Beethoven. Los estilos son lo que fascinan y esos estilos formarán la Historia de la música, o del Impresionismo o del Surrealismo. El estilo — tan variado—nunca cansa. Hay donde escoger. Las exposiciones traen y llevan estilos múltiples y en el silencio de los conciertos los estilos de los compases nos acercan a nuestra historia íntima
.José Julio Perlado
Imágenes- 1 y 4 Van an Gogh/ 2- Rembrandt/ – 3- catedral de León
Lento escribir. Avanzo cada día cuatro o cinco líneas. Cada vez me acuerdo más de los pintores y de su trabajo. Cuando ellos pasan y repasan su mezcla de colores muy despacio con el pincel para ir consiguiendo el matiz de una sombra o perfilar o suavizar un tono, comprendo su paciencia reiterada que no decae hasta que poco a poco se va consiguiendo lo que quieren. Vuelven y vuelven otra vez para conseguir el matiz o el claroscuro. O el efecto de luz. Así la escritura. Al menos así me ocurre en este relato. Hay que releer mil veces todo lo anterior, suavizar las fisuras, ir mezclando la historia con la invención propia, con la prosa que luego discurrirá y se elevará – espero – con sencillez. Por eso no se avanza a veces en toda la mañana más que cuatro o cinco líneas. José Julio Perlado
Traducir ,no traicionar, divulgar, compartir, enseñar, mostrar secretos ocultos al universo, es lo que ha ido haciendo Octavio Paz en sus “Versiones y diversiones” Decía en 1973:
He dedicado algunos ensayos a la teoría de la traducción poética y muchos años a su práctica1. Trabajo disperso pero continuo: poco a poco, sin que me diera cuenta, las traducciones hechas al correr de los años se acumularon hasta formar un libro. ¿Este volumen representa mis ideas y mis gustos? Sí y no. Versiones y diversiones, como su nombre lo dice, no es un libro sistemático ni se propone mostrar o enseñar nada. Es el resultado de la pasión y de la casualidad. Por pasión traduje a Pessoa y a Michaux; por casualidad a algunos poetas suecos: Pierre Zekeli me pidió que colaborase con él y yo acepté por amistad y cu riosidad. No me arrepiento: fue la revelación de cuatro islas poéticas. (Ahora, años después, los ingleses las des cubren y Auden traduce a Ekelof.) Un amigo, al leer mis versiones de unos cuantos poemas de Williams, me im pulsó a traducir otros más para hacer un pequeño libro. Cedí -aunque yo hubiera preferido traducir a Wallace Stevens. Otros proyectos abandonados: traducir a Yeats y, entre los románticos, a Holderlin y a Wordsworth. Pero el gran ausente de este libro es Dante, tal vez el mayor poeta de Occidente.
Viví más de seis años en la India y estoy en relación con algunos especialistas en sánscrito y en pali: ¿por qué
intenté traducir con su ayuda algún texto kavya? Hice dos o tres pruebas pero desistí: la tradición kavya está tan lejos de nosotros como el arte helenístico*. Me inte resan más los poetas en lenguas vernáculas -Kabir, Tuka- ram, Chandidas, Vidyapati- y, sobre todo, los textos enigmáticos de poetas como Sáraha y Kanha. En la se gunda vuelta de mi vida, si hay segunda vuelta, quizá me anime a traducir algo de ellos. Y ya que hablo de poesía oriental: algunas versiones del japonés -las que aparecen en el diario de viaje de Basho: Oku no Hosomichi (Bar celona, Barrai Editores, 1970)- fueron hechas con la cola boración de Eikichi Hayashiya; para las otras, que son la mayoría, me serví de transcripciones fonéticas y de las versiones de Arthur Waley, Donald Keene, René Sieffert, G. Renondeau, Kasuya Sakai, Geoffrey Bownas y An thony Thwaite, Harold G. Henderson, Earl Miner, Jac ques Roubaud… En el caso de las traducciones de poe sía china utilicé traducciones interlineares, transcripcio nes fonéticas y, claro, las traducciones de Arthur Waley, Paul Demiéville, G. Margouliés, C. H. Kwoc y Vincent McHugh, Claude Roy, Kenneth Rexroth, Witter Bynner, Ciril Birch, Robert Payne, David Hawkes, etcétera. Me fue particularmente útil The Art of Chinese Poetry de J. Y. Liu. Debo decir lo mismo del libro que ha dedicado Burton Watson a Su Tung-p’o y, por lo que toca a Wang Wei, del ejemplo y los consejos de mi amigo el poeta y crítico Wai-lim Yip. El lector que quiera tener una idea del método empleado puede confrontar mis versiones con las transcripciones fonéticas, seguidas de traducciones li neares, hechas por Wai-lim Yip (Délos, 1969, sistema Wade) y el libro de David Hawkes: A Little Primer of TFu, Oxford, 1967 (sistema pin-yin). La sección dedicada a los poetas chinos contiene algunos textos curiosos, tales como una anticipación taoísta de Rousseau (Yüan Chieh, siglo vin), una advertencia de un alma en pena y el pri mer testimonio (es del siglo xiv y su autor fue un bonzo budista) del encuentro entre rusos y chinos. Pasión y casualidad pero también trabajo de carpin tería, albañilería, relojería, jardinería, electricidad, plo mería -en una palabra: industria verbal. La traducción poética exige el empleo de recursos análogos a los de la creación, sólo que en dirección distinta. Por eso pido que este libro no sea leído ni juzgado como un trabajo de in vestigación o de información literaria. También por eso no he incluido los textos originales»‘: a partir de poemas en otras lenguas quise hacer poemas en la mía.’
Grandes traductores, como entre nosotros Miguel Saenz, especialista en Sebald y Bernhard
José Julio Perlado
Imágenes- 1-Octavio Paz / 2- Monumento. al traductor/3- Migue l Sáenz,
Quizá me preguntéis — decía Baudelaire—: “¿Estás seguro de que esta leyenda es la verdadera?”. Qué importa la realidad situada fuera de mí, si me ayudó a vivir, a sentir que soy y lo que soy.”
La lucha con un texto a veces se encona, parece que no hubiera solución. Una vez Cortázar no podía con un cuento y escribió ‘Diario para un cuento” en donde contaba sus avances y retrocesos, sus dificultades, y aquello formó un cuento redondo, como ni él había esperado. Stravinski aguardaba a que pasara la tarde y volviera la mañana para ver clara su creación musical. Thomas Mann paseaba matutinamente pensando cómo insertar la figura del Diablo en su “Doktor Faustus”. Ítalo Calvino guardaba en cartapacios las historias de “Las ciudades invisibles” para que las madurara el tiempo. El tiempo madura los textos en su bodega. No es conveniente tensarse sobre la mesa de trabajo. Hay que buscar mil caminos distintos por los que entre el aire del distanciamiento, de la perspectiva. Hay que saber esperar. Las historias se crean en la cabeza, se cumplen en la página, y necesitan reposo posterior.
El escritor es un artesano que de vez en cuando ha de alejarse del taller.