
Uno de los placeres privados de la lectura personal (como cuando se escucha música clásica no impuesta sino elegida por uno especialmente para ser oída), es buscar y encontrarse con textos y vivencias muy predilectos, que, además de animar a trabajar ( al menos a mi me ayudan), son, en esos momentos de la lectura, enormemente satisfactorios y casi diría que incomunicables y supongo que ininteligibles para los demás. Eso me ha ocurrido a veces cuando he ido repasando las páginas del proceso creativo de “Al faro” y las anotaciones que Virginia Woolf hacía en 1925 y
1926, mientras escribía su novela, en torno a lo que ella llamaba “ el método de los túneles” o de las galerías subterráneas con respecto a las descripciones de sentimientos y personajes, cosa que ya había logrado en “La señora Dalloway”.Es una satisfacción encontrar todo esto, es decir, volver a descubrir estas cosas. Como digo — gracias a una biblioteca siempre anotada —volver sobre todos estos matices y enseñanzas, es igual para mí que escuchar música clásica escogida, un placer intelectual muy personal donde sumergirme y aprender.
José Julio Perlado
