
El día en que descubrí que mi padre era inmortal estábamos los dos, recuerdo, ( “recuerdo” tengo que decir porque asi me lo enseñaron a evocar) en el despacho, en pie, a media tarde, al lado de la biblioteca. Estaba él con un libro abierto, un libro grande, antiguo, muy leído por él, con las cubiertas azules algo desgastadas de tanta trato y lectura. Yo tenía en ese momento 28 años y él 64 . ” Es el “Eclesiástico” — me dijo —, un libro del Antiguo Testamento, un libro lleno de Sabiduría.” Y me leyó : “ Antes de los siglos, en el principio, Él me creó, y por los siglos no dejaré de existir”.
Y ahora siempre que entro en el despacho —esté o no esté él — veo allí a mi padre, de nuevo de pie, a mi lado, Inmortal.
José Julio Perlado
(Imagen— Turner- elpais)