LLORAR CON LA LECTURA

Yo veo la literatura mía y de los otros como un arte. Así, cuando me enfrento a obras literarias estoy viendo en ellas obras de arte, y bueno, el arte está hecho para emocionar. No sólo para transmitir ideas y hechos, sino que tiene que hacerlo de una forma que de alguna manera emocione. No de ”alguna manera”, de ”todas las maneras”, si no, ese arte no sirrve. Así que yo, cuando me encuentro —- proseguía Monterroso -con una obra de arte bien hecha, me emociono enormemente. No sólo me pasa con la literatura, me pasa — como a todos— con la música, o me pasa — y ya es más raro, pero sucede también, o por lo menos me ha sucedido a mi —, llorar ante un cuadro, en el museo del Prado o en la National Gallery de Londres. La primera vez que vi la “Venus del espejo” de Velázquez, en la National Gallery, no pude menos que llorar de emoción. Así que en literatura, que es un arte también, cuando yo encuentro una página que considero perfecta y que está llenando todo lo que le pido a una página artística, también me emociono muchísimo, al grado de que no se la podría leer a otra persona. Me ha sucedido eso, tratar de leer una página en una clase, y no puedo, sencillamente la emoción me impide seguir adelante. Eso no tiene que ser ridículo, eso le puede suceder a uno en una clase o en un salón donde estás leyendo cosas. A mí me ha sucedido, no puedo seguir y a veces le he tenido que pedir a algún amigo que siga leyendo.

((Imágenes- 1- Ota Janecek 1961/ 2- Augusto Monterroso – diners)

SIRI HUSTVEDT Y NUEVA YORK

Nueva York ha cambiado mucho después del 11 de septiembre. Desde sus orígenes ofrece un nuevo rostro cada cuatro o cinco años – confesaba Siri Hustvedt— .En este momento hay allí muchos más escritores que en todos los Estados Unidos. Yo he estado enamorada de Nueva York mucho antes de conocerla. Había decidido ser escritora y obtener un diploma literario para participar en una vida cultural intensa. En el barrio donde yo vivía había crímenes, tráfico de drogas, violaciones. Pero era un paraíso para mi. Ir en el metro y pasear era una experiencia fascinante. Amo la muchedumbre, amo los colores, descubro sin cesar lugares nuevos. Cada vez que atravieso el puente de Brooklyn noto un sentimiento de excitación: Manhattan es uno de los paisajes urbanos de lo más singulares y fascinantes que yo conozco. De una acera a otra la experiencia puede ser radicalmente diferente. La tolerancia es tan manifiesta que cada habitante puede afirmar su personalidad como quiera reinventarla, libremente. Este barrio donde yo vivo es una parte de mi misma. Hago mis compras siempre en los mismos comercios, conozco a los comerciantes por sus nombres. Y nadie presta atención a mi vida privada. Ahora parece prácticamente imposible escribir una novela situada en Nueva York sin evocar lo que está absolutamente incrustado en la conciencia de la ciudad, como es el 11 de septiembre. Hemos vivido en el miedo. Pero los habitantes de Nueva York .están mucho menos convulsionados que las gentes del interior. La atmósfera sigue siendo liberal, abierta.

( Imágenes— 1– Cristopher Rini / 2- Siri Hustvedt – w magazine)

AUTORRETRATO DE LUCA CAMBIASO

Tardé bastantes semanas en volver al Museo y sin embargo me acuerdo que me persiguió durante todo aquel tiempo una imagen muy concreta y deseada: quería contemplar un cruce de miradas, la mirada de un hijo hacia su padre separada por un espejo casi invisible. Al otro lado de ese espejo que apenas se percibe, su padre, muerto, miraba de algún modo el devenir de su vida y a la vez, con ojos vivos, dejaba trabajar a su hijo, que le estaba pintando. Los dos eran pintores. Una familia de pintores. Un fenómeno extraño. Un retrato insólito. Por eso una mañana me decidí a ir hasta el Museo para contemplar el ”Autorretrato de Luca Cambiaso”, el cuadro de un pintor italiano del siglo XVl, un cuadro que durante años había estado en los Uffici y que ahora — sin duda por el valor, misterio y relación de aquellas dos miradas más que por su calidad pictórica, que no era grande — se encontraba allí, en el museo madrileño cercano al Botánico. El guía aquella mañana nos fue informando a quienes le escuchábamos de los no muy numerosos datos que se poseían de la vida del artista. Cambiaso había sido un pintor y dibujante italiano del periodo renacentista español, se llamaba Luca Cambiaso, había nacido en Monegli en 1527 y fallecido en septiembre de 1585 en San Lorenzo del Escorial, cerca de Madrid.  Se le conocía también, y así lo iba señalando el guía, como » Luccheto de Genova » y era hijo del pintor Giovanni Cambiaso, que había sido su primer maestro y que ahora aparecía también allí, representado en aquel cuadro. A la edad de 15 años había colaborado con su padre en pintar algunos temas en la fachada de una casa en Génova y desde muy joven había tenido la habilidad de poder pintar indistintamente con ambas manos. En este cuadro pinta con la mano izquierda. ¿Pero qué pinta? ¿ Se pinta a sí mismo evocando a su padre? ¿O su propósito esencialmente es pintar a su padre? Su padre, Giovanni, a pesar de haber ejercido un importante papel en la introducción del Renacimiento en Génova a principios del siglo XVl, había muerto, con más de ochenta y tres años, envuelto en el olvido, y como señalaba uno de sus biógrafos ”el paso del tiempo y la incuria de los hombres habían borrado todo rastro de su muerte”. Entonces, ¿ quería Luca, su hijo, ahora, de algún modo, resucitarlo — restaurar su vida— con aquel cuadro? ¿Y qué .quería resucitar? ¿ las facciones, las palabras, los recuerdos? ¿Aquel espejo casi invisible que separaba a los dos era el paso del tiempo? Todas aquellas preguntas me las hacía yo alejándome conscientemente cada vez más del guía y de su voz que no me interesaban demasiado, alejándome por tanto del grupo, y acercándome en cambio yo solo a la mirada de Luca Cambiaso.que era la que me interesaba. Me venían a la memoria las frases de un filósofo: ”el rostro habla. Habla en la medida en que es él el que hace posible y comienza todo discurso.” ¿Y de qué me hablaban esos dos rostros casi frente a frente? Luca Cambiaso había repetido aquel autorretrato dos veces, lo que delataba la importancia de su motivo. El pincel de Luca se acercaba casi sin tocarla a la boca de su padre quizás para que le hablara más. Pero el padre hablaba con su vida, no con sus labios. El pintor, el espejo y el cuadro formaban, pues, la extensión del lienzo. Pero cuando yo, por ejemplo, muchas veces en el cuarto de baño descubría en el cristal del espejo la imagen de mi padre tras la mía, es decir, algunos rasgos de mi padre que yo había heredado, había siempre como un espejo de tiempo entre los dos, aunque, como yo no era pintor, nunca me atreví a hacerle un retrato.

José Julio Perlado

(del libro ”La mirada”) (relato inédito)

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(Imágenes—1– “Autorretrato de Luca Cambiaso”/ 2- botánico de madrid)


ENSEÑAR EL TALENTO

Mi escuela Holden—- explicaba el escritor italiano Alessndro Barico — no es exactamente una escuela de escritura, tampoco una escuela de narración, que no es lo mismo. Más que una escuela, lo que yo imparto es que les doy a los alumnos, como sucede en los países anglosajones, distintos cursos. Recibo jóvenes que sueñan con el oficio de ser narradores, sea en el periodismo, en el cine, en el teatro, en la web, en la publicidad o en cualquier otra cosa, y también, naturalmente, que desean escribir novelas. Se les forma entonces durante dos años para enseñarles a ser narradores. Pero uno no se plantea en ningún momento : ¿puede enseñarse a escribir? Nosotros los iniciamos en diferentes técnicas indispensables para contar historias. Pero no solamente enseñamos técnicas. Se les ayuda a descubrir por sí mismos; a descubrir si tienen o no talento. Realmente es cierto que no se puede enseñar el talento, pero sí se les puede enseñar otras cosas: por ejemplo, la determinación, la capacidad de identificar los problemas, de afrontar la verdad. Es un proceso que transcurre por la puesta al día de las capacidades que ellos poseen y de las que no son muchas veces conscientes y por tanto no las utilizan. Es para esto para lo que se crean muchas actividades. Si alguno un día quiere ser Proust y no va al cine, se le proporciona estudiar el cine francés, el americano, y, por el contrario, si uno quiere hacer cine, se le insiste en estudiar a Proust o a Flaubert; en resumen, de les abre y amplía el espíritu. Se da mucha importancia al grupo, a estar rodeado de gentes que tienen los mismos sueños y las mismas pasiones. Esto es una dinámica que les permite adquirir una cierta confianza en ellos mismos. Una de las primeras cosas que hacemos cuando llegan es enviarles a caminar dos o tres diss a la montaña acompañados de algunos de nuestros profesores. Ellos aún no se conocen y así adquieren un perfecto conocimiento.

(Imágenes— 1– Alessandro Barico/ 2- Maria Gato- Virginia milles- gallerie)

EL NACIMIENTO DE UN PERSONAJE

A mí los personajes heroicos en el sentido romántico, en el sentido tradicional del término — decía Tabucchi en 2009 – me dan un poco de miedo. Para ser un verdadero héroe hace falta ser inconsciente y sobre todo no tener miedo. Y yo tengo miedo de las gentes que no tienen miedo. Prefiero las gentes que tienen miedo. El miedo es una forma de sabiduría, el miedo es humano. Cuando creo un personaje yo no conozco verdaderamente su historia, doy indicaciones, pistas. Porque yo también querría saber de dónde han venido esos personajes, cómo han llegado hasta allí, y es todo muy extraño. Porque, como en cualquier otra cosa, una criatura fantasmagórica surge en vuestra consciencia y poco a poco adquiere un comportamiento, un rostro, una voz que comienza a solicitaros. En realidad uno se siente un poco culpable con sus personajes. Se les da la vida, salen de sus limbos, y frecuentemente existen, y después uno los encierra en una caja, les obliga a vivir eternamente en la historia que nosotros hemos inventado. Contarle al lector cómo ha nacido un personaje es en cierto modo como hacerle un regalo; es decirle: bueno, aquí está, yo os lo entrego, haced lo que queráis con él, podéis imaginar con él otra historia.

(Imágenes— 1- Tabucchi – Wikipedia/ 2- fotos 1930)

EMPOBRECIMIENTO DEL LENGUAJE Y DE LA MENTE

Viviendo en un pequeño pueblo, como yo vivo parte del año — recordaba Miguel Delibes en 1972— me doy cuenta de este fenómeno del empobrecimiento del lenguaje más que en ninguna otra parte. Entre las varias generaciones que en él hay, la que tiene un idioma más rico, más preciso, más flexible, es la generación vieja, que sabe cómo se llama cada árbol, cada planta, cada utensilio, cada cosa. La generación media ya ha perdido parte de ese vocabulario. Y la generación joven no quiere saber nada de ello, entre otras cosas porque tal utensilio ha dejado de serlo, ya no se usa. Todo el lenguaje relativo, por ejemplo, a la trilla y a la era ha desaparecido con las cosechadoras. Pero lo terrible es que no sólo desaparece este lenguaje rural porque han cesado las labores que lo originaron, sino que desaparece también el vivo lenguaje de los pueblos como entidades pequeñas enclavadas en nuestra geografía, por la sencilla razón de que los jóvenes de los pueblos ven la televisión, pasan los sábados y los domingos en la capital, en las discotecas, etc. Así que acaban hablando de una manera muy semejante a la de los muchachos de nuestras ciudades, tienen los mismos tics, las mismas frases hechas… Esto supone un empobrecimiento del idioma. La misma estrechez de las palabras y de las ideas trae consigo un estrechamiento de la mente. Porque esa realidad que en el campo la interpretan hoy estos hombres como el señorito de la ciudad: con cuatro palabras se dice todo y antes había una distancia enorme entre un individuo urbano y otro del campo, aunque les separaran nada más que quince kilómetros. El idioma era completamente distinto.

( Imágenes— 1- Alberrt Lorieux/ 2- camille pisarro 1877

BAZAR DE BALZAC

Era una casa singular — escribe Balzac en ”Croquis et fantaisies” —, un panorama, una auténtica galería fisionómica, un bazar de figuras, de fortunas y de opiniones: mujeres fascinantes, mujeres cultas, mujeres inocentes, mujeres timoratas, mujeres ricas, mujeres coquetas, autores, actores, oradores, prosistas, poetas, magistrados, abogados, diplomáticos, académicos, agentes de cambio, republicanos, monárquicos, papistas, anarquistas, alarmistas, novelistas, folletinistas, publicistas, periodistas, artistas, todos se ven aquí, están codo con codo, se abandonan, se maltratan …

(Imágenes—1- Margaret Bourke- white/ 2-foto de Andrew Henderson – the new York Times)

LA LÁMPARA DE ALADINO

Había salido yo muy temprano encima de la alfombra de las páginas entreabiertas de Las Mil y una Noches que mi padre guardaba en su despacho y cuando se me pregunta qué libro me influyó para llegar a ser escritor siempre me veo de pie aquella mañana sobre aquella alfombra que me sostenía por encima de todos los tejados, yo creo que aquello era Madrid, o quizá Bagdad, no lo sé, yo veía perfectamente desde arriba a la gente con sus largas barbas blancas y turbantes y motocicletas en medio de la enorme polvareda y también los autobuses de dos pisos, las vacas y los camellos, todos mezclados, por eso digo que podía ser Madrid o quizá Bagdad, no lo sé, tampoco importa mucho, las gentes están acostumbradas a ver cómo pasan las alfombras voladoras por encima de sus casas, bajan impasibles al metro, pagan sus impuestos sobre la renta, los abuelos vigilan a sus nietos en los parques, algunas mujeres echan azafrán en la sartén, pican muy finas cortezas de pepino, agitan un poco la sartén en el aire para que todo se espolvoree y después echan la carne, un trozo de carne roja que crepita y brilla en el aceite, le dan una vuelta, después otra vuelta, esperan, otras mujeres en cambio llevan tiempo jugando nerviosas con su lápiz marrón entre los dedos porque el Consejo de Administración que presiden no marcha a la velocidad que exige El Fondo Monetario Internacional, los consejeros parecen entumecidos y dormidos, no hay unanimidad, vacilan, la prima de riesgo se dispara, el lápiz de la Presidenta cada vez está más nervioso, por eso digo que aquello, visto desde arriba, desde la alfombra, bien podía ser Madrid o Bagdad, o quizá también Bruselas o Luxemburgo, aunque a la gente lo que le interesa de mí, está claro, es cómo era la alfombra en donde yo viajaba, buscan siempre un titular, ”Entonces, me preguntan, ¿la alfombra en la que usted viajaba, cómo era?”, Pues era una alfombre sencilla, breve, ligera, les digo, no era la alfombra de Salomón que ustedes conocen y que, como saben, tenía noventa y siete kilómetros de largo y otros noventa y siete de ancho, tampoco era una alfombra de seda verde con trama dorada como la de Salomón, ni estaba protegida del sol gracias a un dosel de pájaros. Esta era una alfombra sencilla, como las que ustedes pueden tener en sus casas. Cuando la compré en Bisnagar, en la India, por recomendación del príncipe Hussain, el hijo mayor del Sultán, me aseguraron que si me sentaba en ella y deseaba con mis pensamientos ser llevado y colocado en otro sitio, en un abrir y cerrar de ojos, sería llevado allí, fuera ese lugar cercano o distante muchos días de viaje y de difícil acceso. Aquello al principio me entusiasmó y deslumbró. Porque lo que yo quería desde hacía años era ver y conocer de cerca y tocar la lámpara de Aladino, de la que mucho me habían hablado, que no sabía si estaba muy cerca o muy lejos de mí, no sabía dónde se encontraba, por eso me había levantado tan temprano y saliendo de las páginas de las Mil y Una noches había subido a la alfombra para emprender el viaje soñado, pero aquella alfombra que iba debajo de mis pies era muy sencilla, tan sencilla que, aún siendo mágica, lo que estaba haciendo ante mi sorpresa era ir muy despacio, muy despacio, tan despacio que se demoraba en cosas muy normales, por ejemplo, se paró de pronto sobre el parque del castillo de Howard, en Yokshire, en Inglaterra, donde yo no sabía que allí vivían desde hace tiempo las edades del hombre (…)

José Julio Perlado

(del libro ”Relámpagos” )( relato inédito)

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(Imágenes—1- lámpara de Aladino/ 2– castillo de Howard—wikipedia)

CACHIVACHES EN LA CIUDAD

Recorrer la ciudad en busca de cachivaches (o imágenes) — dice María Negroni— constituye, en esencia, una forma de la curiosidad, pero es también una manera de inducir, a partir de huellas o indicios, una suerte de profecía retrospectiva, como la que formularia un detective especializado en lo insoluble. Al menos así me imagino a estos artistas como rufianes melancólicos, sedientos de la repetición ritual de lo mismo, atentos a ese instante de fijación de la pérdida que coincide con la calcificación “kitsch” de lo que muere para vivir, en la colección del artificio.

Si París fue esta avidez en el siglo XlX, Manhattan la reemplazó con el tiempo: muchos artistas fijaron allí la patria de su imaginación. Cornell vagaba por ella sin rumbo a la caza de escombros.”Mi trabajo — dijo en 1967— es consecuencia de mi amor por la ciudad”.

(Imágenes—- Manhattan- Wikipedia)

SUEÑO: LA ILUSIÓN

Sueño

Ella está junto a mí

Me digo que estoy soñando

Pero la presión de su mano contra mi mano me parece demasiado fuerte

Me despierto

Está sin lugar a dudas junto a mi

Loca felicidad

Enciendo

La luz brilla una centésima de segundo y después se apaga

(una bombilla que estalla)

La abrazo

(me despierto: estoy solo)

Georges Perec— La ilusión – diciembre de 1968–“La cámara oscura”)

(Imágenes—casa de UP)

EL CAMINO DE LOS CRÍTICOS

A veces para subir a las montañas de la literatura conviene tomar el camino de los críticos — algunos excelentes; siempre hay que escogerlos, no todos son fáciles, no todos son aceptados e indiscutibles —-, pero algunos, gracias a su precisión, claridad y profundidad, nos pueden iluminar por los vericuetos de la creación publicada, desentrañar los matices y ofrecer una visión eficaz del conjunto. El poema viene antes que el comentario, recordaba Steiner en ”Presencias reales”, y añadía: ”la construcción precede a la deconstrucción”. ”Hay que leer — o escuchar— con atención, sea el poema, la novela o el diálogo dramático, para espigar de la simple palabra o frase la cosecha de la historia y poco a poco se incrementará la sutileza de nuestra percepción.” Eso es lo que hará un buen crítico. Eso es lo que ha hecho, por ejemplo, Amado Alonso en su ”Poesía y estilo de Pablo Neruda”, lo que hizo Dámaso Alonso en su ”Poesía española. Ensayo de métodos y límites estilísticos”, lo que hizo Azorín en ”Al margen de los clásicos”, lo que ha hecho Borges en su ”Biblioteca Personal” ( Prólogos), lo que hizo Luis Cernuda en ”Poesía y literatura”, lo que hizo Francisco García Lorca en ”De Garcilaso a Lorca”, lo que ha hecho Jorge Guillén en ”Lenguaje y poesía”, lo que escribió Ricardo Gullón en ”García Márquez o el olvidado arte de contar”, lo que firmó Juan Ramón Jiménez en ”Españoles de tres mundos”, lo compendiado por José F. Montesinos en su ”Galdós”, lo que analizó Ortega en sus ”Meditaciones del Quijote”, lo que hizo Pedro Salinas sobre ”La poesía de Rubén Darío”.

Podrían darse mas ejemplos y sin duda otros libros muy valiosos que aquí no están citados. La subjetividad siempre está presente.

Pero lo importante es subir a lo alto de las montañas. Para ascender a la cumbre de Cervantes , por ejemplo, hay muchos caminos: la ”Introducción al Quijote’ de E.C.Riley, ”La rara invención ” de Riley,.” Para leer a Cervantes”, de Martín de Riquer.

Buena lectura y buen camino.

José Julio Perlado

(Imágenes—- 1- Caspar David Friederich / 2- Picos de Europa)

EN CIERTOS ESTADOS DE ÁNIMO

En ciertos estados de ánimo casi sobrenaturales —- decía Baudelaire—-, la profundidad de la vida se revela del todo en el espectáculo, por corriente que sea, que tenemos ante los ojos. Se convierte en su símbolo.

(Imágenes— 1– Lowell Nesbitt/ 2- Sandra McCabe- fotoblur)

NO VAYAS A MADRID

No acudas a la villa de Madrid, viajero inexperto — escribe el argentino Roberto Arlt en 1936–. Madrid es la tentación. Te llamará con su manzanilla desde los colmados, donde estrepitosa alegría de hombres y mujeres te harán señales con las antenas de los crustáceos que adornan sus vidrieras; llenará de ensueños tus ojos con la verdosa luz de acuarela de sus faroles. Y terminarás enamorándote de Madrid como si fueras un crío. No vayas a Madrid, que cuando tengas que marcharte los ojos se te llenarán de lágrimas…

(Imagen — wikipedia)

LA IMPORTANCIA DE LA NARIZ

En la provincia de Burgos, por ejemplo, añadió Schill caminando a mi lado por el claustro del museo, en Santa Cruz de la Salceda, en la Ribera del Duero, se ha querido concentrar y recluir esa experiencia olfativa en un llamado “Museo de los Aromas”, ( hoy cerrado, por falta de afluencia de público; se ve que al final no ha interesado eso a mucha gente), pero en esa casa diseñada con diversas estancias se quiso poner a prueba la destreza del visitante en el reconocimiento de los distintos aromas. Ese fue durante años el único museo existente en Europa que trató sobre los aromas en general y sobre el olfato, y allí, y en diversos recipientes, se condensaron los aromas del vino, del café, del aceite, los aromas que sanan, los que enferman, los del recuerdo, los aromas de peligro, y así hasta noventa y dos aromas distintos. Pero cuando yo antes le hablaba de aquella inusual exposición que hubo en el Prado sobre Brueghel el Viejo y a la que yo asistí, he de decirle que no fue la única. Se conoce que el intento de mezclar de algún modo vista y olfato viene ya de lejos. En 1967, por ejemplo, se introdujo un olor a lavanda en una exposición de vestidos en el Salón de la Indumentaria y por otro lado, en el Jorvik Centre de York, se utilizaron olores que ayudaban a reproducir cómo era la vida en las aldeas vikingas, así como en 2001, en el Museo de Historia Natural de Londres, se introdujeron también aromas de tierra pantanosa para intentar interpretar con mayor realismo zonas antiquísimas del mundo. Pero ya le señalé, siguió diciendo Schill, que los museos del aroma en general a mí no me interesan. Me interesa en cambio el aroma libre del campo, los olores esparcidos por el campo, los que trae y lleva el aire de un sitio para otro, y no los que están concentrados. ”Olor a cocido y cuero recién curtido, Salamanca”, recuerdo que leí en uno de los poetas de ustedes, un poeta español del siglo XX, añadió el alemán. Quiere esto decir que de todas las maravillas de Salamanca, de sus fachadas, su serenidad y sus silencios que yo, como usted imagino, conozco bien, lo que quedó en las neuronas de ese poeta fue simplemente el olor a cuero recién curtido y ese olor naturalmente le llegó a través de su nariz. Como también a través de la nariz le llegó, y en su recuerdo se quedó para siempre, el olor a escarcha y a fuego de leña verde que olió en otro lugar de España, en la Navata, un pueblo cercano a Madrid. Por eso la nariz es tan importante, afirmó Schill. La nariz, la boca y las manos son las partes del cuerpo que tienen una mayor representación neuronal. El olor de Salamanca, por ejemplo, recibido allí, en el pasado, por ese poeta, no sé si en su infancia o en su adolescencia, o cualquier otro olor de campo que nosotros podamos aspirar, pasa por los filtros de nuestra nariz, y esos filtros invisibles lo preparan, lo calientan y lo humedecen antes de que esa información entre en el cuerpo y se expanda de modo instantáneo y vertiginoso sobre la atención, la percepción, el aprendizaje e incluso la autobiografía. Porque también alcanza a la autobiografía. Al menos a mi autobiografía personal, la que yo voy trazando casi sin querer al recorrer con Ingrid los caminos de España

Comprobé una vez más al escuchar todo aquello al pequeño alemán de las alpargatas blancas que paseaba conmigo por el claustro, que en muchas cuestiones él poseía un caudal de conocimientos muy superior al mío. Se advertía que había leído y estudiado mucho, no sé si por pasión o por capricho, y sobre todo que había estudiado aspectos de la vida que a mí hasta entonces se me escapaban o no me habían interesado demasiado, y que en cambio para él eran esenciales y en cierto modo daban más riqueza a su existencia. ¿Se puede hacer un mapa de los olores en España?, se preguntó de repente parándose ante mi y mirándome. Pues seguramente sí, se contestó a sí mismo. Yo recuerdo en mis últimos años en Barcelona, a punto de jubilarme de la perfumería Vall, cuando descubrí el informe de un neurólogo y psiquiatra americano, el doctor Alan Hirsch y de su equipo de investigadores, estableciendo las preferencias aromáticas de las principales ciudades de los Estados Unidos. Pues resulta que en lineas generales, según había comprobado Hirsch, las preferencias aromáticas de Nueva York van unidas al café, Los Ángeles al aroma de la lavanda, Chicago a la vainilla, Atlanta al aroma de la cerveza, Houston a los olores de la barbacoa y de la parrillada, Filadelfia a la ropa recién lavada, Dallas al humo en las chimeneas, y Minneapolis al césped recién cortado. Parece que todo esto sean meras cosas curiosas e irrelevantes que no van a ninguna parte y sin embargo no lo son: indican la relación profunda que hay entre la ciudad y el olor, como puede haberla, y de hecho la hay, entre la ciudad, el color y los colores.

José Julio Perlado

(del libro ”La mirada”) ( relato inédito)

TODOS LOS DERECHOS RESERvADOS

((Imágenes— 1- retrato de Sócrates- wikiipedia/ 2- Salamanca%— wikipedia/ 3- Nueva York- wikipedia)

(

COMO TÚ…

“Así es mi vida,

piedra,

como tú; como tú,

piedra pequeña;

como tú,

piedra ligera;

como tú,

canto que ruedas

por las calzadas

y por las veredas;

como tú,

guijarro humilde de las carreteras;

como tú,

que en días de tormenta

te hundes

en el cieno de la tierra

y luego

centelleas bajo los cascos

y bajo las ruedas;

como tú, que no has servido

para ser ni piedra

de una Lonja,

ni piedra de una Audiencia,

ni piedra de un  Palacio.

ni piedra de una Iglesia;

como tú,

piedra aventurera;

como tú. que. tal vez, estás hecha

sólo para una honda,

piedra pequeña

y

ligera…»

León Felipe – «Como tú…» -«Versos y oraciones del caminante»(1920-1929)

(Imágenes :–1- 123rf com/ 2- dreamstine com)

EL TEXTO EN LA BOTELLA

De vez en cuando uno escribe un texto y lo introduce en una botella. No es un texto largo, a veces parece un solo verso, otras un poema, otras un principio de cuento, otras una novela comprimida. Está escrito con fe. ¿ Qué es la fe? Escribir en el vacío, ser uno mismo en el escritorio, en el campo, en la playa, con el lápiz, ante el ordenador. La fe arrastra a la libertad y la libertad va saliendo del interior de donde estaba para estirarse sobre las palabras y las palabras entonces toman la fuerza de la libertad para reírse de ciertas modas, de ciertos críticos, de ciertos comentarios y de todos los silencios que asoman en las rocas mientras la botella pasa delante de ellos mansamente, dando tumbos entre las olas y dejando que el texto vaya siempre viajando sin mojarse, incólume, transparente; el texto puede verse perfectamente a través del cristal cómo viaja horizontal, las palabras van dormidas, vivas, pero dormidas. ¿ Y por qué van dormidas y horizontales? Porque escribí ese texto con el alma ya horizontal, le quité todas las crispaciones y vanidades, todas la ambiciones superfluas, los dimes y diretes de los aplausos y fustraciones, los desdenes inservibles, el encogimiento de hombros, los desprecios. Entonces, con la mano, fui alisando y amansando todo cuanto quería decir, y luego, con las tenacillas de los dedos y con mucho cuidado, tomé distintas piezas del texto y las fui metiendo una a una dentro de la botella. No sé si ustedes habrán hecho esa operación alguna vez. Porque es una operación difícil, hay que meter la pieza de la infancia, la de la memoria, la del recuerdo de los padres, la del colegio, los vaivenes del matrimonio, las equivocaciones, la sinceridad, los hallazgos. Todo eso tiene que estar bien ensamblado y en su sitio, aunque la vida no siempre encaje así, pero el texto, para que quepa entero en la botella y se mantenga erguido como esas miniaturas blancas de los barcos que viven dentro de un cristal, tiene que tener un cuerpo compacto y alado, como ocurre con la existencia.

Entonces lo que hice fue cerrar por completo la botella y arrojarla al mar. El mar se llevó el texto durante muchos meses, a veces creo que durante.años. Creí que nunca más lo volvería a ver. Hasta que un día apareció a mis pies. Abrí la botella que venía de ml avatares distintos, empapada de algas y de espuma. Abrí la botella, el texto estaba intacto. Entonces, al leerlo, es cuando me dije: lo publicaré.

José Julio Perlado

miniaturas de barcos

(Imágenes— 2- Aksell Gallen- Kallela/ 2- Ralph Fleck)