LLORAR CON LA LECTURA

Yo veo la literatura mía y de los otros como un arte. Así, cuando me enfrento a obras literarias estoy viendo en ellas obras de arte, y bueno, el arte está hecho para emocionar. No sólo para transmitir ideas y hechos, sino que tiene que hacerlo de una forma que de alguna manera emocione. No de ”alguna manera”, de ”todas las maneras”, si no, ese arte no sirrve. Así que yo, cuando me encuentro —- proseguía Monterroso -con una obra de arte bien hecha, me emociono enormemente. No sólo me pasa con la literatura, me pasa — como a todos— con la música, o me pasa — y ya es más raro, pero sucede también, o por lo menos me ha sucedido a mi —, llorar ante un cuadro, en el museo del Prado o en la National Gallery de Londres. La primera vez que vi la “Venus del espejo” de Velázquez, en la National Gallery, no pude menos que llorar de emoción. Así que en literatura, que es un arte también, cuando yo encuentro una página que considero perfecta y que está llenando todo lo que le pido a una página artística, también me emociono muchísimo, al grado de que no se la podría leer a otra persona. Me ha sucedido eso, tratar de leer una página en una clase, y no puedo, sencillamente la emoción me impide seguir adelante. Eso no tiene que ser ridículo, eso le puede suceder a uno en una clase o en un salón donde estás leyendo cosas. A mí me ha sucedido, no puedo seguir y a veces le he tenido que pedir a algún amigo que siga leyendo.

((Imágenes- 1- Ota Janecek 1961/ 2- Augusto Monterroso – diners)