El niño de los ojos verdes es un tema recurrente en la historia de la ciencia ficción. Siempre ha atraído a numerosos autores puesto que sigue siendo un misterio. Asimov, cuando seleccionó por encargo los mejores cuentos de Ciencia Ficción y escogió a Harlan Ellison en “No tengo boca y debo gritar” o a Poul Anderson en “Carne compartida”, añadió “El niño de los ojos verdes”, de autor desconocido, que ya había ganado el”Premio Hugo” y antes se había publicado con gran éxito en la revista “Galaxy”.
Pero no todo está en los libros y en las antologías. Úrsula K. Le Guin en la Convención de Ciencia Ficcion y Fantasía “Westercon” en 1984, cuando ella hacía tiempo que había ya publicado “La mano izquierda de la oscuridad”, estando sentada junto a Harlan Ellison en aquella Convención, quiso hablar del niño de los ojos verdes y de cuánto le había impresionado en una de sus visitas a Roma. El niño de los ojos verdes, dijo entonces Úrsula Le Guin, vive y habla actualmente dentro de un espejo y lo hace así ininterrumpidamente desde el siglo XV hasta hoy en el Palacio Doria Pamphilj en el centro de Roma, en Vía del Corso 305. Este Palacio , siguió diciendo Le Guin, fue construido a mediados del siglo XV junto a la iglesia de Santa María in via Lata, inicialmente de propiedad de la familia Della Rovere. En 1601 pasó a la familia Aldobrandini hasta que Olimpia Aldobrandini, ya viuda de Paolo Borghese, lo llevó en dote cuando se casó en 1647 con Camilo Pamphilj, sobrino del papa Inocencio X.
En el segundo brazo de ese Palacio — continuó explicando Le Guin —aparece la Galería de los espejos, que toma su nombre de los grandes espejos que se alternan con ventanas en un lado y con nichos en el otro y que cubren todo su recorrido. Esos espejos, donde en uno de ellos vive el niño de los ojos verdes, eran costosísimos y fueron traídos desde Venecia con grandes dificultades. Pues bien, una mañana, añadió Le Guin, visitando yo la Galería, y contemplando uno de esos espejos, el niño de los ojos verdes me habló. Es un niño de unos once años de edad, rubio,un niño del siglo XV vestido simplemente con una túnica azul; yo diría que es un niño de cristal, pero no lo sé.
—No, yo no creo que sea de cristal —le interrumpió Harlan Ellison que estaba a su lado—. Es un ser vivo. Así me lo has contado.
Pero lo fascinante — prosigió Le Guin— son sus ojos verdes. Unos ojos verdes enormes. Casi carece de nariz y orejas, y todo son ojos. Por lo que yo he estudiado, no con demasiada profundidad, la coloración de ojos verdes es muy poco común, y se caracteriza por tener muy poca melanina y un mayor grado del pigmento llamado “lipocromo”. Es muy frecuente encontrar ojos verdes en Hungría o Islandia y también en zonas procedentes de Afganistán y Pakistán.
Pues bien, allí estaba él. El niño de los ojos verdes me habló: “Úrsula — me dijo mirándome —,soy Niccoló Berardino Sanseverino ,conde de Tricarino, hijo de Julia de Varano, de la familia Varano, e hijo de Guidobaldo ll della Rovere, Vll duque de Urbión. He vivido rodeado de una Corte de 300 personas. He mantenido una pequeña formación musical para entretenerme en mi dormitorio. Me he dedicado con pasión al teatro en Nápoles y en Calabria, he montado varias comedias para el carnaval de Nápoles. He contratado a tres maestros de danza para enseñar el baile a mi mujer. He intentado ser un mecenas para distintos compositores y poetas. He sido dueño de una gran raza de caballos. Me gustan las mascaradas y los ejercicios de equitación. He viajado por Milán y Toscana. He tenido innumerables deudas que casi me han arruinado. He contraído matrimonio con Isabella della Rovere y con ella, a pesar de los disgustos, he tenido a mi único hijo, Francesco Teodoro.
Úrsula, dicen que yo he muerto en Nápoles en 1606, pero no. Estoy aquí.”
Aquellas palabras del niño de los ojos verdes persiguieron a Úrsula Le Guin durante toda su vida. Las dos cosas que más le impresionaron, según ella comentó muchas veces, fueron que el niño la llamara por su nombre sin conocerla ni haberla visto nunca, y, por otro lado, el resumen de toda una vida contada por la vocecita de aquel niño que resumía su existencia como si ya la hubiera vivido y perteneciera al pasado. Naturalmente a Úrsula también le impresionó la alusión o inmersión directa en el siglo XV y la figura del niño encerrada dentro del espejo. Sin duda por ello, muchos años después de aquella visita a Roma, en el programa de ReaderCon, la conferencia anual sobre ciencia ficción de julio de 1994, Úrsula volvió a hablar del niño de los ojos verdes. Hablaba para un selecto grupo de lectores y comentaba el cuento “Las moscas de invierno” de Fritz Leiber cuando de repente empezó a describir de nuevo los grandes ojos verdes del niño porque los estaba viendo en ese momento. Los estaba viendo frente a ella y estaban mirándola fuera del espejo.
José Julio Perlado
(del libro “Relámpagos”) ( relato inédito)
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Imágenes- 1- Úrsula Le Guin en 2009- wikipedia/ 2 Palacio Doria Pampjili- Roma/ 3 sala de los espejos del Palacio Doria/ 4- Úrsula Le Guin y Harlan Ellison en la Convención de fantasía y ciencia ficción “Westercon” 1984/ 5- wikipedia)