
(Imagen—Ambrogio Lorenzetti- siglo XlV)
José Julio Perlado
¡MIS MEJORES DESEOS DE UN FELIZ AÑO 2022 PARA TODOS!
(Imagen— Andrew Wyeth- 1931)
“La luna fue subiendo en el cielo y esas casas no esenciales empezaron a disolverse hasta que lentamente cobré conciencia de la vieja isla donde estaba y que floreció ante la vista de marineros holandeses: el corazón verde y original del nuevo mundo. Sus desaparecidos árboles, los árboles que habían dado paso a la casa de Gatsby, una vez habían consentido, susurrando, el último y mayor de todos los sueños humanos, y por un instante fugaz, encantado, el hombre debió de retener el aliento en presencia de este continente, obligado a una contemplación estética que ni comprendía ni deseaba, cara a cara por última vez en la historia ante algo proporcional a su capacidad de asombro.”
F. Scott Fitzgerald
( Imagen — Ansel Adams- 1934)
(Imágenes—: 1- Rembrandt- autorretrato/ 2- Rembrandt- autorretrato)
( Imágenes— 1- reloj fabricado por tasma en 1806- museo doorzoeck- Nederland/ 2- Fitzherber cosway -1786)
“Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias atractivo
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?
Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.”
Sor Juana Inés de la Cruz
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“ El alma herida y fecundada posee en el fondo de sí misma un instrumento que le permite solidificar el tiempo en eternidad. Es la perla — escribe Paul Claudel.
La perla, fruto del mar y concepción de la duración, no tiene otro valor que el de su belleza y su perfección intrínseca, resultado de su simplicidad, de su pureza y claridad, y el valor del deseo que ella inspira…
La perla es esa sabiduría superior que preferimos a nuestra sustancia…
Mas he aquí que en esta otra perla se percibe una luz que crece, es algo jubiloso, brillante y vivo que llaman oriente, como un corazón que descubre una especie de parcialidad en el amor. Es como un tesoro que se vuelve, como una mejilla que se sonroja, a una mirada, de sensibilidad y de pudor; se ha despertado un punto luminoso, un reflejo rosado al que un verde inefable no siempre le es extraño. Una especie de conciencia virginal, una inocencia abierta a la predilección. Es una ventana que se ha abierto, un alma que trasciende el velo, la lámpara que responde al rayo, el mérito que acoge a la gracia, la pureza que se enlaza con el perdón…
Y no he hablado de las perlas oscuras, de esas gotas de noche líquida y dorada que, ellas también, ¡tienen su oriente y resplandecen! Lo que hace la gloria de los Elegidos en ellas es el presentimiento. ”Soy morena, pero soy bella”, dice el Cantar de los Cantares. Es como una voz que se ha callado; mas la mirada traiciona, allí, al canto…”
(Imágenes—1-Odilon Redon- 1903/ 2- Flotiana Barbu)
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Jesús, el dulce, viene…
Las noches huelen a romero…
¡Oh, qué pureza tiene
la luna en el sendero!
Palacios, catedrales,
tienden la luz de sus cristales
insomnes en la sombra dura y fría…
Mas la celeste melodía
suena fuera…
Celeste primavera
que la nieve, al pasar, blanda, deshace,
y deja atrás eterna calma…
¡Señor del cielo, nace
esta vez en mi alma!
Juan Ramón Jiménez
(Imagen— Boticelli- Virgen con el Niño- national gallery)
No lo miréis por encima: por más frío que haga, no sigáis vuestro camino sin observar cuidadosamente la mano blanca y graciosa y esos ojos azules que son tan claros e infantiles. Es algún pobre mendigo, seguramente.
Su nombre es Vicent Van Gogh.
— ¿Puede usted darme algo por este cuadro, para ayudarme a pagar el alquiler?
—¡Dios mio, amigo, mis negocios van mal también! ¡Me piden Millet baratos! Además, — añade el comerciante— sus cuadros, sabe usted, no son muy alegres. Ahora está de moda el Renacimiento. Bueno, dicen que usted tiene talento y me gustaría ayudarle. Venga, aquí tiene cinco francos.
Y la moneda redonda rueda sobre el mostrador. Van Gogh la toma sin murmurar, da las gracias al comerciante y sale. Recorre penosamente el camino de regreso a la calle Lépic. Cuando ha llegado casi a su alojamiento, una pobre mujer, que acaba de salir de Saint Lazare, sonríe al pintor, esperanzada en su amparo. La hermosa mano blanca sale del abrigo y su moneda de cinco francos pasa a ser propiedad de la desgraciada mujer. Rápidamente, como si se avergonzara de su caridad, huye con su estómago vacío.”
QUIÉN HA ENTRADO EN EL PORTAL DE BELÉN?
¿Quién ha entrado en el portal,
en el portal de Belén?
¿Quién ha entrado por la puerta?
¿quién ha entrado, quién?
La noche, el frío, la escarcha
y la espada de una estrella.
Un varón -vara florida-
y una doncella.
¿Quién ha entrado en el portal
por el techo abierto y roto?
¿Quién ha entrado que así suena
celeste alboroto?
Una escala de oro y música,
sostenidos y bemoles
y ángeles con panderetas
dorremifasoles.
¿Quién ha entrado en el portal,
en el portal de Belén,
no por la puerta y el techo
ni el aire del aire, quién?.
Flor sobre intacto capullo,
rocío sobre la flor.
Nadie sabe cómo vino
mi Niño, mi amor.
Gerardo Diego
(Imagen – Piero della Francesca— mundo hispanico)
Cuando yo vivía en París se podía encontrar a Samuel Beckett sentado en la terraza acristalada de La Coupole, en Montparnasse, enfundado en una amplia bufanda que asomaba en su abrigo gris; callado, solitario, serio, con la mirada puesta en la nada de su papel en blanco esperando a que bajara a él una palabra o un silencio. Cuando yo vivía en París me entretenÍa mentalmente creando un especie de Noticiario a la manera de Dos Passos en ”Manhattan Transfer” dándole vueltas a esa orilla izquierda y a sus personajes en los años pasados: Koestler, por ejemplo, escondido en 1940 en la librería de Syilvia Beach, ”Shakespeare and Company”, enviando su manuscrito de ”El cero y el infinito” a un editor en Londres; Picasso en 1943 pidiendo al fotógrafo Brassaï que tomara fotos de las obras de París; el escultor Alexander Calder en 1945 trabajando en una exposición de móviles; ”La Peste” de Camus llegando a las librerías de París en 1947; Giacometti exponiendo ”El hombre que camina” en 1948; el escritor norteamericano Saul Bellow comenzando en París ”Las aventuras de Augie March” en 1949. Todo un decenio literario de esta orilla izquierda cuyo pulmón en muchos crepúsculos de verano era — y sigue siendo— el jardín de Luxemburgo.
Cuando yo vivía en París iba también alguna noche a cenar a Lipp y luego, a pocos pasos de allí, me sumergía en el cine ”de autor”, un cine enormemente individualista, es decir, la llamada “nouvelle vague”, entonces en auge. Y en la oscuridad de la sala me encontraba con las historias narradas de Truffaut o de Godard, y también con los rostros de Jeanne Moreau o de Jean Paul Belmondo. Eran finales de escapadas vertigjnosas en la pantalla como igualmente había finales pausados y lentísimos de Resnais en ”El año pasado en Marienbad”.
Cuando yo vivía en París me acercaba en plena noche al teatro Odeón continuamente abierto en aquella primavera para oír discutir a los franceses arrojándose palabras de palco a palco y de butaca a butaca en medio de la ”revolución de mayo del 68”, el torbellino que viví.
José Julio Perlado
Imágenes- 1-bulevar Montparnasse- 1925– Eugene Atget/2–Lipp/ 3– La Coupole)
La candela en el campo!… Es tarde de Nochebuena, y un sol opaco y débil clarea apenas en el cielo crudo, sin nubes, todo gris en vez de todo azul, con un indefinible amarillor en el horizonte de Poniente… De pronto, salta un estridente crujido de ramas verdes que empiezan a arder; luego, el humo apretado, blanco como armiño, y la llama, al fin, que limpia el humo y puebla el aire de puras lenguas momentáneas, que parecen lamerlo.
¡Oh la llama en el viento! Espíritus rosados, amarillos, malvas, azules, se pierden no sé donde, taladrando un secreto cielo bajo; ¡y dejan un olor de ascua en el frío! ¡Campo, tibio ahora, de diciembre! ¡Invierno con cariño! ¡Nochebuena de los felices!
Las jaras vecinas se derriten. El paisaje, a través del aire caliente, tiembla y se purifica como si fuese de cristal errante. Y los niños del casero, que no tienen Nacimiento, se vienen alrededor de la candela, pobres y tristes, a calentarse las manos arrecidas, y echan en las brasas bellotas y castañas, que revientan, en un tiro.
Y se alegran luego, y saltan sobre el fuego que ya la noche va enrojeciendo, y cantan:
…Camina, María,
camina José…
Yo les traigo a Platero, y se lo doy, para que jueguen con él.
Juan Ramón Jiménez- “Platero y yo”
(Imagen- Carlo Crivelli)
José Julio Perlado
“ ¿Qué es lo que te ayuda a vivir en los momentos de desconsuelo y de horror? La necesidad de ganar o amasar tu pan, el sueño, el amor, la ropa limpia que te pones, un viejo libro que relees, la sonrisa del sastre polaco de la esquina, el olor de los arándanos maduros y el recuerdo del Partenón — dice Marguerite Yourcenar— Todo lo que era bueno en las horas de deleite sigue siendo exquisito en las horas de desvalimiento. Los que cambian de opinión en la desgracia confiesan con ello que han vivido mal.”
(Imagen —Ferdinando Scianna)
(Imagen- biblioteca del convento- Palacio de Mafra- ( Lisboa curiosus expedition)