A veces el tiempo acerca los trazos de los recuerdos, aquellas pistas que uno creía desaparecidas, los pasos que uno dio. El tiempo trae los rostros que nos miraron, aquellos oídos que nos escucharon en clase, los ojos que leyeron nuestros libros. El tiempo – aquel instante en que vibramos -, el tiempo – aquella escena que vivimos -, el tiempo con su andar precipitado y su lento rimo, el tiempo, siempre el tiempo.
En menos de un mes he recibido tres comentarios que el tiempo trajo y que están depositados en el apartado «sobre el autor» de este blog. Mi Siglo recibe de repente comunicaciones del anterior siglo que uno vivió y en el que escribió y habló y publicó e intentó dejar alguna huella.
Ahora la sombra de esa huella viene en forma de cartas que me envían Javier, Noelia y Avelina. Merece la pena no escribir hoy sobre nadie – sobre ningún poeta, músico ninguno, ningún artista .
Escribir sobre los que me escribieron. Agradecerles su tiempo.
Cómo abrieron un día su tiempo humano para entrar en el mío.
(Imagen.-foto: Ryan McGinley.-Imagery our world)
Gracias profesor, le dejo una pequeña reflexión de una poetisa, Berna Wang, que no se si conocerá, pero que siempre da en el clavo de lo que me gustaría saber expresar a mí:
“Escribo versos igual que anoto las cosas que tengo hacer en la agenda:
para sacármelos de la cabeza
(del corazón)
y poder seguir caminando sin peso”