VIAJE ALREDEDOR DE MI CUARTO

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«He emprendido y llevado a cabo un viaje de cuarenta y dos días alrededor de mi cuarto.(…) El placer que encuentra uno en viajar por su cuarto está al abrigo de la envidia inquieta de los hombres; es independiente de la fortuna.(…) Mi cuarto está situado bajo el grado cuarenta y cinco de latitud, con arreglo a las medidas del padre Beccaria; su orientación es de Levante a Poniente; forma un cuadrilátero alargado que tiene treinta y seis pasos de perímetro siguiendo la rasante del muro. Mi viaje será más largo aún que esta medida, pues con frecuencia atravesaré la habitación a lo largo y a lo ancho o la cruzaré diagonalmente sin sujección a regla ni método. Incluso haré zig-zags y recorreré todas las líneas posibles en geometría si la necesidad lo exigiera. No me gustan las personas que son tan dueñas de sus pasos y de sus ideas, y que dicen: «Hoy haré tres visitas, escribiré cuatro cartas y terminaré este trabajo que he empezado«. No, no hay ninguno más atrayente, a mi modo de ver, que seguir la pista a las ideas, como el cazador persigue la pieza sin seguir un determinado camino. Por eso, cuando viajo por mi cuarto, difícilmente sigo una línea recta; voy desde mi mesa hacia un cuadro colocado en un rincón; desde allí me dirijo oblicuamente para ir a la puerta; pero aunque mi intención al partir sea la de llegar hasta allí, si encuentro mi butaca en el camino, no titubeo entonces y me acomodo en ella inmediatamente».

Así continúa describiendo Xavier de Maistre en 1794 sus reducidos y a la vez imaginativos paseos en «Viaje alrededor de mi cuarto» que ahora lanza en una nueva edición Funambulista. Al releerlos se comprende que haya escapatorias de memoria y de fantasía, de creación cerebral de puertas y salidas en muchos seres humanos privados de libertad. Los ejemplos son múltiples, siempre lamentables, y algunos muy recientes.  Xavier de Maistre nos va mostrando la importancia de salir mentalmente de un cuarto sin abandonarlo, urdiendo cómo abandonarlo, como hizo Bresson en el cine con Un condenado a muerte se ha escapado.bresson-un-condenado-a-muerte-se-ha-escapado-spcfotologsnet

La imaginación, la voluntad de evadirse y de emprender un viaje exterior desde el interior, las astucias para contemplar el cuarto como si fuera el mundo y avanzar sobre ese mundo que aún no vemos como si ya fuera nuestro, son agudos resortes que nos abren el balcón de la libertad. El cuarto es un estrecho sótano o una selva de Colombia.  Aún no tenemos libertad y sin embargo ya la tenemos. Nadie sabe que tenemos libertad porque nos ven encerrados. Viajamos alrededor del encierro y cada paso que damos es libre. Nadie nos quitará ya la libertad.

(Imágenes: Maasten  Kolj.-foto: Miep Jukkema-press.-designacademy.nl/ escena de «Un condenado a muerte se ha escapado» de Robert Bresson)