LA HABITACIÓN

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«Dos personas en una habitación. Habitualmente – confesó Harold Pinter – doy vueltas a esta imagen de dos personas en una habitación. Se levanta el telón y pienso que la situación propone preguntas muy potentes: ¿qué les va a ocurrir a estas dos personas en la habitación? ¿Va a abrirse la puerta? ¿Va a entrar alguien?».

Es el principio del proceso de escritura en la mente de este dramaturgo inglés. Sentados en el patio de butacas esperamos – como el dramaturgo espera – a que se abra una puerta y entre siempre alguien en nuestra vida o en nuestro día, alguien que posiblemente incidirá en cuanto estamos haciendo, quizá haga variar decisivamente nuestra existencia.harol-pinter-4-en-1999-the-new-york-times

«La habitación» – recordó  Harold Clurman en «Teatro contemporáneo» (Troquel) -no está pensada para ser entendida. Está pensada como algo para sentir. En ella ( hablaba de la obra que Pinter escribió en 1957) todo es diversión, tontería y espanto. La diversión resulta del lenguaje usado por la gente ordinaria que se amontona en una habitación miserable en una pensión anónima de un barrio no descrito de Londres. Esta habitación, que debería inspirar claustrofobia ( y neumonía), es una especie de húmedo escondite del horror de las calles. Pinter es un experto en el registro de la inanidad que marca la chismografía del inglés pobre. Su repetitiva monotonía e ineptitud empieza haciéndonos reir y termina provocando escalofríos».

Estos escalofríos – entre risas o sonrisas – se han entrelazado siempre en su obra. Premio Nobel en 2005, el autor de «El cuidador» (1961) acaba de fallecer.

 Pequeño homenaje en Mi Siglo a su memoria.

(Imágenes: Keith Allen y Lindsay Duncan en «La habitación«, de Harold Pinter.-foto :Stephanie Berger for The New York Times/ Harold Pinter en 1999.-The New York Times)