PAPELES ROTOS DE LAS CALLES

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«Estando yo un díaescribe Cervantes en El Quijote – en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero; y como yo soy aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinación tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía…», y así podríamos proseguir desgranando la vocación de lector y de escritor, la auténtica vocación de sumergirse en cuanto está escrito y de escribir cuanto aún no lo está, algo que hacen siempre auténticos escritores y lectores desde su infancia, por encima de condiciones y atmósferas adversas.

Esto lo recoge muy bien Ángel Duarte en su blog remitiéndonos al texto pronunciado hace unos días por Jean- Marie Le Clézio al recibir en Estocolmo el Premio Nobel. Allí se habla de la escritura y la lectura en tiempos difíciles:

 » Dans les années qui ont suivi la guerre, je me souviens d’avoir manqué de tout, et particulièrement de quoi écrire et de quoi lire. Faute de papier et de plume à encre, j’ai dessiné et j’ai écrit mes premiers mots sur l’envers des carnets de rationnement, en me servant d’un crayon de charpentier bleu et rouge. Il m’en est resté un certain goût pour les supports rêches et pour les crayons ordinaires. Faute de livres pour enfants, j’ai lu les dictionnaires de ma grand-mère».

Una vez más, pasados los siglos, los escritores que quieren serlo se las ingenian. Se escribe en el dorso de las cartillas de racionamiento y se utiliza un lápiz de carpintero.  Como no hay otra cosa, se leen los diccionarios de la abuela. Pero se lee. Se escribe y se lee a pesar de las guerras y de las posguerras. «Y como yo soy aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de las calles…», nos sigue diciendo siempre, a lo largo del tiempo, Cervantes.

La historia misma.