
Ahora sé cómo se desvanecen los rostros,
Cómo bajo los párpados anida el terror.
Cómo el dolor traza en las mejillas
rudas páginas cuneiformes.
Cómo unos rizos cenIcientos y negros
se tornan plateados de repente,
la sonrisa se marchita en los labios dóciles
y en una risa seca tiembla el pavor.
Y no sólo por mí rezo,
sino por quienes permanecieron allí conmigo,
en el frío feroz y en el infierno de Julio,
bajo el muro rojo y ciego.
Anna Ajmátova
