SOROLLA Y CLOTILDE

Siempre que acudo al museo Sorolla en Madrid, en la calle Martínez Campos, me deslumbran los blancos.y las cartas: los blancos asombrosos de Sorolla y las cartas de Sorolla a su mujer Clotilde y de ella a él. Son dos enamoramientos del pintor La valentía del trazo, como señalara Gaya Nuño, la fogosidad de la pincelada, la intensidad de los blancos, el estudio concienzudo de la luz, de sus reflejos, de los contrastes de tierra y mar, es una trayectoria estética admirable que va de cuadro en cuadro y de exposición en exposición. Pero hay otra trayectoria interior, una sucesión de luz del corazón que hermana el amor de Sorolla por su mujer y de Clotilde por su marido. Es un latido que no cesa. Hay más de dos mil cartas guardadas en el archivo del Museo Sorolla. Cartas escritas por el pintor desde París o Estados Unidos, en pleno trabajo creador, cumpliendo encargos importantes o inventando temas. Así escribía Joaquín Sorolla a su mujer:


Todo mi cariño está reconcentrado en ti y si bien los hijos son los hijos, tú eres para mí más, mucho más que ellos, por muchas razones que no hay para  que citarlas, eres mi carne, mi vida y mi cerebro.” Sorolla a Clotilde, Valencia, diciembre de 1907.– archivo del museo Sorolla

Y así escribía Clotilde a su marido:

Me gustaría tanto que no se acordasen de mí! He nacido yo tan poco para estos jaleos; ser mujer de un gran artista como es mi Joaquín y estar siempre en el rinconcito metida es muy difícil.” Clotilde a Sorolla, 1908.– archivo del museo Sorolla

Con tres hijos, Clotilde se encargaba de la administración del hogar y de todo el trabajo relacionado con la actividad artística, como la contabilidad y las relaciones institucionales. Era a la vez la musa del pintor y sus retratos aparecen en muy diversos lugares y paisajes.

A la pintura, Clotilde la llamaba su “rival” y decía:

Me alegro estés ya bien de tu pequeña molestia y deseo que mi rival no te obligue a hacer imprudencias que pueden ser en contra de tu salud. Realmente es un rival terrible pues no te expondrías por mí lo que por la dichosa pintura te has expuesto, siendo lo más gracioso que no puedo ni debo quejarme sino desear que mientras vivas no pierdas esa ilusión, que es para ti el todo en este mundo.” Clotilde a Sorolla, Madrid, 27 de noviembre de 1918.– archivo del museo Sorolla.

Blancos fulgurantes en los cuadros y permanentes amores en la intimidad del matrimonio.

José Julio Perlado

(Imágenes- 1- Sorolla/- Madre- 1895/2/ carta de Sorolla desde París a Clotilde en Madrid el 3 de octubre de 1913- museo Sorolla / 2- Sorolla-Clotilde / 3-Sorolla y Clotilde en 1923)

LAS PEQUEÑAS COSAS (2) : EL CANDIL

El garabato del candil ilumina el elogio de la sombra, como dirían los japoneses, y la punta de su llama enciende la habitación del silencio, los rincones de las casas, despeja de oscuridad los hogares. La mano lleva en lo alto su candil que ha desprendido de un clavo, que a su vez estaba prendido de una pared, y yo me imagino a esta dama de otros siglos con su bata bordada avanzando por el cuarto antiguo porque ha oído un pequeño ruido y no sabe bien si es la cola que se esfuma de un diminuto ratón o los pasos del enamorado que se acerca a la ventana. Los Diccionarios señalan que el candil es un utensilio que sirve para alumbrar y está formado por un pequeño recipiente provisto de un gancho para colgarlo y con un pico en el borde por donde asoma la mecha, la cual, por el otro extremo, queda sumergida en el aceite que contiene el recipiente.

Pero yo me sigo imaginando a la dama de otros siglos, observada de lejos por Lope, cómo camina en busca del enamorado, el candil en lo alto de su mano y dejando en sombras el pasado, los muebles y los rencores. El candil ilumina tan sólo una parte de su vida, el sendero de las ilusiones. Los candiles no dan para más. Un autor del siglo XVll lo dijo en un libro de Proverbios morales: “Y jamás candil que se cayó tenía gota de aceite, porque así lo dicen las criadas”.El candil ha atravesado los escenarios de las comedias y enredos. Su llama nos precede y desearíamos saber en qué ha quedado ese encuentro entre el enamorado y la dama de la bata bordada.

José Julio Perlado

(Imágenes- 1- candil de latón/ 2- candil siglo Xl- Museo de Jaén)

RESTOS DE UN NAUFRAGIO


Shakespeare, como mozo de carnicería, “ cada vez que mataba un ternero lo hacía con estilo grandioso y pronunciaba un discurso”. Así lo comenta John Aubrey en sus “ restos de un naufragio” — el naufragio perpetuo del tiempo — dentro de su libro “ Vidas breves de hombres ilustres”, que el editor italiano Roberto Calasso aplaude con fervor. No es fácil condensar una vida en la brevedad de un texto y Papini hizo un esfuerzo encomiable y quizás desigual y apasionado, como él lo era, en su “ Juicio universal”, mientras que Manganelli. en ficción, inventaba en “Centuria” una síntesis de existencias que podían resumir vidas enteras. Otras páginas sorprendentes son las de Marcel Schwob en sus “Vidas imaginarias” por las que sabemos curiosidades, como por ejemplo que “ el día de Waterloo Napoleón estaba enfermo, que Alejandro andaba ebrio cuando mató a Klitos, que la fístula de Luis XlV pudo influir en alguna de sus decisiones, para recordarnos también cómo Diógenes Laercio nos enseña que Aristóteles llevaba sobre el estómago un odre de aceite caliente.” Aubrey, a su vez, en este libro de “Vidas breves” , nos dice que Milton pronunciaba la r muy dura, que a Erasmo no le gustaba el pescado, aunque había nacido en una ciudad de pescadores ,y que en cuanto a Bacon ninguno de sus servidores habría osado presentarse ante él con botas que no fueran de cuero de España, pues sentía al instante el olor del cuero del becerro y le resultaba muy desagradable.

Aubrey, como dice Calasso, con su ojo y su oído, se sentía siempre alerta. De un modo irreflexivo, tumultuoso y voraz, pasó su vida tomando inagotables apuntes de los detalles y los rasgos notables de aquello que se cruzaba en su camino. Una especie de taquígrafo ambulante que nos acerca a rasgos y datos de múltiples existencias.

José Julio Perlado

(Imágenes- 1-personajes de las obras de Shakespeare/- anónimo/ 2- William Shakespeare)

LAS PEQUEÑAS COSAS (1) : LA JOFAINA

Hace tiempo que no voy a una casa rural. Pero cuando voy y me muestran la habitación que me han preparado, que da al campo, a los valles, a las nieves de la alta montaña, me encuentro de pronto con mis manos acariciando el borde de la jofaina, esa fuente honda o escudilla, especie de palangana hoy en desuso, como rezan.los Diccionarios, pero que a mí me presta un uso especial porque me trae la dedicación y el esmero de la patrona de la casa, que me enseña cómo tras la ventana corretean los caballos, también los senderos andariegos que rodean a la finca, y el cuerpo dorado de las manzanas olorosas, y luego me enseñará la chimenea, y los bordados antiguos de la colcha de la cama alta, y después una escalerilla por la que puedo subir al tejado para ver el cielo estrellado, que es el mismo cielo de Barcelona o de Madrid, pero que aquí — me dice—. es un cielo visible, cuando mi marido heredó esta casa de sus padres lo primero que hizo fue comprar ese trozo de cielo visible que va desde el alto del tío Roque hasta las Gemelas, que es como aquí llamamos a aquellas montañas altas.

Entonces me quedo solo en la habitación. . Echo agua en la jofaina y baja y sube un agua de nieve límpida y transparente. De repente, entre mis dedos, empiezan a resbalar, aturdidos, los salmones.

José Julio Perlado

(Imágenes—- 1- jofaina – museo etnológico de Puerto Seguro- Salamanca/ 2- museoTuringer- Alemania)

PICASSO Y LA NATURALEZA

“El arte abstracto no es más que pintura. ¿Dónde está el drama?— se preguntaba Picasso en 1935 en “Cahiers d’Art”— No existe un arte abstracto. Hay que comenzar siempre con algo y después se pueden quitar todas las huellas de la realidad . Entones ya no hay peligro porque la idea del objeto habrá dejado una marca indeleble. Es lo que incitó al artista, estimuló sus ideas y despertó sus emociones. A fin de cuentas, deas y emociones quedarán apresadas en su obra. Por mucho que hagan no podrán escaparse del cuadro, del que forman parte integral aunque su presencia ya no podrá ser observada. El hombre, quiéralo o no, es el instrumento de la naturaleza que le imprime su aspecto y sus características. No se puede ir contra la naturaleza: ¡ es más poderosa que el más fuerte de los hombres! ¡Nos conviene mucho llevarnos bien con ella! Podemos permitirnos ciertas libertades, pero sólo en cuestión de detalles. Tampoco existe un arte “figurado” y “ no figurado”: todo se nos aparece en forma de “figuras”. Hasta las ideas metafísicas se expresan mediante “figuras” simbólicas. Una persona, un objeto, un círculo, son figuras; su efecto sobre nosotros puede ser más o menos intenso.”

( Imágenes— 1- Picasso por Juan Gris -1912/ 2- – Picasso 1953- foto Paolo Monti)

EL OÍDO PEGADO AL AURICULAR

Siempre me impresionó el largo hilo de las conversaciones que se enroscan en la garganta y en el cuello de “La voz humana” de Jean Cocteau, sea hombre o mujer la que habla o escucha. Y es que no se quiere colgar, no se puede colgar, hay que volver a escuchar los amores y reproches interminables del otro, el hilo de la vida de las despedidas y los desencuentros. Mientras hay vida hay esperanza, se ha dicho siempre; pero aquí hay que sustituirlo por “mientras hay voz hay esperanza”, es decir, el otro está al extremo del teléfono, hay por tanto un calor, una intimidad aunque sea lejana, una respuesta, incluso si esa respuesta es abrupta, qué más da, es la respuesta de que el otro existe y que está vivo, con sus traiciones y sus titubeos, sus declaraciones, promesas y mentiras, pero la vida es así, un largo hilo de conflictos y soluciones que van viajando por el hilo del teléfono, de la voz al oído, y el oído escucha porque si deja de comunicarse con el otro se puede quedar solo para siempre.

Hay un poema de Raymond Carver que recuerda de algún modo algunas de estas cosas:


Relámpagos, agua,

pez, pitillos, cartas, maquinaria,

el corazón humano, aquel viejo puerto.

Incluso los labios de la mujer pegados

al auricular, incluso eso.

El pliegue de los labios.

José Julio Perlado

(Imágenes- 1- wikipedia / 2- Jean Cocteau – Modigliani)

SOPAS DE LEWIS CARROLL

¡Sopa bella! Tan rica y verde

¡Cómo nos aguarda en caliente cazuela!

!Quien por tanta delicia

no cedería a su natural inclinación!

¡Sopa de la noche¡Hermosa sopa,!

¡Sopa de la noche ¡Hermosa sopa!

¡Hermoooo – sa sooopa!

¡Hermoooo- sa sooopa,

¡Sopa bella! A tu lado,

¿quién desea ni pescado, ni caza, ni cazuela?

¿Quién no daría cuanto poseyera

por dos perras gordas de bella sopa?

¿Por dos perras gordas de bella sopa?

¡Sooo- ooo- pa de la noo- oo- che!

¡Bella!¡Hermooo— OOSA SOPAAA!

Lewis Caroll – “¡Bella. ¡ Tan rica y verde! ( traducción de Jaime de Ojeda)


( Imágenes- 1- sopa goulash típica de Hungría/2 -Callaboo- sopa típica de Trinidad/ 3- crema de espárragos con nata fresca/ – 4- —Vernicelli de ostras y fideos típicos de Taiwán/ 5-Kesakeitto- sopa de verduras Finlandesas)

LOS OSOS

Los osos se dividen en pardos y blancos, o en cabeza, tronco y extremidades. Tienen buenos morros, pero los ojuelos, pequeños. Les encantan las golosinas. — escribe el poeta polaco Zbigniew Herbert —A la escuela no quieren ir, pero una siestecita en el bosque… oíga , con mucho gusto. Cuando les queda poca miel, se llevan las manos a la cabeza y se quedan tan tristes, tan tristes que ni sé. Los niños, que tanto quieren a Kubus Puchatek, se lo darían todo, pero por el bosque anda el cazador y con su fusil apunta entre esos dos ojitos pequeños.

(Imagen- wikipedia)

GUARDAR UN SECRETO

Qué difícil es guardar un secreto. Está el secreto guardado en un pequeño cofre que llevamos en el pensamiento, en la memoria, en el corazón. Nos han contado una cosa que no debemos decir, sobre la que se nos pide que no revelemos nada, y del cofre empiezan a salir unas pequeñas gotas de agua, como unos hilillos húmedos, escapes de aire, tal y como si el secreto se estuviera diluyendo, como si se forzara él mismo a escapar. Claudio Magris ha dedicado a este tema su ensayo “ El secreto y no”. El secreto y su custodia — dice Magris— son un elemento fundamental de la potencia del poder” .Se sabe todo pero nada se dice, se guarda con siete llaves la confidencia, las paredes del secreto parece que fueran a estallar. A veces se sueña con el secreto durante la noche. ¡ Ah, si yo lo contara!…. El pequeño cofre sigue situado en nuestro vestíbulo interior, nos encontramos con él cada vez que damos una vuelta a la llave y entramos donde nosotros mismos. En ocasiones nos llevamos ese secreto a la tumba; en ocasiones, uno — por fragilidad— levanta una punta del cofre, entreabre una ranura, y aunque da la impresión de que no huyera nada, todo huye como el humo, todo el secreto se deshace en mil pedazos y llena a los oyentes de enorme y a veces tremenda confusión.

José Julio Perlado

( Imagen – Rothko- 1959)

EL CARRITO DE LOS LIBROS

Me pide un amigo mío libros para leer y le llevo hasta el puesto de la memoria, ese puesto inclinado que muestra – —- como si fuera fruta al aire libre— encuadernaciones rosadas, verdes, negras, hojas antiguas y modernas, títulos al derecho y al revés, reelecturas inciertas, aficiones, tendencias, allí aparecen —- todos mezclados a propósito— Lampedusa, Calvino, Basani, Buzzati, Hemingway, Cunqueiro, Pavese, Le Carré,Tolstoi, Aldecoa, Borges,Mann, Delibes, Chejov, Ferlosio, Proust, Woolf, Pirandello, Baroja, Cortázar, Zweig, Bioy Casares y tantos y tantos otros que nunca se leyeron, o que quizá se leyeron mal, a a una edad insólita o insípida, variaron los gustos, se elevaron las admiraciones y se hundieron los desprecios

Lo cierto es que mi amigo va escogiendo cubiertas y solapas, autores, historias, lleva unos guantes elásticos de goma para hacer su compra, valora, pesa, calcula las dimensiones de su tiempo. Al fin le acompaño y nos sentamos a leer los dos en el despacho.

José Julio Perlado

(Imagen – Leslie Ballebeg)

TODA OBRA SERIA ES TRANQUILA

Puede decirse— decía Kandinsky— que toda obra seria es tranquila. En toda gran obra seria resuena una palabra sublime y tranquila:”!Heme aquí!” La admiración o el desprecio se desvanecen. No queda nada más que el eterno sonido de estas palabras

Ciego frente a la forma,, “ reconocida” o no, debe ser el artista, como debe ser sordo a la enseñanza y a los deseos de su tiempo..

Su ojo debe estar abierto sobre su propia vida interior, su oído siempre hacia la voz de la Necesidad interior.

Entonces podrá servirse impunemente de todos los procedimientos, incluso de los que le están prohibidos.

Este es el único medio de llegar a expresar esta necesidad mística que es el elemento esencial de una obra.

Todos los procedimientos son sagrados si son enteramente necesarios.

(Imágenes- Kandinsky- wikipedia)

LA JARRA DE COBRE Y LA JARRA DE BARRO

Arrastraba la corriente de un río — escribió Esopo— una jarra de cobre y otra de barro. La de cobre le dijo a la de barro que no se inquietara, que ella la cuidaría ,pero la de barro le respondió:

— Nada lejos de mi y no a mi lado , porque si me tocas saltaré en pedazos, aunque me roce contigo sin quererlo.

No es segura la vida de un pobre que tiene a un príncipe rapaz por vecino.

(Imagen- Jarra de Sévres- 1795- museo de Arte Moderno de Nueva York

CUANDO SE ACABA UN LIBRO O EL NIDO VACÍO

Se ha ido “Una dama japonesa”. Se ha ido a vivir con un editor. La acabé hace unos días, yo sé que se quería ir, que se emancipaba, que escapaba de mi cuaderno, que huía de mi ordenador. Salió como salen los libros cuando se casan, dicen adiós en la última página, levantan una letra para despedirse, a veces el brazo de una coma, no dan portazos, no se emocionan, “¡Es la vida!, me dijo la dama japonesa al cerrar la puerta y dejarme aquí, yo solo, con tantas habitaciones de páginas en mi cuaderno, la casa de la ficción vacía, el nido vacío. Llevábamos juntos muchos años la dama japonesa y yo. Nos encontramos hace mucho tiempo un verano en el norte de España, yo me enamoré de su historia y ella se enamoró de mi escritura. Estuvimos viviendo juntos mucho tiempo, me presentó a Kiromi Kastase, el samurai a quien ella llamaba “el hacedor de espadas”, después me enseñó sus cartas, cómo escribía al pasado y al futuro, las violencias de las guerras japonesas de Onin, cómo contaba cuentos a los niños y con sus manos dejaba caer el cielo de las nubes. Visitamos juntos El pabellón de Oro, el monte Fuji, nos persiguieron los duendes, fuimos al teatro y nos pusimos las máscaras, luego tuvimos sueños, visitamos Europa, estuvimos en París con Monet, en otro lugar con Kurosawa, en otro lugar con Picasso y Miró. Me contaba sus charlas con Bashô y la belleza de los haikus. Estuvimos en la casa del té en los montes de Kitano, vivimos los temblores de Hiroshima. Un matrimonio de escritor y relato olvida los quehaceres y sudores y recuerda solamente los años con las manos juntas sobre la mesa, la pluma en medio, unas veces escriba Hisae Izumi y otras veces escribía yo.

Ahora me he quedado solo. Dentro de unos meses el editor me dirá cuándo va a publicarlo. Mientras, por el pasillo, ha venido a verme la inspiración. “ Que la inspiración te coja trabajando”, me ha dicho. Y eso he hecho. He continuado un largo relato que había empezado hace años.

José Julio Perlado

( imagen – wikipedia)

NEVADA

Lenta desciende la nieve del cielo ceniciento: gritos

no se oyen en la ciudad , ni un sonido de vida;

ni de la verdulera la llamada, ni el traqueteo del carro,

ni la canción feliz de amor y juventud.

Desde la torre de la plaza, roncas vienen las horas

gimiendo cual suspiros de un tiempo remoto.

Pájaros extraviados picotean los empañados cristales:

espíritus que de amigos del más allá regresan y me miran.

Pronto, queridos, pronto, descenderé al silencio,

reposaré en la sombra. No te turbes, corazón.

Giosue Carducci— “Nevada” (traducción de Antonio Colinas)

(Imagen- wikipedia)

SOY RESPONSABLE DEL OTRO

Soy yo quien soporta al otro, quien es responsable de él —dice Emmanuel Lévinas en “Ética e infinito”—Mi responsabilidad es intransferible, nadie puede reemplazarme. La responsabilidad es lo que, de manera exclusiva,me incumbe y no puedo rechazar. Soy yo en la sola medida en que soy responsable. Yo puedo sustituir a todos, pero nadie puede sustituirme a mí. En ese sentido preciso es en el que Dostoievski dice: : “ Todos somos responsables de todo y de todos ante todos, y yo más que todos los otros”.

(Imagen- Rothko)