CUANDO SE ACABA UN LIBRO O EL NIDO VACÍO

Se ha ido “Una dama japonesa”. Se ha ido a vivir con un editor. La acabé hace unos días, yo sé que se quería ir, que se emancipaba, que escapaba de mi cuaderno, que huía de mi ordenador. Salió como salen los libros cuando se casan, dicen adiós en la última página, levantan una letra para despedirse, a veces el brazo de una coma, no dan portazos, no se emocionan, “¡Es la vida!, me dijo la dama japonesa al cerrar la puerta y dejarme aquí, yo solo, con tantas habitaciones de páginas en mi cuaderno, la casa de la ficción vacía, el nido vacío. Llevábamos juntos muchos años la dama japonesa y yo. Nos encontramos hace mucho tiempo un verano en el norte de España, yo me enamoré de su historia y ella se enamoró de mi escritura. Estuvimos viviendo juntos mucho tiempo, me presentó a Kiromi Kastase, el samurai a quien ella llamaba “el hacedor de espadas”, después me enseñó sus cartas, cómo escribía al pasado y al futuro, las violencias de las guerras japonesas de Onin, cómo contaba cuentos a los niños y con sus manos dejaba caer el cielo de las nubes. Visitamos juntos El pabellón de Oro, el monte Fuji, nos persiguieron los duendes, fuimos al teatro y nos pusimos las máscaras, luego tuvimos sueños, visitamos Europa, estuvimos en París con Monet, en otro lugar con Kurosawa, en otro lugar con Picasso y Miró. Me contaba sus charlas con Bashô y la belleza de los haikus. Estuvimos en la casa del té en los montes de Kitano, vivimos los temblores de Hiroshima. Un matrimonio de escritor y relato olvida los quehaceres y sudores y recuerda solamente los años con las manos juntas sobre la mesa, la pluma en medio, unas veces escriba Hisae Izumi y otras veces escribía yo.

Ahora me he quedado solo. Dentro de unos meses el editor me dirá cuándo va a publicarlo. Mientras, por el pasillo, ha venido a verme la inspiración. “ Que la inspiración te coja trabajando”, me ha dicho. Y eso he hecho. He continuado un largo relato que había empezado hace años.

José Julio Perlado

( imagen – wikipedia)