Me pregunté muchas veces — decía el narrador de Carlos María Domínguez — por qué conservo libros que sólo en un futuro remoto podrían auxiliarme, títulos alejados de los recorridos más habituales, aquellos que he leído una vez y no volverán a abrir sus páginas en muchos años.¡Tal vez nunca! Pero cómo deshacerme, por ejemplo, de “Él llamado de la selva” sin borrar uno de los ladrillos de mi infancia, o “Zorba”, que selló con un llanto mi adolescencia, “La hora veinticinco”, y otros tantos hace años relegados a los estantes más altos, enteros, sin embargo, y mudos, en la sagrada fidelidad que nos adjudicamos.
(en el día de las bibliotecas)
( Imágenes- 1- la Cámara Radcliffe de la biblioteca circular de Oxford- la Vanguardia / 2- Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos ( terceros) (la Vanguardia)
La pregunta de cómo encontrar la cura de enfermedades mortales— recuerda Alberto Manguel —suscita la pregunta de cómo alimentar a una población que no deja de crecer y de envejecer; la pregunta de cómo desarrollar y proteger una sociedad igualitaria suscita la pregunta de cómo impedir la demagogia y la seducción del fascismo; la pregunta de cómo crear empleo para desarrollar la economía suscita la pregunta de cómo la creación de esos empleos puede tentarnos a ignorar el respeto a los derechos humanos y a la forma en que puede afectar al mundo natural que nos rodea; la pregunta de cómo desarrollar tecnologías que nos permitan manejar cada vez más información suscita la pregunta de cómo acceder, depurar y no abusar de esa información; la pregunta de cómo explorar el universo desconocido suscita la incómoda pregunta de si los sentidos humanos son capaces de comprender lo que descubramos en la Tierra o en el espacio exterior.(Imágenes—1- Rothko/ 2- Monet- Sauce llorón)