LA BOMBA DE HIROSHIMA Y HISAE IZUMI

” El instinto me hizo intentar la fuga, pero una lluvia de vigas y escombros me cerró el paso. A duras penas logré llegar al vestíbulo y bajar al jardín, pero entonces se apoderó de mí una gran debilidad e hice un alto para recuperar mis energías. Sólo entonces noté sorprendido que estaba completamente desnudo. ¿Qué había pasado con mis calzoncillos? ¿Qué había ocurrido? Me miré. Tenía todo el lado derecho del cuerpo cubierto de cortes pequeños y heridas de las que salía sangre en abundancia. Una astilla sobresalía de un desgarrón en el muslo. Llevándome una mano a la cara sentí que tenía un desgarrón en la mejilla y el labio inferior partido porque colgaba de forma antinatural. En el cuello tenía atravesado un trozo grande de vidrio. Concentré toda mi atención en esa herida y en mi mano ensangrentada.

¿ Dónde estaría mi mujer?

Sólo entonces me alarmé y la llamé a gritos:

— ¡Yaeko san! ¡Yaeko-san! ¿Dónde estas? Del cuello me brotó un borbotón de sangre. ¡Yaeko – san, dónde estás? ¡ Ha caído una bomba de quinientas toneladas! ¡Yaeko-san, ¿dónde estás? ¡Ha caído una bomba de quinientas toneladas!

Una Yaeko-san pálida y temblorosa, con las ropas desgarradas por la sangre, apareció entre las ruinas de nuestra casa sosteniéndose un brazo

—Tenemos que salir de aquí lo antes posible.”

Esta es parte de la carta que le envió la enfermera japonesa Nishii Saeki, del Hospital de Comunicaciones de Hiroshima, a Hisae Izumi que en aquellas semanas se encontraba dando charlas en Paris. Nishii Saeki era una de las ayudantes del doctor Michihiko Hachiya, que luego se haría famoso con su “Diario de Hiroshima”. Esta carta tenía fecha del 21 de agosto de1945, veintidós días después del relato que en su despacho le dictó el doctor a la enfermera el día en que cayó la bomba devastando la ciudad, es decir, el 6 de agosto de ese mismo mes.

Hisae quedó estremecida al leer esta carta. No es la única que le mandaron. Era una carta circular. Hacía muchos años ella había vivido una guerra en Japón — las largas guerras de Onin en 1467 — y la había vivido directamente, observando de cerca los combates y también la figura de los contrincantes y caudillos. Había vivido y había contado en tres famosas cartas que dieron la vuelta al mundo los colores de la guerra, aquellas tres cartas que ella había escondido bajo las ropas de los cadáveres en las calles de Kyoto — aquel color rojo de sangre de Yamana Soren y aquel color negro de la armadura de Osokawa Katsumoto, su contrincante —-, pero ahora hasta el color era distinto. Todas las cartas que le estaban llegando desde Hiroshima a París ( la enfermera Nishii Saeki copiaba día tras día lo que el doctor Hachiya le iba dictando y luego ella lo enviaba por todo el mundo para dar cuenta de lo que ocurría), tenían un olor, e incluso un sabor, a ceniza. Cinco siglos después hasta incluso los colores de la guerra en Japón se habían transformado. Los edificios devastados, los miembros colgantes de los supervivientes que caminaban como fantasmas, eran todo pura ceniza, fuego y ceniza como único paisaje, una bomba extendida por las ciudades y los campos, por los ojos, los pies y los dedos de las manos.

“Para llegar al río — le contaba a Hisae la enfermera Saeki en otra de sus cartas — vi algo sencillamente horrendo. Era increíble. Un hombre muerto que permanecía montado en su bicicleta, recostada contra la barandilla del puente. Parecería que la mayor parte de los muertos estaban en el puente o debajo de su estructura. Se veía que muchos habían bajado a buscar agua al río, y que la muerte les había sorprendido casi en el acto de beber. Unos cuantos infelices, todavía con vida, seguían en el agua , chocando con los cadáveres que flotaban aguas abajo. Miles de personas debieron de huir al río tratando de escapar de las llamas, y perecieron ahogadas.”l


Hisae se encontraba paralizada ante aquel aluvión de cartas que seguía recibiendo. Era la primera vez que estaba lejos de su. querido Japón en momentos dramáticos y nada podía hacer. Sólo leer y leer aquellas cartas y pensar en Hiroshima.

( Imágenes— 1, 3 y 4- wikipedia/ – 2- reloj marcando las 8, 15 del 6 de agosto de 1945 foto (AP-Photo/ja/Yuichiro Sasaki/UN)

José Julio Perlado

(del libro “Una dama japonesa”) (relato inédito)

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS