«Casi toda la ciencia ficción es el arte de lo obvio. No es nada nuevo. – le dice Ray Bradbury a Lawrence Grobel (» Una especie en peligro de extinción» (Belacqua) -. La ciencia ficción es ficción realista, siempre trata de cosas posibles, nunca imposibles. La fantasía es el arte de lo imposible, donde puedes hacer que la gente cruce muros andando o viaje en el tiempo. Es imposible que un hombre salte desde un piso cuarenta y no se mate. Si aterriza vivo, estás escribiendo fantasía. Ahora bien, en una historia de ciencia ficción, puedes hacer que salte de un edificio y que en la caída encienda el propulsor que lleva a la espalda, cosa que no existía hasta mediados de los años sesenta. Lo veíamos en Buck Rogers cuando éramos niños, pero no creímos que lo veríamos en nuestro tiempo de vida. De repente, tenemos tipos con propulsores que vuelan por los cielos, desafiando la gravedad. El arte de lo obvio. Idea ficción.
Si retrocedemos en la historia y yo hubiera sido un cuentacuentos en el Bagdad de hace dos mil años, habría contado una cosa obvia: en algún lugar ahí arriba un hombre va a inventar una nueva ciencia. ¿Qué? La ciencia de los caballos, que no existía en el mundo. Y todo el mundo diría: «Oh, no, eso no va a suceder». Pues bien, sí sucedió. «¿Y qué va a hacer ese hombre con ese arte?». Bueno, se va a desarrollar el caballo persa con un jinete al lomo, y con ese caballo derrotaremos al Imperio Romano. Y todo el mundo diría: «No, eso no va a suceder». Se hubieran reído del escritor de ciencia ficción que hubiera dicho eso en las calles de Bagdad. Era el maestro de lo obvio. Los demás eran maestros en ignorar lo obvio. Ahí no hay nada fantástico; vio cómo sucedió, los persas hicieron retroceder a los romanos. Eso es ciencia ficción.
Empieza en La República de Platón, en la que tomas una idea y la exprimes hasta que queda seca. Toda la filosofía es automáticamente ciencia ficción: la ciencia de pensar sobre cosas antes de que sucedan y tratar de hacer que sucedan mejor».
Leo todas estas cosas saliendo del supermercado, bordeando los cajeros de los Bancos, esquivando en lo que puedo la crisis de la parálisis, y me detengo aún en la esquina escuchando a Bradbury: «Ha sido muy obvio – me dice – durante los últimos treinta años que cosas como las tarjetas de crédito se popularizarían en nuestra sociedad y harían lo que hacen. Pero nadie quería darse cuenta».
¿Y qué hacen ahora las tarjetas de crédito?, me pregunto yo.
El arte de lo obvio.
No es fantasía, no es el arte de lo imposible.
¿ Es que lo que está pasando es ciencia ficción?
(Imágenes: ilustración de Dimitry Maksimov.-design related/ transformaciones.-Archive Gunter-Zamp-Kelp-Berlin.-The Cold War`s Influence on Art.- 1945-1970.-Photo Essays.-TIME)