
Habría que añadir la pregunta sobre si algun editor se interesaría hoy por Kafka o por “La muerte de Virgilio” de Hermann Broch, ese cántico a la lentitud de la escena clásica, el ritmo de las palas en el agua, el ir y venir de los recuerdos. ¿Alguien editaría hoy a Proust?. Camus dice que todo el arte de Kafka consiste en obligar al lector a releer. ¿Muchos releen hoy? También Auster señaló que a Shakespeare se le lee y relee. “Se puede pensar que ya está todo dicho sobre Shakespeare, pero es todo lo contrario: Shakespeare es inagotable. (…) Un cuadro genial no sufre ningun desgaste. Un buen libro no sufre ningun desgaste. Nunca se logra alcanzar el meollo. Esa es la razón por la que el libro puede ser una fuente de energía y representar una especie de reto durante siglos”.
Pero vivimos en la época del entretenimiento, las dos horas de superficialidad en la penumbra de un cine, el libro fácil y “encantador” (en el sentido de que “encante” a los sentimientos), el libro o la película que no plantee la exploración del mundo sino tan sólo que invite a un paseo agradable y sin preguntas, con un ritmo rápido que -sobre todo, en el caso del cine – no deje tiempo para digerir e interiorizar.

“Lo más interesante sobre los libros -terminaba Auster– es que, probablemente, sean el escenario más íntimo donde la conciencia humana se puede expresar y encontrar”.
Hay que recordar todo esto cuando se miran a lo lejos esas grandes superficies de las aguas que vienen ya anunciando el otoño, las cubiertas de novedades del próximo año , las grandes superficies de los títulos. Unos nos van a interesar, otros nos van a divertir, otros nos van a entretener. ¿Alguno nos llevará a pensar?
(Imágenes: “Blow-Up” de Antonioni (1966) / Paul Auster en Central Park.-sine.edu)
Habría que agradecerle estas palabras desde las simas de la duda ante las apariencias fútiles. ¿Hay peor enemigo del pensamiento que el vértigo del naufragio que signa nuestro tiempo? Solamente habría que esperar que esté equivocado en una linea de su reflexión. Siempre existirá un editor temerario o un mecenas decidido a financiar a los creadores esenciales de nuestro tiempo que sin embargo hoy todavía desconocemos. Es posible que aquí surja la cuestión de si alguien dedica en nuestros días el esfuerzo absoluto que Proust, Antonioni, Broch, Musil, Mann, Bergman, Kafka, Canetti, Wolf, Joyce.. dedicaron a su individual empresa en el ámbito del pensamiento, del arte, de lo humano.