
Del verde ha escrito fundamentalmente el francés Michael Pastoureau. Las ovejas no han escrito nada. Las ovejas, con la cabeza baja, han ido mordisqueando brotes de verde del siglo primero, luego de nuestro siglo, luego, elevando un poco la cabeza para ver si veían en siglos venideros un verde con que alimentarse, Y sí, el verde estaba allí, la lluvia había dejado caer el verde como un maná en las montañas. Era el verde de arte de los romanos, el verde de los hipódromos, luego los verdes del Islam con sus banderas, estandartes y turbantes, de vez en cuando verdes de primavera sobre los que pasaba el sol, verdes húmedos, gotitas de lluvia en los atardeceres, verdes de. escudos heráldicos, verdes de pintores, mezclas, perspectivas, pasos atrás para calibrar el efecto. El verde a veces había que colocarlo con mucha precaución, otras con gran intención, más que con atrevimiento con agresividad.
Entonces el pacífico paseante del museo que ya se iba, se quedaba quieto ante aquel verde inesperado que le asombraba, que le dejaba perplejo y que le hacía pensar.
José Julio Perlado
(Imagen – wikipedia