TERTULIAS EN LA ETERNIDAD (14) : DE COLORES Y MINERALES

En la eternidad, al no haber museos, porque no se necesitan y nadie piensa que los haya, los minerales están al aire libre, sin tener que excavar ni ahondar en nada porque están al descuierto, con el reflejo de sus cristales y la amplitud de sus formas, unos más brillantes que otros, unos parecen barcos de sal o de piedras, otros recuerdan a las monedas antiguas, las que usábamos en épocas anteriores para comprar y vender otras monedas más pequeñas que nos daban y con aquel grupo de monedas pequeñas adquirir una más grande que luego se disolvía y redondeaba en un trasiego casi misterioso que nos habíamos pactado entre todos y que, recuerdo, llamábamos comercio. Pero como aquí no hay comercio ni se necesita, los minerales son transparentes, se puede ver la eternidad a través de ellos y entonces la eternidad toma nuevos colores, color tierra, color roca, un granulado muy compacto como si la eternidad fuese de arena, que no lo es, todos los que llegan aquí piensan que un día podrán definir la eternidad, que todo es definible, pero la eternidad no lo es, la definición no ha llegado ni siquiera a tocar el suelo de la eternidad, por eso lo mejor es verla a través de los minerales, por ejemplo a través de las hojuelas del cuarzo, o contemplar el brillo metálico de la eternidad y sus irisaciones, las pizarras cristalinas que muestra y los cantos rodados que esconde, el color blanco amarillento o el color pardusco, o gris, o negro de hierro, todo, dicen, está dentro de nuestros ojos, nuestros ojos tienen color de eternidad y en ellos descubriremos el negro azulado de lo que vemos, o el anaranjado o amarillo de miel o el rojo cobrizo del paisaje. Aunque aquí, como no hay paisaje a la manera antigua, tendremos que construir nuestro propio paisaje.

José Julio Perlado

(del libro “Relámpagos”) ( relato inédito)

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(Imágenes- wikipedia)