
Ese hombre no tiene ninguna necesidad, ningún cuidado — decía el psicólogo Wilhelm Josef Revers en su ”Psicología del aburrimiento” comentando el personaje de una opereta de Strauss—-, no está obligado a nada, puede hacer lo que quiere, tiene a su disposición todo el tiempo que está despierto. Orlowsky no puede soñar y no puede dormitar. Cuando tiene tiempo se aburre. No son cosas determinadas a las cuales dirige su interés las que le aburren. Sabe desde hace mucho tiempo que no se puede interesar seriamente por nada, porque todo le aburre. Pero se aburre, aun sin que se hubiera interesado por algo. Siente aburrimiento, aun cuando no le aburra nada determinado. No es alguna cosa la que le aburre; así, pues, se aburre de sí mismo; se aburre porque no se puede entretener consigo mismo, porque no puede soñar, porque no puede “dormitar”.
