UN ROSTRO EN LA VENTANA

“Hay en ciertas ciudades de provincias — escribe Balzac en ”Eugenia Grandet” —algunas casas cuya vista provoca una melancolía igual a la que inspiran los claustros más sombríos, las landas más yermas o las más tristes ruinas. Es porque, sin duda, se encuentran en estas casas, a la vez, el silencio del claustro, la aridez de las landas y los despojos de las ruinas; la vida y el movimiento adquieren en ellas una marcha tan reposada, que un extranjero las creería deshabitadas, si no encontrase de repente la mirada lánguida y fría de una persona inmóvil, cuyo rostro, medio monástico, asoma por la ventana al oír el ruido de pasos desconocidos.”

(Imagen — Inge Morath- 1989)

APUNTE DE PRIMAVERA EN EL RETIRO

“Pájaros en los almendros en flor. Violetas por todo el suelo. En los negros troncos, los grandes lunares amarillos de las grandes ramas podadas.

Al fondo, alto de nivel, el estanque con su cabrilleo deslumbrador, que trae una nostalgia del mar del Sur. La bandera española y una fila de lanchas verdes y amarillas contra la verde felpa de la orilla nueva, como en un pesebre de primavera.

Sobre el fondo verdeoscuro de esta otra agua estancada, los rosales frescos, transparentes de sol.”

Juan Ramón Jiménez— “Soledades madrileñas”

(Imágenes— 1- estanque del parque del Retiro en Madrid /2- Eero Jamefelt)

AVES NOCTURNAS (1)

Estuve así, dándole vueltas a todo aquello por el pasillo interior del museo que, como digo, era una especie de claustro antiguo, mezclándome con los grupos de japoneses, europeos y americanos que avanzaban en silencio y lentamente siguiendo la banderola que enarbolaba el guía, y quise sentarme por allí, en el primer sitio que encontré, en el saliente de una columna, porque vi que aquella visita a las distintas galerías se iba desarrollando muy despacio y decidí moderar algo mi ritmo. Quise abandonarme, pues, durante un largo rato bajo la luz primaveral de la mañana que me llegaba desde el jardín interior del museo, un jardín perfectamente cuidado y ordenado, con fuentes y plantas cuidadosamente adornadas, y poco a poco, no supe bien por qué, seguramente como contraste a cuanto había leído y contemplado años atrás sobre la pintura de Hooper, empecé a sumergirme en recuerdos, recuerdos literarios y cinematográficos, también en declaraciones suyas —-algunas debían de remontarse a 1961 o en torno a esa época —-, como por ejemplo las palabras que el pintor americano había querido pronunciar un día para darle soporte a su creación. Goethe decía — recuerdo que había comentado Hooper sacando un papelito de su bolsillo — que el propósito y la finalidad de toda actividad literaria consiste en reproducir el mundo que me rodea como si fuera el reflejo de mi mundo interior. Todo está revestido, relacionado , moldeado y construido de una forma personal y original. Y para mí esta definición — había concluido Hooper guardando otra vez el papelito en el bolsillo — es aplicable a la pintura. Y también recuerdo que poco después de decir estas frases, Hooper había agregado que él siempre había intentado pintar la luz del sol blanca en vez de amarilla, añadiendo que muchos pintores tenían la costumbre de pintar la luz del sol amarilla, pero que la luz, decía Hooper, no era amarilla, sólo era así al amanecer y al atardecer y el resto del día era una luz blanca.

Sentado entonces allí, como digo, en el saliente de aquella columna del claustro en la que llevaba ya varios minutos, pensé en todas estas cosas y también en las luces blancas del sol que Hooper había pintado durante toda su vida, pero igualmente en los tejados rojos de sus ciudades solitarias y vacías y en los rojos vestidos de sus mujeres asomadas ansiosamente a las ventanas abiertas, anhelantes en sus tensas posturas, como si desearan respirar cuanto antes la extraña luz blanca del sol. Me estaba interesando mucho aquel sol tan singular que tanto le había fascinado al pintor y volví a recordar el cuadro que había visto hacía muy poco, no hacía ni siquiera media hora, aquel ”Grupo de gente al sol” con sus misteriosos personajes sentados. Entonces quise repetir lo que en otras ocasiones he realizado en distintos museos del mundo, en el Reina Sofía de Madrid, por ejemplo, o en el Louvre de París, o en muchos otros, que es volver nuevamente sobre mis pasos y entrar en la sala anterior que ya había visitado, y gozar una vez más de la misma pintura que yo ya conocía, pero esta vez admirarla de nuevo de manera individual, sin guías ni explicaciones, siguiendo aquel consejo que una gran escritora inglesa había formulado un día: ”la mitad de la belleza de un paisaje o una casa procede de conocerlo. Uno sabe dónde encontrar su encanto. Esto no puede uno hacerlo la primera vez que lo ve“. Y efectivamente así era y así fue. Deseaba conocer más detalles sobre el cuadro de aquellos misteriosos personajes perfectamente vestidos y sentados ante el sol y volví a recorrer el pasillo del museo ahora hacia atrás, buscando la sala que ya había visitado. Pero la sala no estaba, busqué por todas partes, casi me perdí entre tantos pasillos y recovecos, pero no la encontré. Mejor dicho, sí la encontré, la sala seguía ubicada en su mismo sitio de siempre, aunque yo hasta entonces no lo había advertido, pero en cambio la pintura de Hooper que yo buscaba había desaparecido, o, para ser más exactos, había sido reemplazada simplemente por otra, algo que absolutamente me desconcertó. En aquella sala que yo ya conocía, y que ahora estaba abarrotada de gente —- turistas de uno y otro lado del mundo ——un guía iba explicando al grupo correspondiente un nuevo cuadro de Hopper, un cuadro muy célebre y muy comentado y que yo había visto muchas veces, “Aves nocturnas”, de 1942. Y aquello aún me dejó más desconcertado. ¿Cómo se había podido reemplazar en pocos minutos un cuadro por otro y por qué? No supe qué pensar de todo ello. Pero ya la voz del guía empezó a distraerme y comencé entonces a escucharla”.

José Julio Perlado

(del libro ”La mirada”) ( texto inédito)

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

( Imágenes—1- Hooper” – Aves nocturnas”- 1942– The Art Institute of Chicago/ 2-Hooper- “Automat”- 1927– cortesía del Des Moines Art Center- Iowa/ 3-Hooper- “Mañana en Cape Cod- 1950-Smithsonian American Art Museum, Washigton -Art Resource/ Scala, Florenciia)

LA CAPILLA DEL ROSARIO

Toda mi vida ha estado influenciada por la opinión, corriente en la época de mis comienzos que aceptaba solamente consignar las observaciones hechas sobre la naturaleza, y todo lo que venía de la imaginación o del recuerdo se consideraba sobado y sin valor para la construcción de una obra plástica. Los maestros de la Escuela de Bellas Artes decían a sus discípulos: ”Copiad servilmente a la naturalleza”.

Durante toda mi carrera he actuado contra esta opinión a la cual no podía someterme, y esta lucha ha sido la fuente de los distintos avatares de mi camino, durante el cual he buscado posibilidades de expresión fuera de la copia literal, tales como el divisionismo y el fauvismo.

Estas rebeliones me han conducido a estudiar separadamente cada elemento de construcción: el dibujo, el color, los valores, la composición, la manera en que estos elementos pueden aliarse en una síntesis, sin que la elocuencia de uno de ellos sea disminuida por la presencia de los otros, y la de construir con esos elementos, no disminuidos de sus cualidades intrínsecas de la unión, es decir, respetando la pureza de los medios”.

Henri Matisse- “La capilla del Rosario de Vence” (1951)

(Matisse- 1– “El mantel”- 1908 – Leningrado – Ermitage/ 2-“Lección de música” – 1917– Marion- pensylvania— Barnes foundation / 3 – Henri Matisse)

183 MUNDOS

“Petronio dice que hay 183 mundos dispuestos en forma de triángulo equilátero — asegura Plutarco —-, cada uno de cuyos lados comprende sesenta mundos. Los tres mundos restantes están situados respectivamente en los tres vértices, pero tocan a los que se suceden en los lados, girando sin irregularidad, como en una danza coral. Lo demuestra el número de mundos, que no es egipcio ni indio, sino de origen dórico, de Sicilia, de un hombre de Imera llamado Petronio. La opinión de Petronio es que había 183 mundos que se tocaban entre sí en un punto, pero no explica claramente qué quiere decir ”tocarse en un punto”, ni aporta otros argumentos convincentes.”

(Imágenes—1- Robert Mccall- 1968/ 2- Charlie Riedel)

MODIGLIANI Y LA BELLEZA

…” Trato de formular con la mayor claridad — le decía Modigliani al músico italiano Oscar Ghiglia en una carta —- la verdad del arte y de la vida tal como la sentí a veces en Roma ante el espectáculo de la belleza. Y como también he hallado la relación interior, trataré de hacerla visible y de exponer, por así decirlo, la estructura metafísica para dar forma a mi concepto de la vida, de la belleza y del arte.”

(Imágenes—1- Modigliani- 1918 – colección privada/ 2- Modigliani— 1917- colección privada)

DORMIRSE EN LA LUZ

Hay que dormirse arriba, en la luz.— escribía María Zambrano.

Hay que estar despierto abajo en la oscuridad intraterrestre, intracorporal de los diversos cuerpos que el hombre habita : el de la tierra, el del universo, el suyo propio.

Allá en los ”profundos” , el corazón vela, se desvela, se reenciende en si mismo.

Arriba, en la luz, el corazón se abandona, se entrega. Se recoge. Se aduerme al fin ya sin pena. En la luz que acoge donde no se padece violencia alguna, pues que se ha llegado allí, a esa luz, sin forzar ninguna puerta y aun sin abrirla, sin haber atravesado dinteles de luz y de sombra, sin esfuerzo y sin proyección.”

(Imágenes—1 -He Zubin- 2007- artnet/ – Felix Valloton)

PINTA LOS PENSAMIENTOS, DESCUBRE LAS IMAGINACIONES

“Casi toda la personalidad de Don Quijote — señala Romera- Navarro al estudiar la interpretación pictórica del ”Quijote” que hiciera Doré—, va reflejada en sus dibujos: la paciente resignación del caballero, su melancolía, su hermosa dignidad, sus arranques de locura y frecuentemente en sus ojos ese algo del sublime ideal. Hay una frase de Cervantes bellísima, que él aplica a Cide Hamete, pero que podemos aplicar a Doré en sus más geniales momentos: “ pinta los pensamientos, descubre las imaginaciones”. Muchas veces tenemos ante los ojos al caballero combatiendo o furioso. Pero rarísima vez grotesco o ridículo.

Sus ilusiones o desvaríos han sido tratados con respeto. ¿Cómo no iba a impresionar a un noble artista la alteza moral de Don Quijote, cuando hasta la misma Maritornes, ignorante, bruta — la más grosera criatura que pueda presentarse jamás junto al espiritual caballero — se sintió conmovida por su bondad, pureza y valor tanto como por su locura? Y reflejada está en las ilustraciones de Doré esa superioridad moral y la fuerza magnífica de su carácter.”

(Recuerdo en el Día del libro)

( Imágenes— 1-Gustavo Doré – el ”Quijote”- parte primera- capitulo 1/ 2-El ”Quijote’ – parte primera – capítulo XVll/ 3- el ”Quijote” -parte primera-capítulo Vlll)

HOOPER Y EL CINE

“Entonces, nada más dejar de hablar el guía y salir todos a aquel claustro o pasillo que circundaba al museo e ir avanzando hacia otras salas, pensé en Hooper, en todo lo que acababa de escuchar sobre él, y también en lo que algunos me habían contado sobre sus influencias en el cine, o mejor dicho, sobre los vasos comunicantes que al parecer existían entre su pintura y la cinematografía, y recordé que Hooper, cuando estaba cansado de pintar, confesaba que solía entregarse a devorar películas, una tras otra, unas veces como escapatoria para su fatiga y otras como estímulo creativo. Así se iban levantando en su interior, sin darse él mucha cuenta, multitud de escenas, tanto en el lienzo como en la pantalla, como por ejemplo ventanas simultáneas, superpuestas y mezcladas que no se sabía bien si pertenecían al mundo de Hitchcock o al de Hooper, como cuando en el film ”La ventana indiscreta”, el flaco James Stewart apoyaba su ojo en su largo prismático y, en medio de la urbanización de la noche, descubría de repente sospechas sobre un drama imprevisto. Aquella ventana indiscreta espiaba a multitud de ventanas aparentemente discretas en sus intimidades y a su vez el ojo de Hooper quedaba reflejado en ventanas esencialmente lisas y blancas, abiertas sobre cuartos vacíos, asomadas al cielo o al mar. Lo mismo ocurría en cuanto al cine y la pintura ante fachadas de ciertas casas que luego se harían inolvidables. Cuando Hooper pintaba en 1925 su “Casa junto a la vía del tren”, no podía imaginar que treinta y cinco años después , en 1960, apareciera de repente en una de las altas ventanas de esa casa, en medio de la noche, la sombra de Anthony Perkins disfrazándose y desdoblando su personalidad para actuar violentamente en ”Psicosis”. La casa naturalmente no era la misma que había pintado Hooper años atrás, pero su imagen se había quedado en la memoria de Hitchcock y las nieblas nocturnas la habían ido levantando cinematográficamente para la escena de la ducha, el cuchillo, y el suspense.”

José Julio Perlado

(del libro ”La mirada” ) (texto inédito)

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

(Imágenes— 1– “Casa junto las vías del tren” (1925) – The Museum of Modern Art —-Nueva York/ 2– Psicosis (1960) y Hooper (1925j

UN FANTASMA DE JUVENTUD

Todo el horror de las guerras modernas— escribía Bernanos— parece realmente satánico. Las patrias arriesgaban ejércitos; el mundo, desde el primer momento, empeña hoy su juventud, y luego se organiza como si esta prenda no hubiera de serle restituida nunca. En efecto, nunca le será restituida, si las hostilidades se prolongan, porque una juventud reducida a la mitad, profundamente alterada en su fondo moral por una misión expiatoria asumida casi al salir de la infancia, a la edad en que, según la naturaleza, el ser tiene derecho a la protección, lejos de estar obligada a proteger a los demás…, esta juventud ya no es más que un fantasma de juventud, una juventud inmediatamente absorbida por la enorme, la opulenta Retaguardia, llegada al término de su madurez, madura al fin.”

(Imagen— twitter- ukranian)

LA INTIMIDAD HUMANA

“A a una persona nadie la llega nunca a conocer por completo, es decir, conocer de una manera total; nunca nadie llega al conocimiento del auténtico interior de una persona. Ni si- quiera ella misma se acaba de conocer completamente. Ni tampoco a lo largo de su vida, aunque esta vida sea muy larga. Existen numerosas aproximaciones para llegar a su interior, eso es cierto, ¿pero quién conoce de verdad a una persona con la que uno incluso puede hablar diariamente, por ejemplo, un esposo, una esposa, un hijo? Se dice que las madres conocen muy bien a sus hijos. Sí, quizá eso sea lo más aproximado, lo más cierto. Pero al ser humano en su profundo interior es muy difícil conocerlo. Ni siquiera, como digo, en el matrimonio se conoce la auténtica verdad de la otra persona, y eso aunque transcurran muchos años. A mí me ayuda siempre esa imagen tan plástica y normal, pero tan representativa, que solemos ver en las calles. Dos personas están hablando en una esquina y entre ellas, entre esos dos rostros, pasa un estrecho hilo de aire, un espacio, una pequeña corriente que naturalmente separa a las dos figuras y a los dos rostros. Ese estrecho pasadizo de aire es lógico que exista, pero simboliza también algo: nos recuerda de algún modo la constante y lógica separación entre dos intimidades que están hablando. Una intimidad se protege siempre de la otra intimidad que le interroga, y la que está enfrente hace lo mismo. Cada intimidad contará y desvelará solamente en esa conversación o en otra cualquiera aquello que ella quiera contar y de la forma en que lo quiera contar, o lo que en ese momento le interese contar y también ocultar; a veces incluso llegará a confesar cosas muy personales, pero nunca revelará todo por completo, es muy difícil que desvele toda su intimidad. Existe una frontera, existe una natural protección por uno mismo. Uno no desvela nunca todo. Además, hay cosas que incluso el propio yo no conoce.”

José Julio Perlado

páginas 163- -164 de ”Los cuadernos Miquelrius” ( editorial Funambulista)

(Imagen – Ad Reinhardt)

COLOR, COLOR Y COLORES …

Color, color y colores…

He aquí a Léger que se agranda como el sol de la época terciaria

Y que endurece

Y que fija

La naturaleza muerta

La corteza terrestre

Lo líquido

Lo brumoso

Todo lo que se empaña

La geometría nublada

La pomada que se reabsorbe

Osificación

Locomoción

Todo bulle

El espíritu se anima a menudo y se viste a su vez como los animales y las plantas

Prodigiosamente

Y he aquí

La pintura se convierte en esta cosa enorme que se mueve

La rueda

La vida

La máquina

El alma humana

Una culata del 7, 5

Mi retrato”

Blaise Cendrars- “Construcción” – “Diez y nueve poemas elásticos”- 1919

(Imágenes— 1-Léger- 1922- museo Rolf de Mare/ 2-Léger- lectura- retrato de la esposa del pintor- 1949/ 3- Léger- – the art wolf- Tate Liverpool)

GRUPO DE GENTE AL SOL

“Y aquí tienen, en esta Sala, ”Grupo de gente al sol”, de Edward Hooper, pintor americano nacido en 1882 y muerto en 1967 y del que sin duda habrán oido hablar. Si se colocan en el centro, aquí, vengan por aquí, si se colocan junto a mí en el centro, dijo el guía, podrán verlo mejor. Se trata, como ven, de cinco figuras mirando al sol, bueno, exactamente cuatro, cuatro figuras que miran al sol, porque hay una a la izquierda, ¿la ven?, que al parecer no está interesada por el espectáculo y prefiere sumergirse en la lectura. Pero la mirada está presente en todo este cuadro que data de 1960. Se diría que es la mirada hacia el sol y que de algún modo es también la mirada del sol, o al menos su resplandor, el que les mira. Al sol no le vemos, adivinamos su resplandor. Sorprenden muchas cosas en estas figuras de Hopper. Por ejemplo, su vestimenta, sus posturas, sus actitudes hieráticas, se diría que casi tensas, en absoluto abandonadas o relajadas, como ocurre cuando nos abandonamos al sol. Aparecen estos cinco personajes sentados en sillas, y sobre todo la mujer del sombrero y las gafas asombra porque sigue vestida con su mismo traje verde de calle y su pañuelo rojo o granate al cuello; por lo tanto, el sol no le puede dar más que únicamente en las mejillas y en el mentón o quizás algo de lo que le queda desnudo del cuello, pero muy poco; lleva gafas de sol para mirar al sol, pero no se ha desabrochado ni un botón del vestido, ni se ha puesto en traje de baño: da toda la impresión de que tal como ha llegado a la solitaria terraza de esta casa se ha querido sentar y colocarse, ávida de recibir los rayos de sol, deseosa de aprovechar el tiempo cuanto antes. También sus compañeros. Se han situado como si viajaran ante el sol, como si el sol se les pudiera escapar, como si el sol pasase solo una vez igual que pasa un ferrocarril o estuviera pasando el sol en estos momentos. Entonces el reflejo del sol pasa sobre sus caras, sobre sus chaquetas y sus pantalones, sobre sus calcetines. Ni siquiera se han quitado los zapatos, ni las medias, ni los calcetines, tampoco se ha quitado sus zapatos blancos, que asoman entre las piernas, la mujer del sombrero. ¿Qué tiene entonces este resplandor de sol para ser recibido así? ¿De qué están necesitadas estas cinco figuras?

Es un misterio. Lo que quizá ustedes recordarán si han visto otras pinturas de Hopper en otros museos, será tal vez el tratamiento casi continuo que este pintor hace de la soledad. Algunos recordarán sin duda ciertos cuadros suyos porque no se van fácilmente de la cabeza, como el de la mujer sentada en la cama mirando al sol matutino, o el de la mujer en una habitación de hotel, rodeada de maletas aún sin deshacer y que hojea un libro. Allí sí se puede percibir especialmente la soledad, y cualquiera de esos cuadros, y otros también, podrían perfectamente estar aquí, pero este museo ha preferido escoger este ”Grupo de gente al sol” porque la mirada en este cuadro prevalece sobre la soledad. En esta pintura no nos fijamos en la soledad, ni tampoco en el esbozo de esa casa presumiblemente vacía, típica de Hopper, sino lo que nos sorprende es la mirada de estos hombres y mujeres hacia el sol.

¿Pero es verdaderamente ese sol natural, el sol que nosotros conocemos, el que lanza su resplandor? ¿ O es otro sol distinto, quizá un resplandor metafísico, que llega de otro mundo, un resplandor pálido pero con mucha potencia extraña, un resplandor aparentemente tenue, como una luz que se posa y baña e ilumina el sombrero blanco de la mujer y el cráneo desnudo de algunos de estos personajes? Sabemos que Hooper pintaba sus cuadros primero en su mente, dibujando y concretando todos sus detalles, sus planos, encuadres y colores, y luego llevaba todo eso al lienzo; así él lo contó muchas veces. Entonces, ¿cómo y por qué se le ocurrió representar a hombres y mujeres impecablemente vestidos mirando al sol? . Por otro lado, aquí Hooper no presenta ventanas, como ustedes pueden ver. Las ventanas son muy características en su obra; a través de ellas se observa el cielo, el sol o la luz. Pero aquí Hooper no utiliza ventanas; es el contacto directo del rostro y de los ojos con el resplandor. Ni los personajes se despojan de sus vestiduras, ni tampoco hay intermediario alguno entre ellos y el sol.
Todo son preguntas. Yo les animo a que se hagan esas preguntas. Es una forma de intentar explicarse este cuadro.”

José Julio Perlado

(del libro ”La mirada”) (texto inédito)

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

(Imágenes-1- Hooper—“Grupo de gente al sol”-1960–American Art Museum- Washington/ 2- Hooper—“Sol en una habitación vacía” —1963-colección privada/ 3-Hooper — “Habitaciones junto al mar”-1951- Yale University Art Gallery New Haven—Legado de Stephen Carlton Clark))

VIAJES POR EL MUNDO (48) : SCIARA (SICILIA)

Habíamos vuelto a bajar al camino: en pocos minutos : llegamos a Sciara—-escribe el italiano Carlo Levi en sus ”Tres jornadas en Sicilia”—. Una calle cruza el pueblo de extremo a extremo, subiendo y bajando, y en la mitad está interrumpida por una plaza en que se ve el águila del monumento a los caídos. Partiendo de esta calle, suben hacia el castillo y bajan hacia el valle las calles transversales, anchas, empinadas, pedregosas como cauces de torrentes. Son ””sciare”, franjas, ríos de piedra que se precipitan hacia el valle. Subiendo por ellas, entre cabras, asnos y vacas, y las bajas casitas de piedra, se ve el castillo, hacia el cual todas convergen. Visto de cerca es un modesto castillejo, casi tan sólo una ”villa” señorial abandonada y ruinosa; pero la alta roca a pico sobre la cual está construido y los cercos espinosos de tunas que la rodean, le dan un aspecto militar y rapaz, como de fortaleza aislada e inatacable, un lugar de segregación sangrienta y de desprecio.

¡Qué paz, sin embargo, al subir! La campiña baja hasta el pie del monte Calogero envuelto en nieblas, un silencio solemne se extiende sobre la tierra, un intacto encanto pastoril arropa los árboles, las plantas, las rocas, el oro de los pájaros, las azules lejanías. Asomándose desde lo alto, todo el pueblo se muestra como un libro abierto, y nada queda oculto a la mirada. Todas las calles de Sciara, todas las casas, todas las personas sentadas en ellas, se ven como en un gran cuadro sin sombras. Y el que vive abajo, el que está en aquellos umbrales, habita en aquellas casitas, siente sobre sí fijos los ojos del gran pajarraco rapaz.

Imágenes-1- hombre siciliano- wikipedia/ 2-Sciara-senderismo/ 3- Sciara)

LA SOMBRA

”Una estatua está siempre presente por sí misma. En la soledad de la estatua — decía Giorgio De Chirico en 1919 — , el tiempo, a través de las estaciones, no produce más que un solo fruto: la sombra. La sombra es la vida reflejada por la estatua, su movilidad mágica.”

(Imágenes—1- Giorgio de Chirico- “Plaza”— museo de Bellas Artes de Buenos Aires/ 2-Word Press)

RECUERDOS DE CHAGALL

“… No encuentro palabras para traducir los momentos de la plegaria de la tarde.

En esta hora, el templo me parecía totalmente poblado de santos.

Lentamente, gravemente, los judíos desplegaban sus velos sagrados, llenos de lágrimas de todo un día de rezos.

Sus vestidos se desplegaban como abanicos…

Me ahogo. Me quedo sin aliento.

¡Día infinito! ¡Tómame, hazme más próximo a ti. Dime algo, explícate!…

Si Tú existes hazme azul, fogoso, lunar, ocúltame en el altar con la Thora, haz algo, Dios, en nombre de nosotros, de mí…

Pronto saldrá la luna, la media luna.

Las velas están agotando sus luces…

Mientras la vela sube hasta la luna, la luna baja volando a nuestros brazos.

El camino es plegaria. Las casas lloran.

El cielo pasa por todos los lados.

Las estrellas se alumbran y el aire fresco entra por la boca abierta.

Así es como volvemos a casa”

Marc Chagall – “Mi vida”

(Imágenes— 1- Chagall- “Soledad” – 1933- museo Tel Aviv- regalo del artista/ 2- Chagall sobrevolando Vitebsk/ 3- Chagall- París visto a través de una ventana 1913- museo Solomon R. Gugenheim)