
Hay que dormirse arriba, en la luz.— escribía María Zambrano.
Hay que estar despierto abajo en la oscuridad intraterrestre, intracorporal de los diversos cuerpos que el hombre habita : el de la tierra, el del universo, el suyo propio.
Allá en los ”profundos” , el corazón vela, se desvela, se reenciende en si mismo.
Arriba, en la luz, el corazón se abandona, se entrega. Se recoge. Se aduerme al fin ya sin pena. En la luz que acoge donde no se padece violencia alguna, pues que se ha llegado allí, a esa luz, sin forzar ninguna puerta y aun sin abrirla, sin haber atravesado dinteles de luz y de sombra, sin esfuerzo y sin proyección.”

(Imágenes—1 -He Zubin- 2007- artnet/ – Felix Valloton)