PALABRAS, PALABRAS…

Palabras, palabras, palabras, le dijeron las voces desde fuera del tiempo, alas abiertas de palabras descendiendo en picado, dándose contra los muros y contrafuertes, atontadas, resplandecientes, nuevas y antiguas palabras poniendo sus huevos en diccionarios abiertos, palabras que has usado en tus clases, siguieron diciéndole las voces, las has mezclado y barajado, con tus ojos las recogiste de los libros, las lanzaste al aire con tu lengua, con los dientes, las modulaste con las encías, envueltas en saliva, masticadas por las muelas, cocidas en la cocina de tu boca, armadas, estructuradas, puestas en pie, afiladas, firmes, disparadas como proyectiles sobre el público, en conferencias, en congresos, sobre alumnos, palabras que entraron por los oídos y llegaron al cerebro, palabras, ¿las recuerdas?, tumbadas entre sábanas de hojas, somnolientas, perezosas, dándose la vuelta al dar la vuelta tú a cada página, palabras que bostezaban al irse despegando del ojo que leía, palabras entumecidas, palabras que fueron pesadillas… Tú pronunciaste esas palabras, ¿ las recuerdas?, y las escribiste luego en el pequeño cuaderno azul que llevas siempre en el bolsillo, las reuniste en tus manuscritos, les diste golpecitos en las sienes con las teclas del ordenador para que quedaran iluminadas en la pantalla.

—Una palabra vale mil imágenes— le dijo de pronto una voz desde fuera del tiempo.

—No. Una imagen vale mil palabras— le corrigió otra voz.

¿Quién tenía razón de las dos?”

José Julio Perlado

(Imagen- Lovis Corinth)

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