FLOR BAlLARINA

“ Es amarilla y muy despeinada. El tallo tiene cuatro zarcillos. Se abre en pleno estío, al alba, con el sol. Los pétalos nacen a pequeños impulsos, delgados y redondos. Y cuelgan hacia abajo. Esparce un perfume entre silvestre, es decir, seco, y de hierba segada, es decir, húmedo. Cuando ha volcado hacia afuera todo su esplendor, los zarcillos se despliegan y se enrollan a las ramas más próximas: quedan tensos, como alambres. Prisionera, inicia un trabajo extenuante de liberación. Lentamente se vuelve sobre sí misma, da pequeñas sacudidas, a derecha e izquierda. Adelante, atrás. Prueba, y cuando después de paciencia y pesar solo ha conseguido estar enroscada, cesa todo esfuerzo. Y empieza a rodar a la inversa, se desenrrolla despeinada, pétalos extendidos. Cuando cesa el impulso, vuelve a enrrollarse con voluntad infinita y a desenrollarse deprisa, sin saber por qué. Este sufrir dura horas y no se acaba hasta que el tallo se rompe a ras de los zarcillos y la flor cuelga hacia abajo. Si pasa un alma caritativa y advierte el mal a su inicio — y lleva tijeras— , corta los zarcillos y la flor puede vivir en paz. Si es un alma cruel, la deja estar y encima se divierte.”

Mercè Rodoreda- “Flor bailarina”- “Flores de verdad”- “Viajes y flores”. (1980)

(Imagen — Jasmina Danowski – 2008– artnet)