LOS DOS MÉTODOS DE ESCRITURA

Los tres elementos de la teoría de la novela que anotó Flaubert ya cuando era muy joven son: el escritor se sirve sin escrúpulos de toda la realidad; el escritor debe tener una ambición totalizadora; y tres: la novela debe mostrar, no juzgar. La célebre novela que Flaubert escribió fue compuesta durante cuatro años, siete meses y once días; contenía 208 cambios añadidos o modificados a la edición original; se conservan en la Biblioteca Municipal de Rouen, 46 hojas grandes con el ”plan” o escenario de la obra (argumento, caracteres de los personajes, división en capítulos…) — algo extremadamente importante en el trabajo de este autor —, 1.788 hojas de borradores escritas por ambas caras y llenas de anotaciones, tachaduras y agregados, y 487 hojas, que constituyen el manuscrito definitivo.

Vargas Llosa, en el estudio pormenorizado que hizo del proceso creador de este libro, resalta la importancia de ese “plan” premeditado del escritor, que al parecer trabajaba con dos páginas en blanco, una al lado de la otra. En la primera, escribe con letra pequeña y dejando grandes márgenes, la primera versión de cada episodio. Luego pasa a la siguiente página y avanza muy despacio. Un buen día de trabajo puede significar media página definitiva, pero hay jornadas dedicadas a componer una sola frase. (Se llega al estilo — confesaba el autor en una de sus cartas — con un trabajo atroz)

De todos modos, lo importante y lo que regula todo en Flaubert es el”plan”: saber a dónde se va. ”Un libro — decía— es una manera especial de vivir en un medio dado.” Pero este escritor, como señala Vargas Llosa, no es únicamente alguien preocupado exclusivamente con el lenguaje. Es el orden del relato, la organización del tiempo, la gradación de los efectos, la ocultación o exhibición de datos.

Es una manera, en el fondo, de escribir y es esencialmente un método. Otros, en cambio, prefieren otro método distinto: rechazan cualquier ”plan” y salen a la aventura de descubrir un mundo página a página, sorprendiéndose ante lo desconocido.

(Imagen — Lisbeth Zwerger)