
Las llamas diarias del volcán en la isla de La Palma me llevan hasta las páginas de Gaston Bachelard en su ”Psicoanálisis del fuego”. Allí recuerda el autor una curiosa obra de juventud de George Sand titulada ”Histoire de Rèveur” en donde aparece un volcán imaginado más que descrito. ”Para ver de madrugada Sicilia, en ascuas sobre el mar —dice Bachelard—, el viajero escala las pendientes del Etna al atardecer. Se detiene para dormir en la Gruta de las Cabras pero no logrando conciliar el sueño, el viajero sueña con los ojos despiertos ante la fogata del abedul (…) Cuando el ensueño está concentrado, aparece el genio del Volcán. Danza “sobre las cenizas azules y rojas, montado en un copo de nieve que arrastra el huracán” Y arrastra al Soñador. ”Ven, mi rey. ¡Ciñe tu corona de llamas blancas y de azufre azul de donde escapa una lluvia chispeante de diamantes y zafiros!” Y el Soñador, dispuesto al sacrificio, responde:”¡Aquí estoy! Envuélveme en ríos de lava ardiente, estréchame en tus brazos de fuego. Me he engalanado con tus colores. Revístete tú también de tu ardiente vestidura de púrpura. Cubre tus espaldas con tus resplandecientes hábitos ¡Etna, ven, Etna!, rompe tus puertas de basalto, vomita el betún y el azufre . ¡Vomita la piedra, el metal y el fuego…! En el seno del fuego la muerte no es la muerte. La muerte no sabría estar en esta región etérea a donde tú me llevas… Mi cuerpo frágil puede ser consumido por el fuego; mi alma debe unirse a los sutiles elementos de que tú estás compuesto. ¡Pues bien!, dice el Espíritu, arrojando sobre el Soñador parte de su roja capa, di adiós a la vida de los hombres y sígueme a la de los fantasmas.”
Se ha hecho, pues, literatura sobre los volcanes. Y cuando uno vuelve a asombrarse ante la explosión diaria de La Palma y ve caer ardientes tonos azules y rojos, violáceos, amarillos, hacia el mar, recuerda que Bachelard dice que ”las cenizas han sido consideradas a menudo como verdaderos excrementos de la naturaleza.”
José Julio Perlado
(Imagen—foto: Yiorgos Karahalis)