VISIONES DE MADRID

“Madrid es una historia interior sin ninguna salida al mar. Cuando los madrileños de nación nos pensamos Madrid —- escribe la historiadora del arte Natacha Seseña—, recordamos el calor, el polvo y la luz. Y la brisa. Tal vez Madrid es sólo eso. Luz al atardecer y los vencejos que volvían cuando los exámenes. Y el polvo de los desmontes de la Moncloa todavía iguales en los años 40 a como los pintó Goya. Amapolas de la Facultad y el pinarcito. Todo modesto. Visillos y ventanas por donde un frío implacable se colaba siempre. Madrid, cañada. Faroleros y aguaduchos con horchata y patatas fritas. Niños jugando con el agua de la manga riega, estrangulándola con la reseca tierra para hacer puentes. Vila- corte con un alcázar rodeado de modestas casas y conventos. Parece natural, entonces, que la falta de alharacas haya condicionado también a los madrileños, que son modestos intrínsecamente . Así, si se me permite, lo veo yo.”

(Imagen — Goya- Madrid)