“Hay muchos sistemas para ayudarse en la creación. Por ejemplo, los pequeños cuadernos abiertos con nombres preparados , dedicadas esas listas a consignar nombres y apellidos originales, saber mezclarlos, archivarlos, tenerlos así dispuestos para el momento de escribir una novela o un cuento. Simenon mantenía al alcance de su mano numerosas listas de teléfonos que abarcaban casi todos los países y de ellas extraía con precisión los nombres de sus personajes. Hoy con Internet no los necesitaría. Pero es importante hacerse con ese archivo personal de nombres, y sobre todo adecuar bien los nombres con los apellidos, situarlos en un lugar concreto y que correspondan de modo lógico a un país determinado, a un ambiente y a un oficio. Puede compararse esa labor de preparación de materiales a la que pueda realizar un pintor disponiendo antes de su trabajo los botes y las mezclas, o los instrumentos , por ejemplo, que vaya a emplear luego un escultor. Esos instrumentos de los que uno se sirve en la creación literaria no se limitan por tanto a plumas, lápices, ordenadores o impresoras sino también a apellidos y nombres dispuestos en listas propias, que uno mismo ha confeccionado. Quizá igualmente podremos tener necesidad de crear personajes que aparezcan en cuentos o novelas y que provengan de otras latitudes y así tendremos a mano, por ejemplo, a Karadjos, que es nombre yugoslavo, a Miroslav y Karel como nombres checos, a Tadeusz como polaco, a Elof y a Agda como suecos, etc, etc. No digamos nada de los más sencillos en los países más conocidos, pero siempre será útil tenerlos anotados – incluso añadiendo ya los apellidos que elijamos – para no perder ningún tiempo valioso mientras escribimos.
Ha habido sobre esto diversos autores que han confesado anotar nombres provenientes de tumbas de los cementerios, pero ya de por sí algunas esquelas en los periódicos – principalmente observando la lista, a veces larga, de los familiares – pueden quizá ayudarnos para elaborar nuestro propio elenco de personajes.
Se ha escrito mucho sobre los nombres de los personajes y no hay más que recordar lo que dice David Lodge en “El arte de la ficción”: “ en la novela, los nombres nunca son neutros ( …) Nuestros nombres de pila nos son dados generalmente con alguna intención semántica: tienen para nuestros padres algún significado agradable o esperanzador. Los apellidos, en cambio, son generalmente considerados arbitrarios, No esperamos, por ejemplo, que el señor Pastor vigile rebaños ni le asociamos mentalmente con esa ocupación.”
Y sin embargo Balzac cuidaba enormemente esos nombres y apellidos. Se proponía que en muchos de ellos se reflejaran contrastes y que hubiera correspondencia con la personalidad que los llevaba.. La señora Sauvage, por ejemplo, aparece realmente en una de las novelas como salvaje y cruel, el bondadoso Pons será llamado por su amigo alemán Bons, y este amigo, feísimo, se muestra en cambio con un apellido que en alemán significa “guapo”, “elegante”, otro personaje – Tonsard – (del latín “pondere”, desmochar árboles) será un experto podador, etc, etc.””
José Julio Perlado —“El proceso creador”
(Imágenes:— 1- Robert Doisneau – París 1940/2– Heinz Hajec Halke / 3- Fox fotos- Londres 1930)