“La más espléndida de las cualidades es la simpatía — escribe Sei Shonagon en “El libro de la almohada”—.Esto es especialmente cierto tratándose de hombres, pero también se aplica a las mujeres. Observaciones piadosas a la manera de : “¡Qué triste será esto para usted!” a alguien que ha tenido una desgracia o : “Puedo imaginar lo que siente” sobre un hombre que padece una pena, tienen que agradar por casuales y superficiales que sean. Si esto se dice a un tercero y no directamente a quien sufre, es aún más eficaz que si uno lo dijera directamente. El desdichado nunca olvidará nuestra bondad y querrá que sepamos cuánto nos ha conmovido.
Si se trata de alguien muy próximo y que espera preguntas simpáticas, el hecho no lo tocará especialmente, porque nuestra conducta era previsible. Una observación grata, comunicada por terceros tiene que dar felicidad. Todo esto es muy sencillo, pero la mayoría de la gente no se preocupa. Se diría que los hombres y las mujeres de buena cabeza suelen no tener buen corazón o cabe suponer, sin embargo, que hay personas inteligentes y buenas.”
(Imágenes—1– Frederick Sandys/ 2-Liao Chi Chun – 1968)