“Bueno – decía Saroyan —, un escritor debe decir lo poco que tenga que decir, por poco que sea. Tiene que decirlo y repetirlo, como han hecho todos los escritores, que han dicho lo poco o lo mucho que tuvieran que decir y luego lo han repetido una y otra vez. ¿Y qué han dicho? En realidad, nada, siempre lo mismo, cambiando el nombre del macho y cambiando el nombre de la hembra, pero cada uno de ellos igual a todos los de los otros libros, cada uno de ellos vivo en el tiempo.”
Hay libros que pueden quedar en la memoria especialmente por el título. “Lo importante es no morir”, la autobiografía de William Saroyan, parece que ahora permaneciera en nosotros precisamente por ese título, en el momento en que el escenario de la vida está ensombrecido de muertes y enfermedades. El arte de titular es bien difícil. García Márquez lo tenía : ‘Una mujer con importancia”, “Metafísica de la cocina”, “Fantasía de los osos rítmicos”, “ El asesino de los corazones solitarios”, “Las esposas felices se suicidan a las seis”, “Me alquilo para soñar’” , “ El amargo encanto de la máquina de escribir”, y un largo etcétera.
William Saroyan, nacido en 1908, armenio de California, narrador nato y optimista inveterado, se consideraba a sí mismo un ser maravilloso e insensato – como así lo constata el historiador Marc Saporta —, de forma que se puso a contar de la manera más poética del mundo cuál era su concepción del universo y por qué el mundo era maravilloso por diferentes motivos. Algunos de sus títulos fueron “Mi nombre es Aram”, “El atrevido muchacho del trapecio”, “El asirio y otras historias” o “Amor, me descubro ante ti”. “ Yo he escrito — decía Saroyan— para cambiar el orden de las cosas. América es la nueva forma del más viejo sueño de la humanidad” . Repetía : “Lo importante es no morir”.
Siempre creía que las cosas acabarían bien.
(Imågenes- 1-Constantin Korovin /2- James Hilliard/ 3- Vassily Kandinsky)