“A mi modo de ver la Historia universal, lo realizado por el hombre aquí abajo — decía Carlyle en “Los héroes” —es, en el fondo, la historia de los grandes hombres que entre nosotros laboraron. Modelaron la vida general grandes capitanes, ejemplos vivos y creadores en vasto sentido de cuanto la masa humana procuró alcanzar o llevar a cabo: todo lo que cumplido vemos y atrae nuestra atención es el resultado material y externo, la realización práctica, la forma corpórea, el pensamiento materializado de los grandes hombres que nos enviaron. Su historia, para decirlo claro, es el alma de la historia del mundo entero.
El gran hombre es foco de vívida luz, manantial en cuyo margen nos extasiamos, claridad que disipó las sombras del mundo.”
Carlyle dedica sus páginas, entre otros, a Dante y a Shakespeare, a Johnson y a Cromwell, también a Napoleón.
Pienso que hoy habría otro Carlyle contemporáneo que escribiría sobre los enfermeros y sanitarios anónimos del mundo y a las 8 se uniría a los aplausos.
(Imagen —1- Lucas Fowler)