VIAJES POR ESPAÑA (22) : PALAMÓS

“Palamós es una escala muy concurrida y cosmopolita— cuenta Josep Pla en ”El cuaderno gris” —, llegan muchos barcos y los establecimientos de bebidas están ocupados por una numerosa y abigarrada marinería extranjera. En los barcos de vela que van a Francia, he oído tocar adorables, nostálgicos acordeones. Los ” trampa”, los barcos de gran tonelaje, no parecen acarrear ninguna forma de sentimentalismo marinero tradicional. En estos barcos se suelen ver marineros que dan un poco de miedo. Parece mentira que estos hombres que hacen esta vida al aire libre, aparentemente tan sana, pueden llegar a presentar estas caras rotas, esta piel de color de pus, estos ojos arrasados por el alcohol. Con el pañuelo blanco al cuello y los tatuajes, parecen presidiarios que se han escapado del penal.

Palamós es una población deliciosa. Lo peor de la villa son los chalets suizos y los modernistas. Quizá haya menos de los que ahora me imagino, pero son tan visibles que llegan a convertirse en obsesión. El Palamós tradicional, las casitas blancas alineadas delante de la bahía, son un encanto. La luz de Palamós es literalmente inefable. Los señores de la población toman el sol del paseo con un aire de plena e íntima satisfacción. Esta población — que es, de las de mi país, la que, si pudiera, escogería para vivir— tiene tres cosas únicas: la luz, la bahía y las puestas de sol vistas desde el faro o desde la plaza del Casino.

( Imágenes— 1 y 2- Palamós— wikipedia)

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