
“Un buen día — le confesaba Dalí a Lluís Permanyer— , mi familia decide comprar la mejor cubertería de plata. Durante algunos meses no se habla de otro tema. Optan por organizar la ida a París. Mi hermana, mi tío y yo emprendemos viaje. A la hora de la verdad la adquieren en Bruselas, pues, según me pareció entender, resultaba más barata que en París. Y, para no pagar impuestos, al llegar a la frontera francesa mi hermana y mi tía escondieron cucharillas, tenedores, cuchillos y demás entre los refajos, debajo del corsé… Pero cuál no fue su estupor cuando ven a una aduanera, ¡enorme y mal encarada aduanera! , que hundía una especie de sable que llevaba en la mano en paquetes y maletas para tratar de descubrir el contrabando. De pronto, mi tía y mi hermana desaparecen. Resultó que, muertas de miedo ante la perspectiva de que aquella concienzuda mujerona pudiera hallar la cubertería de plata que intentaban pasar sin declarar, decidieron ir al retrete: allí sacaron cucharillas, tenedores, cuchillos y… ¡ los tiraron agujero abajo!

Yo quería visitar a Picasso — seguía contando Dalí repasando sus recuerdos —. Llevaba un regalo para Picasso. Era una tela acerca de la que Alexandre Plana había escrito los pertinentes elogios. Por cierto: no he vuelto a saber nada más de ese cuadro. Lo voy a describir por si alguien sabe de su paradero. Medía un palmo cuadrado y se titulaba ”La noia de Figueres”. Lo pinté según el estilo de la escuela holandesa. La ”noia” aparecía con un vestido de encaje y estaba sentada en el comedor; a través de la ventana se veían las letras FORD en lo alto de una casa vecina. Eran calcadas de las que aparecían en la agencia Ford de Figueras. Las pinté de color azul. Este elemento, que hoy sería calificado de pop, destacaba de aquel conjunto netamente clásico y, como es lógico, causó un fenomenal escándalo en la ciudad.
Pues bien, cuando llegué a casa de Picasso yo llevaba esa tela, cuidadosamente envuelta, bajo el brazo. Picasso vivía en la rue de la Boétie. Lo primero que le dije a Picasso fue que había decidido visitarle primero a él que al Louvre. Picasso ni pestañeaba. Me respondió: ”Ha hecho usted muy bien”. Inmediatamente le entregué “ La noia de Figueres”. Lo examinó durante casi un cuarto de hora, sin decir esta boca es mía. Luego me condujo al taller y me mostró las telas que allí tenía. Así estuvimos dos horas. Yo tampoco hice el menor comentario- añadió Dalí—. Esa fue mi primera entrevista con Picasso. Años más tarde seguí relacionándome con él, y puedo decir que soy el único pintor que hasta el presente ha colaborado con Picasso. Fue cuando la revista ”Minotaure”.
Tiempo después, un día Picasso me dijo: ”Llévese esta plancha y añada lo que mejor le plazca”. Cogí la plancha y grabé dos huevos al plato, pero sin el plato. Entonces, cuando se la devolví, Picasso grabó a su vez en esa misma plancha. Así entablamos un fructífero e interesante diálogo artístico, y llegamos a realizar hasta cuatro intercambios. Tales obras no han aparecido jamás, y Picasso me confesó en una ocasión que se las habían robado; era cuando yo vivía en rue l’Université.

Dalí recordaba también sucesos de Madrid: ” cuando fue anunciada la visita de Alfonso Xlll a la Academia de Bellas Artes De San Fernando, el grupo revolucionario amenazó con no asistir. El Rey fue recibido con frialdad. Al final se preparó la foto de rigor: Alfonso Xlll entre los alumnos. Rechazó el sillón que le ofrecieron y se sentó en el suelo. Acto seguido atenazó con el pulgar y el índice el cigarrillo que fumaba, y lo proyectó con increíble y pasmosa precisión: la colilla describe una parábola perfecta y va a caer limpiamente en el centro mismo de una escupidera que estaba a más de dos metros de distancia. Nos quedamos estupefactos, atónitos — recordaba Dalí—. Alfonso Xlll acababa de realizar una hazaña que todos los presentes envidiaban y querían imitar, y además no hay que olvidar que, con aquel gesto típico de un chulo madrileño, Alfonso Xlll se había identificado con el pueblo. Provocó tal entusiasmo que prorrumpimos en un espontáneo y unánime: ” ¡Viva el Rey!”.
