
“Todo el día por la Serra Amarela, visitando fosos cavados para cazar lobos — escribe el portugués Miguel Torga— . La Serra Amarela es uno de los parajes yermos más perfectos de Portugal. Situada entre Gerês y Lindoso, sus pliegues son amplios, profundos y solemnes. No tienen ermitas ni romerías y la cruzan los lobos, los jabalíes y las corzas. El mal de la repoblación oficial a base de pinos no ha llegado todavía aquí. De modo que vive en ella el soplo claro de las aves en libertad y la sonrisa abierta de los grandes soles. No hay más camino que los que hace el zorro, ni más posadas que las chozas de los pastores. Es el Portugal medular, la Iberia en su pureza esencial y granítica. Un acebo aquí, urces milenarias allí, un roble en una garganta. No hay corazón entre el Duero y el Miño que no se sienta arropado y reconfortado en un suelo como éste.”
