
“Ser novelista es una aventura — le decía Carmen Laforet a Manuel Del Arco — porque es algo vital ser novelista y la vida toda me parece una aventura. Si soy sincera, y según lo que se llame acertar en la vida, sí creo que he acertado. Sobre todo he sido y soy sincera. El único camino que busco es la sinceridad. Las novelas se escriben por una necesidad espiritual; los demás géneros literarios, incluidas las conferencias, son mi medio de vida de escritora. Ser escritor como profesión económica, no merece la pena; el resto, sí. Para mí escribir supone una parte de las muchas que me llenan espiritualmente. Creo que “Nada” fue una obra sincera, lo mejor que yo pude escribir en aquel momento y a esa edad. Pero creo que “La mujer nueva” es la mejor de mis novelas. Nunca me he considerado necesaria en el campo literario; no hay nadie necesario. Sí creo que aporté algo, quizás una nueva forma de expresión, con “Nada”, que abrió el camino a una generación de posguerra. Pienso también que el consejo en el momento de la creación literaria es perjudicial, y es después, cuando en algunos casos puede orientar al autor para su obra futura. Tengo muchas ideas en la cabeza, pero nunca cuento las ideas: las escribo. Pienso que soy novelista porque eso ha surgido por mi amor a la vida, pero yo me concibo como Carmen Laforet sus labores, que es lo que he puesto en mi documento de identidad.”
( en el centenario del nacimiento de Carmen Laforet)
(Imagen— Liu Weib- artnet)