TURNER, AGUA Y SANGRE

 

“Pensemos en algunos de los últimos cuadros de Turner — decía John Berger en 1972 — e imaginémonos en la pequeña barbería londinense: agua, espuma, vapor, metal reluciente, espejos empapados, blancas palanganas o jofainas en las que el barbero agita con la brocha agua jabonosa, los detritus depositados en ella. Consideremos la equivalencia entre la navaja de su padre y la espátula que, pese a la crítica y la moda del momento, Turner insistía en utilizar tan extensamente . Y algo todavía más profundo, en el nivel de la fantasmagoría infantil, figurémonos esa combinación, siempre posible en una barbería, de sangre y agua, agua y sangre. A los veinte años, Turner planeó pintar un tema del Apocalipsis  titulado “El agua se convirtió  en sangre”. Nunca llegó a pintarlo. Pero visualmente, mediante las puestas de sol y los incendios, este llegaría a ser el tema de cientos de sus obras y estudios posteriores.

 

 

La violencia en los cuadros de Turner parece elemental: está expresada por el agua, el viento, el fuego. En algunas ocasiones se diría que es una cualidad que pertenece tan solo a la luz. Escribiendo a propósito de una obra  tardía llamada  “ El ángel de pie en el sol”, Turner hablaba de la luz como de algo que “devora” todo el mundo visible (..) Ya he sugerido que tal vez esta visión se debiera en parte a ciertas experiencias de infancia.  Turner vivió durante la primera fase apocalíptica  de la Revolución industrial en el Reino Unido. El vapor era algo más que lo que inundaba la barbería paterna. El bermellón tenía que ver con los altos hornos tanto como con la sangre. El viento soplaba a través de las válvulas tanto como sobre los Alpes. La luz, que a él le parece devorar todo el mundo visible, era muy parecida a la nueva energía productiva que estaba desafiando y destruyendo todas las ideas previas sobre la riqueza, la distancia, el trabajo humano, la ciudad, la naturaleza, la voluntad divina, los niños, el tiempo. Es un error pensar en Turner como en el virtuoso pintor de los efectos naturales, que era más o menos cómo se le valoraba  oficialmente hasta que John Ruskin ofreció una interpretación de su obra mucho más profunda.”

 

 

(Imágenes—1-Turner- 1884- museum syindicate/ 2-Turner- 1843- tate gallery/ 3- Turner- 1843)

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