LA INTELIGENCIA Y LA ESTUPIDEZ

 

 

“La inteligencia completa, equilibrada, fecunda, es un caso tan insólito — dice el pintor, escritor  y músico Alberto Savinio —; el esfuerzo que hace el hombre por subir los escaños de la inteligencia es tan doloroso, tan desesperado; los daños que resultan de una inteligencia incompleta son tanto más grandes que los que pueden derivarse de una estupidez franca y dócil, que, poco a poco, surge una serie duda sobre el valor efectivo, sobre la utilidad de esta tan decantada, tan añorada inteligencia. El mismo ardor, la ambición misma que el hombre pone en la búsqueda de la inteligencia, ¿ no serán, acaso, prueba sumamente persuasiva de que la inteligencia es una condición innatural, inhumana? El hombre desea  ante todo lo que no posee, lo que no puede, no debe poseer. Y, entre las cosas que desea el hombre, como amor, salud, riqueza, honores, ¿ no es acaso la inteligencia la principal de todas, la gran deseada?  Pero la estupidez, esa cenicienta, la pobre, la modesta, la despreciada, la vilipendiada estupidez, es aquella a la que, en el fondo, se vuelve el verdadero, el espontáneo, el duradero amor del hombre(…) De todas las decepciones de la inteligencia, caprichos, perfidias, traiciones, es ella la buena, la magnánima estupidez, la que nos consuela a fondo. Es ella la paciente, la fidelísima, quien, después de todos los pecadillos y tropezones de la prolongada juventud, nos espera en el rincón del hogar, para  compartir con nosotros, en idilio dulcísimo,  la paz de nuestra  vejez.”

(Imagen-:  foto: Xuebing du)