LO QUE ME GUSTA Y NO ME GUSTA DE PARÍS

 

 

“Me gusta que en este París los cafés y las librerías se apiñen unos contra otros como si se apoyaran (el encuentro del espíritu y de los hombres) – escribe el serbio Danilo Kiš en 1982 -: no me gustan las argucias literarias estructuralistas pseudocientíficas, ese esfuerzo noble y vano de reducir el pensamiento a una fórmula de Einstein y sé que una obra puede desmontarse como un mecanismo de relojería y puede volverse a montar para que lata como un corazón humano; no me gusta la politilización general de la cultura francesa, su “compromiso”, el envenenamiento de los manantiales poéticos puros; me gusta  cómo reacciona París ante los acontecimientos actuales: con viveza, pasión, parcialidad; no me gusta el egocentrismo, el maniqueísmo parisino, francés, que reduce todo a una absurda fórmula simplificada de izquierda y derecha, como en el día del Jucio Final; me gusta la biblioteca ambulante que es el metro, este anexo de la Biblioteca Nacional sobre raíles;

 

 

me gusta mucho la tolerancia de París, donde hay sitio para cada tendencia ideológica, política o literaria, ese amplio espectro de posiciones antagónicas que viven bajo el mismo techo como una gran familia ruidosa y peleona ; no me gusta la memoria corta de la “intelligentsia” parisina que ha rechazado la duda, la brújula intelectual más valiosa, y durante años ha pecado desenfrenadamente contra la verdad, contra la evidencia y contra la libertad; me gusta su preocupación por la libertad, porque incluso cuando ha pecado contra la verdad, lo ha hecho porque la libertad le preocupa; no me gusta ver a la multitud de chicos y chicas que en la librería, en la FNAC, se reúnen alrededor de la ‘fuente de la sabiduría” y, en silencio solemne, religioso, leen sus cómics, ausentes y obnubilados; me gusta la generosidad de París que celebra a Joyce, que ha comprendido el genio de Faulkner, que ha revelado al mundo la literatura latinoamericana;

 

 

me gusta que en París cohabiten editoriales, restaurantes y librerías, uno tras otro, igual que se suceden una tras otra las secciones de “Libros” y “Restaurantes” de los periódicos y revistas parisinos, porque París, a pesar de todo, sigue siendo la gran cocina europea, la gran cocina mundial de las ideas; no me gusta que en esta cocina de vez en cuando se cuezan a fuego lento guisos dudosos que se ofrecen al mundo como especialidades de primera clase, nacionales o exóticas;

Pero, discúlpenme, esto ya no es el París literario, no es más que una barca que ahora baja por el canal de Saint-Martin…. Porque, fíjense, aquí, en París, al menos para mí, todo es literatura. Y París, a pesar de todo, sigue siendo la capital de la literatura.”

 


(Imágenes- 1- Jean Fusaro/2-Konstantin Korovin  – 1908/ 3-Gustave Caillebotte/ 4- Rik Wouters)

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