SIRI HUSTVEDT

 

“En nuestra casa de Brooklyn, todo el mundo nos despertamos a las siete. Paul y yo bebemos nuestro café y cuando estoy sola aprovecho para arreglar un poco la casa – revelaba  Siri Hustvedt en  1998 – . Sí, yo soy un poco maniática, pero me es imposible escribir en un entorno caótico. Me pongo a trabajar hacia las ocho y media, y reemprendo la novela en la cual trabajo desde hace tres años y de la que he escrito innumerables folios. Escribir, evidentemente, es un  extraño asunto… Con frecuencia  he  pensado que sería divertido filmar a los escritores mientras escriben; habría muy poco que ver a pesar de la intensidad de su trabajo. De hecho, y contrariamente a lo que acabo de decir,  yo me encuentro muy rápidamente en trance de abrir y cerrar los ojos, balancearme sobre mi silla y rascarme la barbilla.  Pienso que un film sobre esto sería muy aburrido contemplarlo, y por tanto estoy muy feliz de que la escritura permanezca como un acto solitario. Yo suelo escribir  en el cuarto y último piso de nuestra casa, en una pequeña habitación blanca con paredes tapizadas de libros y de fotos. Sentada ante la ventana, observo la copa de un árbol y un trozo de cielo,  me gusta mirar el cielo mientras hago una pausa  entre dos frases.

 

Mi marido escribe en la planta baja. Hay dos pisos entre nosotros.  De tal modo que yo no escucho sus idas y vendas, ni tampoco el ruido de su máquina de escribir y aún menos el paso de su pluma  sobre la hoja de papel. Cuando escribo, me da la impresión de que el tiempo no pasa.  Tras una comida ligera, que tomo en mi cuarto de trabajo – yogurt, fruta, sándwich, bebida -, escribo unas dos o tres horas más de la tarde. Tras seis horas de escritura me siento literalmente vacía y  estoy decidida a pararme.  Entonces, rápidamente  salgo fuera  y me dedico a hacer las compras para la cena. Eso quiere.decir que en nuestro barrio voy de tiendecita en tiendecita. Voy a mi panadería, a un vendedor coreano para las verduras y las flores, a una pescadería cercana a la antigua escuela de mi hija. Acompañada de Jack, nuestro perro, marcho  de comercio en comercio. Cuando no voy apurada, estos recorridos son un precioso momento de meditación (…) Mi marido permanece en sus minas de carbón unas cinco o seis horas más y únicamente aparece, agotado, para venir a cenar.

 

 

En nuestra mesa la conversación siempre es muy animada (…) En este momento del día yo estoy ya fatigada. Mi marido y yo charlamos y nos retiramos a nuestro dormitorio. Lo cotidiano es una bendición: evocar puede parecer aburrido pero vivir aporta realmente satisfacciones”.

(Pequeña  evocación en el día en que le conceden a Siri Hustvedt  el Premio Princesa de Asturias de las Letras).

 

 

(Imágenes-1- Siri Hustvedt /2-el puente de Brooklyn- 1998 – foto Barbara Mensch – artnet /3-  Siri Hustvedt y Paul Auster – actuail com/4 – Siri Hustvedt – Revista Santiago)

MUNDO INSÓLITO

 

 

”Dicen – aseguraba  Aristóteles- que en Egipto los frailecitos vuelan hasta las fauces de los cocodrilos y les limpian los dientes, extrayendo con el pico los restos de carne que se han incrustado en el interior de la boca: es muy beneficioso para los cocodrilos y por tanto no les hacen ningún daño.

Las cabras de Cefalonia no beben, al parecer, como los otros cuadrúpedos, sino que diariamente dirigen el hocico hacia el mar y abren la boca para que penetre en ella el aire.

Dicen que cuando las tortugas comen una víbora deben ingerir orégano; si no pueden conseguirlo de inmediato, mueren.  Muchos campesinos  que quieren comprobar si este fenómeno es cierto, cuando ven que una tortuga va en busca de orégano se lo quitan. Al cabo de poco tiempo, descubren al animal moribundo.

 

 

Dicen que los pelícanos devoran a los moluscos y tras haberlos triturado se encuentran en los ríos; luego, cuando han tragado una gran cantidad, los vomitan, de este modo comen la carne de los moluscos, pero no ingieren  las  conchas.

Dicen que en Cilene, en Arcadia, y en ningún otro lugar, los mirlos son blancos, emiten sonidos muy variados y vuelan  en dirección a la luna.  Si  alguien se encuentra con ellos durante el día, difícilmente conseguirá capturarlos.

Dicen que en Melos y en Cnido hay una miel llamada antino, de olor delicioso aunque poco persistente; también contiene pan de abejas.

Dicen que en Trebisonda en el Ponto se encuentra una miel de olor desagradable, que se obtiene del boj. Se dice que trastorna la mente de los que están sanos y cura, en cambio, a los epilépticos, hasta de modo definitivo.

Dicen que los erizos en Bizancio son capaces de percibir de dónde sopla el viento y, según sea del norte o del sur, cambian de inmediato de refugio.”

 

 

(Imágenes -1- Peter Straten/ 2- Nathalie Miranda- Galería de  bellefeuille/3- Ida Outhwaite)