«Que Soria, aislada, pobre, con su clima duro y a trasmano de las rutas importantes – escribía Dionisio Ridruejo en sus guías viajeras -, haya llegado a ser imagen familiar para los hombres de lectura se debe sobre todo a la peripecia biográfica de un gran poeta que vino a ella en los años de su primera madurez, amó, sufrió y encontró en sus paisajes el tema conveniente a su talante espiritual. Hoy se habla de la Soria de Machado más que de la Soria numantina, mito nacional indudable y que bastaría para explicar la atención de un cierto gremio de estudiosos. Si Soria es, sobre todo, la de Machado ello no sucede sólo por la mayor genialidad de nuestro poeta preferido, sino porque el sujeto se ajustaba bien a la óptica del contemplador, que era la dominante en un tiempo de crisis y esperanza. Por eso la imagen de Machado es ambigua. Su criticismo progresista, su patriotismo crítico, le llevará a convertir a Soria
en el paradigma extremo de la España menoscabada, sumergida bajo un pasado altisonante y debatiéndose por romper «hacia la vida» con la pesadumbre de sus tierras desnudas y de su resignación, tan mineral como la entraña de los páramos. Por otra parte, su intimismo de raíz idealista le llevará a la complacencia estética que la pena de amor y de ausencia dejará en su última depuración. Vista con uno de los focos, Soria será aislamiento, lucha casi imposible con los rigores del medio, postración consolada por la dignidad, esperanza de poco sostén y mucha intemperie. Vista con el otro, Soria será el paisaje subjetivable por excelencia, el paisaje-alma, con belleza que
apenas pide ayuda a los sentidos, impresionándonos desde la propia imaginación con el hayedo en el pinar, las hojitas del olmo o la mariposa del zarzal florido. Ni siquiera la referencia monumental le hace falta a Machado. La ciudad es «decrépita» y «bella bajo la luna». La sociedad es puramente tácita, mientras el paisaje más explícito va fundido a la tierra con algunos excesos de sombra. El alto llano con sus colinas próximas y sus montañas lejanas que tienen los colores del sentimiento – plateadas, cárdenas, azules, violeta, rosa – era lo suficiente».
(Imágenes.- 1.- Soria: ermita de San Saturio, a orillas del Duero- Wikipedia/2- Antonio Machado y Leonor/ 3.-palacio de los Condes de Gomara – siglo XVl- Wikipedia/ 4.- ermita de la Virgen del Mirón- Wikipedia)