ANTONIO MACHADO, A LOS 80 AÑOS DE SU MUERTE

 

 

 

“… Visto desde nosotros, observado a nuestra luz medio falsa – escribía de Machado Juan Ramón en “Españoles de tres mundos” – , era corpulento, un corpachón naturalmente terroso, algo de grueso tocón acabado de sacar; y vestía su tamaño con unos ropones negros, ocres y pardos, que se correspondían a su manera extravagante de muerto vivo, saqué nuevo quizás, comprado de prisa por los toledos, pantalón perdido y abrigo de dos fríos, deshecho todo, equivocado en apariencia; y se cubría con un chapeo de alas desflecadas y caídas, de una época cualquiera, que la muerte vida equilibra modas y épocas. En vez de pasadores de bisutería llevaba en los puños del camisón unas cuerdecitas como larvas, y a la cintura, por correa, una cuerda de esparto, como un ermitaño de su clase. ¿Botones? ¿Para qué?  Costumbres todas lógicas de tronco afincado ya en cementerio.

 

 

(…) Y no hubiera sido posible una última muerte mejor para su extraña vida terrena española, tan mejor, que ya Antonio Machado, vivo para siempre en presencia invisible, no resucitará más en genio y figura. Murió del todo en figura , humilde, miserable, colectivamente, res mayor de un rebaño humano perseguido, echado de España, donde tenía  todo él, como Antonio Machado, sus palomares, sus majadas de amor, por la puerta falsa. Pasó así los montes altos de la frontera helada, porque sus mejores amigos, los más pobres y más dignos, los pasaron así. Y si sigue bajo tierra con los enterrados allende su amor, es por gusto de estar con ellos, porque yo estoy seguro de que él, conocedor de los vericuetos estrechos de la muerte, ha podido pasar a España por el cielo de debajo de tierra.”

 

 

“(…) Y mire, él quería vivir – le decía Madame  Figueras a Joaquín Gómez Burón cuando éste la entrevistó para escribir suExilio y muerte de Antonio Machado” -: se le notaba, porque alegraba sus ojos cuando llegábamos a verlo y a interesarnos por ellos. Luego, al marcharnos, muy entrada la noche, el semblante se le ensombrecía, como si temiera que esa fuera la última vez que podría vernos. A su madre la trasladaron a otra habitación, poco después, para que no viera morir al hijo. A la pobre mujer, cuando preguntaba que dónde estaba “su Antonio”, le respondíamos que lo habían llevado a un sanatorio. ¡Qué hombre tan educado! Agradecía todo y sentía no poder correspondernos como hubiera querido. Merci, merci, decía continuamente, ante cualquier gesto amistoso o cualquier palabra de aliento. Le disgustaba no disponer de dinero para cubrir los gastos que estaba ocasionando el Hotel; sin embargo, aunque había traído mucho dinero, ¡mucho! – y me contaba este detalle abriendo los brazos y alzándolos sobre la mesa junto a la que estábamos conversando – era dinero de la República, y no valía nada. Parece mentira, pero ese hombre supo ganarse el afecto de todos los que le tratábamos. Y es que era muy bueno. Pregunte, pregunte usted a quien quiera y le dirá lo mismo, lo mismo que le estoy diciendo yo.”

 

 

(Imágenes -1- Antonio Machado con Margarita Xirgu en el Teatro Español el 26 de marzo de 1932/ 2-Antonio Machado – por Joaquin Sorolla- wikipedia/ 3- Soria – el semanal/ 4- Antonio Machado en los últimos días de su vida -Nueva tribuna)

¡PADRE MÍO!

 

 

”Esta luz de Sevilla… Es el palacio

donde nací, con su rumor de fuente.

Mi padre, en su despacho. — La alta frente,

la breve mosca, y el bigote lacio —.

Mi padre, aún joven. Lee, escribe, hojea

sus libros y medita. Se levanta;

va hacia la puerta del jardín. Pasea.

A veces habla solo, a veces canta.

Sus grandes ojos, de mirar inquieto

ahora vagar parecen, sin objeto

donde puedan posar, en el vacío.

Ya escapan de su ayer a su mañana;

ya miran en el tiempo, ¡padre mío!,

piadosamente mi cabeza cana.”

Antonio Machado“Soneto” –  “Nuevas canciones” (1925)

(Imagen – Pierre Auguste Renoir1876)

VIAJES POR ESPAÑA (9) : SORIA Y MACHADO

Soria-reb- ermita de San Saturio, a orillas del Duero- wikipedia

 

«Que Soria, aislada, pobre, con su clima duro y a trasmano de las rutas importantes – escribía Dionisio Ridruejo en sus guías viajeras -, haya llegado a ser imagen familiar para los hombres de lectura se debe sobre todo a la peripecia biográfica de un gran poeta que vino a ella en los años de su primera madurez, amó, sufrió y encontró en sus paisajes el tema conveniente a su talante espiritual. Hoy se habla de la Soria de Machado más que de la Soria numantina, mito nacional indudable y que bastaría para explicar la atención de un cierto gremio de estudiosos. Si Soria es, sobre todo, la de Machado ello no sucede sólo por la mayor genialidad de nuestro poeta preferido, sino porque el sujeto se ajustaba bien a la óptica del contemplador, que era la dominante en un tiempo de crisis y esperanza. Por eso la imagen de Machado es ambigua. Su criticismo progresista, su patriotismo crítico, le llevará a convertir a Soria

 

Soria- bgu- Antonio Machado y Leonor- paradas es

 

en el paradigma extremo de la España menoscabada, sumergida bajo un pasado altisonante y debatiéndose por romper «hacia la vida» con la pesadumbre de sus tierras desnudas y de su resignación, tan mineral como la entraña de los páramos. Por otra parte, su intimismo de raíz idealista le llevará a la complacencia estética que la pena de amor y de ausencia dejará en su última depuración. Vista con uno de los focos, Soria será aislamiento, lucha casi imposible con los rigores del medio, postración consolada por la dignidad, esperanza de poco sostén y mucha intemperie. Vista con el otro, Soria será el paisaje subjetivable por excelencia, el paisaje-alma, con belleza que

 

Soria-unnhy- palacio de los Condes de Gómara- siglo diecisiete- wikipedia

 

apenas pide ayuda a los sentidos, impresionándonos desde la propia imaginación con el hayedo en el pinar, las hojitas del olmo o la mariposa del zarzal florido. Ni siquiera la referencia monumental le hace falta a Machado. La ciudad es «decrépita» y «bella bajo la luna». La sociedad es puramente tácita, mientras el paisaje más explícito va fundido a la tierra con algunos excesos de sombra. El alto llano con sus colinas próximas y sus montañas lejanas que tienen los colores del sentimiento – plateadas, cárdenas, azules, violeta, rosa – era lo suficiente».

 

Soria-nuuhn- ermita de la Virgen del Mirón- wikipedia

 

(Imágenes.- 1.- Soria: ermita de San Saturio, a orillas del Duero- Wikipedia/2- Antonio Machado y Leonor/ 3.-palacio de los Condes de Gomara – siglo XVl- Wikipedia/ 4.- ermita de la Virgen del Mirón- Wikipedia)

ALVARO DELGADO

 

Alvaro Delgado- bty- Antonio Machado- mil novecientos setenta y dos

 

«Los retratos de Alvaro Delgado decía José Hierro – son equilibradamente, buena pintura y buen documento humano, buenos retratos, en suma. Porque no hay posibilidad de lograr buenos retratos con la mala pintura. Un mal pintor, sólo nos da la superficie,

 

Alvaro Delgado- boi- Gerardo Diego

 

lo que ve la máquina fotográfica en un instante, en tanto que el verdadero artista, ofrece una suma de instantes, de gestos. No lo que vemos en un abrir y cerrar de ojos, sino lo que recordamos, tras haber observado largamente al retratado. Sólo el artista es capaz de plasmar eso que llamamos personalidad del modelo.

 

Alvaro Delgado-ybbt- Benjamín Palencia

 

A Alvaro Delgado le ayuda, en primer lugar, su capacidad de ver en el presunto modelo un ser complejo, con su psicología y sus enigmas. No ve en él formas, sino un carácter y una personalidad que naturalmente, sólo a través de formas puede manifestarse. Y para revelar lo oculto, para darle cuerpo visible, dispone de su fabulosa capacidad de dibujante. El lápiz o el pincel son como una prolongación de su mano (…) Y para realzar y fijar la personalidad del retratado utiliza el procedimiento distorsionador del expresionismo, pero con ciertos matices (…) El expresionismo de Alvaro Delgado es una forma de ironía. Más que el insulto y la discrepancia vomitados contra la realidad, una agudeza, una ingeniosidad, que define humorísticamente la personalidad del modelo. Es un proceso distorsionador, hijo de la inteligencia y no de la ira».

(en recuerdo del pintor Alvaro Delgado que acaba de morir)

 

Alvaro Delgado- nbg- Valle Inclán

 

(Imágenes.- Alvaro Delgado: 1.- Antonio Machado/2.- Gerardo Diego/ 3.- Benjamín Palencia/ 4.- Ramón María del Valle Inclán)

 

MARAÑÓN Y SU CIGARRAL DE TOLEDO

Marañón-hiu- en su biblioteca de El Cigarral- elmundo es

 

De la frase «el trapero del tiempo» y de Gregorio Marañón he hablado en distintos lugares y en muchas ocasiones. Marañón, al que conocí en el entierro de Ortega, siempre me ha enseñado el valor del aprovechamiento del tiempo, la importancia de esos ratos aparentemente perdidos entre quehacer y quehacer que pueden llenarse, paciente y tenazmente, con otro importante quehacer. Son restos de horas que creíamos inservibles y que pueden estar perfectamente colmadas o con esbozos primeros de tareas o con correcciones últimas. Con esos retazos de tiempo, asombrosamente y pieza a pieza, se va construyendo una larga historia. Lo importante es que el reloj no nos tiente con el vacío de sus huecos y que uno logre aprender cuanto antes a «trabajar descansando».

 

Marañón- mil novecientos treinta y uno- foto Alfonso

 

La muy excelente biografía de Marino Gómez Santos, «Vida de Gregorio Marañón» (Taurus), me ha acompañado muchas  veces. Allí está la vida del médico y del humanista, pero también detalles de extrema delicadeza del protagonista, como cuando, acompañado por su hijo Gregorio, pasea en uno de sus últimos días por la Casa de Campo simulando ante su mujer que ha estado en un Concierto para no preocuparla. «Se puede – escribió Marañón – por arrebatos de la pasión, malbaratar la vida; pero el que quiera guardarla para lo que más nos acerca a Dios, que es la creación, nada tiene que aprender, porque es una ciencia que se aprende sola».

 

Marañón- nhy- Marañón- Ortega - el doctor Teófilo Hernando- en el Cigarral- foto Miguel Ortega Spottorno

 

Ahora el libro sobre el Cigarral de Toledo (Taurus) que publica Gregorio Marañon Bertrán de Lis nos invita a recorrer el «Cigarral de Menores» – visitado a su vez periodísticamente hace años por Gómez Santos y recogido en sus «Vidas contadas» (Renacimiento) – y entramos en el espacio que ocuparon tantas figuras relevantes en recitales y en tertulias: aquí leyó Lorca «Bodas de sangre», aquí estuvieron Valle-Inclán y Galdós, Juan Belmonte, Sebastián Miranda, Azorín, Maurois, Salvador de Madariaga, Fleming, MariaCurie y tantos otros…

 

Marañón- nhy- con Lorca y Francisco Iglesias Braga- en el Cigarral- mil novecientos treinta y uno- foto Alfonso

 

Cuando se recorre la biblioteca que Marañón usaba en este Cigarral un cenicero nunca utilizado nos muestra esta frase: «Señor, bendice a quien no me hace perder tiempo«. Y la voz del escritor-médico parece que volviera: «Soy un trapero del tiempo. Alguno de mis pequeños trabajos están escritos en ese cuarto de hora que tardan en llamarnos a la mesa».

 

Marañón-nhu- Marañón en su Cigarral abc es- foto Rodríguez

 

(Imágenes.-1.-Marañón en su «Cigarral»-elmundo es/2.-Marañón con Antonio Machado, Ortega y Pérez de Ayala.- 1931- foto Alfonso/ 3.-Marañón con Ortega y el doctor Teófilo Hernando en el «Cigarral»- foto Miguel Ortega Spottorno/ 4.-Marañón con García Lorca y Francisco Iglesias  Braga.-1931- foto Alfonso/ 5.-Marañón en su «Cigarral»- ABC- foto Rodríguez)

LOS DOS VALLE- INCLÁN

 

Valle Inclán- ubbg- el escritor en la Granja del Henar- entredosamores es

 

De nuevo Valle- Inclán en una última biografía y de nuevo Valle-Inclán en quienes le estudiaron y representaron. «Fue un bárbaro, magnífico y genial poeta- decía de él Adolfo Marsillach-. No le iban los espacios reducidos, los decorados únicos, las cómodas salitas de estar de las obras naturalistas… Necesitaba intérpretes y directores imaginativos, capaces a su vez de salirse de lo rutinario. A Valle, el teatro que hacían normalmente sus contemporáneos le venía estrecho…» Y  Juan Ramón Jiménez quiso comentar en «El Sol»,  en enero de 1936 : » Ramón del Valle- Inclán era un celta auténtico. Como sus contemporáneos, los

 

 

Valle Inclán- Alfonso Sánchez Portela- museoreinasofia es

 

mejores escritores celtas de Irlanda, George Moore, Synge, Yeats… Los estilos de Valle- Inclán dejan mucho en los escritores que vienen detrás de él : Antonio Machado, Pérez de Ayala, Gabriel Miró, Juan Ramón Jiménez,. Después, en Gómez de la Serna, Basterra, Domenchina, Espina, García Lorca, Alberti…»

 

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Los dos Valle hablaban entre sí:

«Fuimos dos – confesaba en 1932 -, los que escribimos las obras de don Ramón del Valle-Inclán. Yo y el otro yo.  Yo soy el de hoy, y el otro yo el que escribió historias en un estilo acusado de decadentismo. Mis primeras novelas tienen ese ritmo porque más que mías, son obras de colaboración. Hechos de familia inspirados en las hazañas de una vieja casa de conducta arbitraria. Las historias expuestas en aquellas narraciones definen mi casta. Todo fue cierto. Yo era un cronista con sentimientos responsables- Un rapsoda en los pazos familiares. Mi estilo, la plástica de una gesta, una interpretación heráldica. Por los años mozos yo no era un autor español, era el arcipreste familiar de un campeador que veía cómo se iba ensanchando Galicia al paso de su caballo. Ahora no. He roto las amarras de la casta, las responsabilidades del apellido. Me manifiesto libremente con toda la crueldad y la soberbia de un autor español de pura cepa…»

 

Valle Inclán-eybbn -elpasajero com

 

(Imágenes.- 1.- Valle Inclán en la tertulia de «La Granja del Henar»/ 2.- Valle-Inclán en la cacharrería del Ateneo de Madrid, con Manuel Azaña y otros.- 1930-  foto Alfonso Sánchez Portela.- museoreinasofia.es/ 3.-estatua madrileña de Valle- Inclán.-foto JJP/ 4.-Valle-Inclán.- elpasajero. com)

 

VIEJO MADRID (56) : VIVENCIAS Y RECUERDOS (1)

 

ciudades.-5fr4tt.-Madrid 1953.-Francesc Catalá Roca

 

Sentado en este despachito de cortinas azules en el piso de Raimundo Lulio 22, en pleno barrio madrileño de Chamberí, se encuentra este hombre de los lentes alados sobre la nariz, un hombre menudo, de apenas pelo cano, silencioso, hablando con su nieto, que soy yo. El nieto tiene en esta escena de 1956 tan solo 2o años, viene de estudiar esta mañana en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid el Primer Curso de especialidad en Filología Románica – Tercer Curso entonces de Filosofía y Letras – y ha escuchado las lecciones de Francisco Ynduráin Hernández – su gran maestro -, de Rafael Lapesa y de Alonso Zamora Vicente. José Ortiz de Pinedo tiene en el mediodía de esta conversación familiar 75 años, el despachito de cortinas azules es su refugio, y en el silencio de la letra menuda de sus manuscritos y en el recogimiento de los libros ordenados y alineados, se concentra su vida entera consagrada a la poesía, al teatro y a la novela, pequeñas novelas como ésta que ahora – cuando pasa el tiempo y la fantasía en la distancia se desborda – tengo yo aquí, en la mano, porque acabo de extraerla con la imaginación de la estantería de su sencilla biblioteca.

El libro lleva por título “¡… Y la vida se va!”, lo publica la Editorial Paez, calle Ecija 6, Madrid, (está dedicado a “Joaquín Aznar, espíritu generoso – escribe Ortiz de Pinedo en su dedicatoria -, pluma maestra, con el cariño de muchos años”) (Joaquín Aznar había sido Director del periódico “La Libertad” desde 1925 a 1931, y fue uno de los íntimos amigos de José Ortiz de Pinedo, junto con Eduardo Haro y Emilio Carrere)

 

ciudades.-5f5.-Madrid.-1950.-la Gran Vía.-Frances Catalá Roca

 

Pero lo importante de esta corta novela de Ortiz de Pinedo  “¡…Y la vida se va!”  es quizá el título, es decir, cómo se va la vida por este pasillo del piso de Raimundo Lulio, cómo se va la vida hacia delante y hacia atrás, hacia la vida que vivió antes mi abuelo y hacia la vida que viviré yo más adelante – si Dios me ayuda -, como nieto.

Sí, en verdad se va la vida. Si nos asomamos a este balcón del segundo piso de Raimundo Lulio 22 veremos en el café de la esquina con la calle de Santa Engracia –  café hoy desaparecido – cómo mi padre, muy joven, espiaba a mi madre – la hija única que tuvo Ortiz de Pinedo – cuando aún eran novios, allá por los años 30, y la espiaba enamorado para ver en qué momento salía ella a saludarle al balcón.

Porque esta pequeña calle madrileña que baja desde Santa Engracia hasta la plaza de Olavide y donde vive José Ortiz de Pinedo es muy literaria. Galdós en “Fortunata y Jacinta hace que doña Lupe se mude a este barrio del mercadillo de Olavide, entonces unos tenderetes al aire libre, como nos lo muestra un dibujo de la “Guía” de Fernández de los Ríos. La Rubín – personaje galdosiano – va a habitar a la calle de Raimundo Lulio y el autor de “Fortunata” nos hace creer que la casa debió estar muy cerca del Paseo de Santa Engracia. Pedro Ortiz Armengol, sin duda el mejor especialista en la gran novela de Galdós, señala el número 11 de esa calle de Raimundo Lulio como lugar habitado por doña Lupe, y repasando el magnífico Plano del Madrid de 1874,  se ve que asomaban en Raimundo Lulio solamente dos casas de una planta ya que el resto eran solares y paseo hasta el mercadillo. Pues bien, Galdós coloca a uno de los personajes de “Fortunata quizá en el número 11 de esa calle y apenas un siglo después, casi enfrente, en el número 22, seguimos teniendo a Ortiz de Pinedo, otro personaje – esta vez de la vida -, sentado en su despachito de cortinas azules hablando conmigo, que soy su nieto.

 

ciudades.-57bn.-Madrid 1953.-foto Frances Catalá Roca

 

¿Y de qué hablábamos? No recuerdo de qué hablábamos. Los nietos de 20 años no recuerdan muchas cosas de las que hablan con sus abuelos de 75, pero sí las esenciales. Hay  unas coincidencias de vivencias y de lecturas rodeando a este pequeño despacho. Galdós prosigue. Está en la memoria de Ortiz de Pinedo. Si tomamos de esta estantería del despachito otro libro suyo, “Viejos retratos amigos” publicado siete años antes, en 1949 (y del que hablaré más adelante), aparece Galdós paseando por la madrileña carrera de San Jerónimo y Ortiz de Pinedo detrás de él. Ortiz de Pinedo tenía entonces – era cuando había llegado desde Jaén a Madrid, pasando (según sus biógrafos) por Guadalajara – 21 años, casi los mismos que ahora tengo yo sentado ante él en este despacho. “Don Benito – evoca mi abuelo en ese libro de recuerdos – , que caminaba solo, habíase detenido un instante a curiosear el escaparate de Fernando Fe, que brindaba al apetito intelectual las últimas novedades nacionales y francesas, y paróse luego en un grupo de amigos a la puerta de Llardy, cuyo escaparate tentaba otra clase de apetitos. Breves momentos nada más conversó Galdós con aquellos señores, continuando su paseo entre la multitud al anochecer.

Mi curiosidad – sigue Ortiz de Pinedo – no se daba por satisfecha y fuíme detrás del genial creador sin perder un solo movimiento suyo, con la ilusión del enamorado que sigue a una mujer. Cuando lo dejé, al fin, en la calle de Hortaleza, donde tenía la administración de sus obras, sentí algo así como la satisfacción del deber cumplido mediante aquel acto de humilde y anónimo homenaje”.

 

Madrid-rrcg- capa-  Federico Chueca- archivo general de la Administración

Son los seguimientos devotos de lectores y admiradores que han existido siempre en la historia de la Literatura, gentes como José Ortiz de Pinedo que seguían a Galdós por la calle, gentes como el yerno de Ortiz de Pinedo – mi padre, José Perlado – que seguía a Ramón y Cajal en el “Café del Prado”, en la madrileña calle del Prado, a dos pasos del Ateneo, o a Valle Inclán o a Benavente cruzando la Plaza de Santa Ana o paseando por la calle del Príncipe. Esos seguimientos anónimos detrás de las figuras de las letras han sido a lo largo del tiempo innumerables y de ellos han quedado muchos testimonios. Por citar uno de ellos, Vicente Aleixandre, en su libroLos encuentros”, cuenta cómo todos los personajes con los que quiso tropezarse en las calles de Madrid eran conocidos, menos uno: Antonio Machado.Pero daba la casualidad – comenta Aleixandre – que los dos teníamos el mismo barbero. Y un día me dijo: “Yo también sirvo a un señor que hace versos. Pero apenas conocido. Se llama Machado” ¡Machado” Fíjese usted. Para mí sólo su nombre ya era un fulgor… A Galdósprosigue Aleixandre – le vi una vez, en el “Teatro Infanta Isabel”, el día que estrenó “Sor Simona”. Yo tenía 17 años. Entré en el camerino – dice Aleixandre .-Galdós, ciego, estaba sentado, ausente. Se sacó un gran pañuelo, se secó el sudor. Yo le miraba… Salí sin decir nada”.

Son los 17 años de Vicente Aleixandre, son los veintitantos años de José Ortiz de Pinedo, son los 20 años míos. Sentado en aquel despachito de cortinas azules yo no sabía que a lo largo de la vida iba también a  seguir a muchos personajes. Por mi profesión, he tenido la suerte de vivir en Roma y en París varios años, y en la capital italiana, al principio de la década de los sesenta, más que seguir por la calle exactamente, conocí muy de cerca a relevantes personajes del mundo de la cultura. A Stravinsky y a Federico Fellini en Roma; a Ezra Pound, a Pier Paolo Pasolini y a Giancarlo Menotti en Spoleto; más tarde, en mis años de París, al filósofo Gabriel Marcel y al director de cine Robert Bresson. También Madrid fue escenario para mí de conocimientos. Sentado ante Ortiz de Pinedo, que ahora me sigue observando en este pequeño despacho rodeado de libros, no podía imaginar que unos años después yo charlaría ampliamente con Gerardo Diego en su casa de la calle Covarrubias, con Dámaso Alonso en su casa retirada (donde me dedicó su libro “Poetas españoles contemporáneos”), con el eminente historiador Pedro Sáinz Rodríguez, con el gran cuentista Ignacio Aldecoa, con la poetisa Ernestina de Champourcin, con el pintor Benjamín Palencia en su taller de la calle de Sagasta, con Luis Rosales en su habitación de la calle de Vallehermoso, con Camilo José Cela en su casa de Rios Rosas.

 

mADRID 24.-Gran Vía y Alcalá en 1945.-donado por María Santoyo.-Archivo

 

Este nieto de Ortiz de Pinedo que soy yo, no puede imaginar tampoco, aquí sentado en Raimundo Lulio y en 1956 – año en el que estamos -, que conocerá y dialogará largamente con dos grandes escritores argentinos, Julio Cortázar y Manuel Mujica Láinez, o con el uruguayo Juan Carlos Onetti. Son charlas que están en el aire del tiempo, que aún no nos llegan desde este pasillo, porque desde este pasillo y en este momento lo que nos llega, mientras abuelo y nieto seguimos hablando, es la voz de Julia Valdés, esposa de Ortiz de Pinedo, es decir, la voz de mi abuela materna que nos llama a comer. Viene a decirnos que ya tenemos preparados los huevos fritos con el pan cortado y tostado en el cuartito que hay al fondo del pasillo, muy cerca de la cocina, donde el sol suele dar sobre el tapete de la mesa camilla. Mi abuelo y yo solemos comer muchos días allí, y también desayunar los domingos un chocolate humeante en el que untamos puntas de pan crujiente. Es Julia Valdés, mi abuela, la que ahora nos llama y nos mira, y cuando la veo en este pasillo me acuerdo de otra Julia a la que conocí, Julia Guinda Urzanqui, la viuda de Azorín, que unos años después, en 1967, exactamente el 2 de marzo de 1967, me abriría la puerta de aquella casa de la calle de Zorrilla 21, segundo izquierda (muy cerca de las Cortes) muy pocas horas después de que muriera el maestro. “Vemos a Azorín en la lejanía, viviendo en un cuartito silencioso, junto a las campanas del Carmen – leemos otra vez que escribe Ortiz de Pinedo enViejos retratos amigos”-. Lo vemos asimismo perderse en la arboleda del Retiro o pararse ante un tenderete del Rastro. Un día lo vimos – un día de invierno – sentado tras el cristal de un café-cervecería, desaparecido ya, de la carrera de San Jerónimo. Años después lo hemos visto muchas veces en la trastienda de una librería selecta, hundido en un sillón, con los ojos medio cerrados”.

 

Madrid-vvnnd-calle de Sevilla- rayosycentellas.net

 

Eso es lo que evoca mi abuelo Ortiz de Pinedo de Azorín. Pero lo que él no puede imaginar en este despachito de cortinas azules – ni yo tampoco -, es que ese 2 de marzo de 1967 Julia Guinda Urzanqui, la viuda de Azorín, me abrirá la puerta y me hará pasar al saloncito donde está de cuerpo presente el autor de “Castilla” y de “Los Pueblos”.”Allí extendido, Azorín – escribiría yo al día siguiente en “El Alcázar”, un periódico madrileño– era ya el gran mudo de la pluma, como si tuviera amordazado los dedos. Me acerqué a él, acababa de entrar el Ayuntamiento de Monóvar, seguían acumulándose coronas, y creo que fue entonces cuando lo vi. Vi su ojo azul. El ojo derecho de Azorín quieto entre el párpado, como si nadie lo hubiera querido sellar, como si respetasen ese ojo sien tiempo”. Porque estábamos allí los dos solos, la recentísima viuda de Azorín y yo ( eran las cuatro de la tarde y el maestro había fallecido hacía muy pocas horas), ambos en silencio ante el cadáver de quien había escrito “Clásicos redivivos y clásicos futuros” o “Las confesiones de un pequeño filósofo”.

Sin duda nada podía decirle a mi abuelo Ortiz de Pinedo de todo esto porque faltaban once años para que aquello sucediese. Pero de lo que sí hablamos sin duda en aquel despachito es del entierro de Ortega al cual yo había asistido. Un año antes, el 19 de octubre de 1955 – tenía yo entonces 19 años – había querido ir con varios compañeros míos de la Facultad hasta la madrileña calle de Montesquinza – la casa donde había fallecido Ortega – y desde allí quisimos acompañar al cortejo fúnebre hasta la Sacramental de San Isidro. Recuerdo que aquel día, entre las muchas personalidades asistentes al sepelio, estaba cerca de mí Gregorio Marañón y también recuerdo que entre mis compañeros de Facultad de entonces, asistieron conmigo – estudiábamos en el mismo Curso de licenciatura – el gran poeta español Claudio Rodríguez y el que luego sería Director del Museo de Prado y gran especialista en pintura barroca, Alfonso Pérez Sánchez.

 

Madrid.-33woo.-calle Sevilla.-1900.-Hauser y Menet.-Museo Municipal de Madrid

 

(Imágenes.- 1, 2 y 3.- Madrid 1950-1953- Francesc Catalá Roca / 4.-Federico Chueca– Archivo General  de la Administración/ 5.-Gran Vía y Alcalá.-1945- donado por M Santoyo- Archivo General de la Administración / 6.-Madrid – 1900- Hauser y Menet- Museo Municipal de Madrid)

LOS SUEÑOS

árboles-ignn-Piet Mondrian- mil novecientos diez

 

 

«La tarde está muriendo

como un hogar humilde que se apaga:

allá, sobre los montes,

quedan algunas brasas…

Y ese árbol roto, en el camino blanco,

hace llorar de lástima-

¡Dos ramas en el tronco herido, y una

hoja marchita y negra en cada rama!

— ¿Lloras?… Entre álamos de oro,

lejos, la sombra de amor te aguarda–.»

Antonio Machado.- Campo.- «Los sueños»

 

árboles-nhhuu-Vincent van Gogh

 

(Imágenes.-1.-Piet Mondrian.-1910/ 2.- Vincent van Gogh)

EL ROSTRO DE LAS LETRAS

 

 

 

A veces los rostros de las letras hacen pasar unidos a Unamuno del brazo de Baroja, de la Pardo Bazán, de Galdós, de Rosalía o de Pla, de Juan Ramón, Machado, Azorín, Valle- Inclán, Gómez de la Serna, Ramón y Cajal, los Quintero o Benavente. A veces los rostros de las letras dejan pasar imágenes encadenadas en el tiempo y  no hay mas que contemplarlas. No hay que añadir nada más.

(Con motivo de la exposición que tiene lugar en Madrid desde el 24 de septiembre al 11 de enero de 2015 en la Dirección General de Bellas Artes: «El rostro de las letras. Escritores y fotógrafos en España desde el Romanticismo hasta la Generación de 1914«)

 

VERANO 2014 ( 8 ) : ANTONIO MACHADO

 

rostros.-yyu.-foto por Svetlana Petrova

 

«Al hombre público, muy especialmente al político, hay que exigirle que posea las virtudes públicas, todas las cuales se resumen en una: fidelidad a la propia máscara. Decía mi maestro Abel Martin – habla Mairena a sus discípulos de Sofística – que un hombre público que queda mal en público es mucho peor que una mujer pública que no queda bien en privado. Bromas aparte – añadía -, reparad en que no hay lío político que no sea un trueque, una confusión de máscaras, un mal ensayo de comedia, en que nadie sabe su papel.

Procurad, sin embargo, los que vais para políticos, que vuestra máscara sea, en lo posible, obra vuestra; hacéosla vosotros mismos, para evitar que os la pongan- que os la impongan – vuestros enemigos o vuestros correligionarios; y no la hagáis tan rígida, tan imporosa e impermeable, que os sofoque el rostro, porque, más tarde o más temprano, hay que dar la cara

Antonio Machado.-«Juan de Mairena»

 

rostros-rrttn-Guino Severini- autorretrato- mil novecientos doce

 

(Imágenes.- 1.-foto Svetlana Petrova/ 2.-Guino Severini.-autorretrato.-1912)

 

 

VIEJO MADRID (44) : EL HABLA DE LA CAPITAL

Madrid-ryuu-La puerta del Sol- Lewis Sketches and Spanish character- 1833- 1834

» Fácilmente se reconoce al madrileño en la desenvoltura con que emplea en el habla coloquial expresiones peculiares –  así quería recordarlo Alonso Zamora Vicente en un trabajo recogido en «Lengua, literatura, intimidad» (Taurus) -: » ser un panoli» ( ser tonto, bobalicón), «hablar de boquilla» ( palabrería no acompañada de actos), «parné» (dinero), «ser un pirante» ( ser un sinvergüenza), «coger a uno de pipi» (inocente, novato), «¡naturaca!» (naturalmente), «estar de incónito» (no enterarse de algo o no querer ver a algo

Madrid-rreeb-costumbres populares en Madrid- Valeriano Domínguez Bécquer- El Museo Universal- 1866

o a alguien),«importarle a uno un pimiento» (despreocuparse), «dar el pego» (engañar), «ponerse demasiados moños» (censurar a una muchacha)» y tantas expresiones más. El gran dialectólogo resaltaba que «por todas partes en Madrid mana el aire entre bromista y desgarrado, típico de las clases populares en la encrucijada de los siglos XlX y XX. Conviene destacar también cómo en todo lo que podemos llamar madrileñismo no figura nada que aluda a estadios superiores de vida o de cultura. Es siempre algo lateral, extramuros, donde las formas nobles de la existencia son a veces tan sólo entrevistas y a veces ridículamente imitadas.»

Madrid- rrtuu-Madrid en Lavapiés- Valeriano Domínguez Bécquer- El Museo Universal- 1867

Las ciudades poseen un habla, o mejor dicho, las gentes de determinadas ciudades mantienen un habla peculiar, que permanece escondida bajo los movimientos, flujos y mezclas de tantos habitantes. «Pero no se puede hablar de madrileño decía Zamora Vicente – como podemos hacerlo de andaluz o leonés. El habla típica de la capital no tiene la jerarquía lingüística ( histórica o étnica) que poseen los otros núcleos dialectales de la Península (…) Muy madrileño es el uso del verbo ir, en la forma va: «Y va entonces y le pega, y va y le dice, y va se marcha»

Madrid- rrtt-Madrid de noche- los cafés cantantes- Valeriano Domínguez Bécquer- El Museo Universal -1867

; también el relativo lo cual: «perdí el reló, lo cual que lo siento, que me lo habían regalado«; el uso de algunos adverbios: «¡Propiamente un talento!» (hablando de alguien con elogio) ; «talmente y mayormente» son los más socorridos. O el empleo de diminutivos desprovistos de sus valores normales: «¡Vaya faenita!«, o para contestar denegando: «¡Igualito!». El empleo de 

Madrid-tthhu-Valeriano Dominguez Bécquer- La romería de San Isidro- La Ilustración de Madrid 1870

cacho sin preposición: «¡Cacho animal!«, ¡cacho besugo!«. El madrileño típico hablará de sí diciendo «menda o mi menda», no dirá pagar, sino que, con el adecuado gesto de ojos y dedos, sustituirlo por «retratarse» o «apoquinar«. Disimula su terror a la muerte con eufemismos como «palmar» o «diñarla«. Muy madrileñas son «chanchi«, «chipén», «fetén», todas ellas con claros valores elogiosos.»

Madrid- rrvnns-el lago de los patinadores en el Retiro- Valeriano Domínguez Bécquer- La Ilustración de Madrid- 1870

Así es el habla de Madrid, «remolino de España, rompeolas de las cuarenta y nueve provincias españolas», como quiso escribir Antonio Machado.

(Imágenes.-1.-La puerta del Sol- Lewis Sketches and Spanish Character- 1833-1834/2.-grabado de Valeriano Domínguez Bécquer– costumbres populares en Madrid- «El Museo Universal»– 1886/ 3.-grabado de Valeriano Domínguez Bécquer- el Madrid de Lavapiés- «El Museo Universal».- 1887/4.-grabado de Valeriano Domínguez Bécquer.- cafés cantantes- «El Museo Universal «- 1867/ 5- -grabado de Valeriano Domínguez Bécquer- la romería de San Isidro- «La Ilustración de Madrid» – 1870/6. -grabado de Valeriano Domínguez Bécquer- patinadores en el Retiro – «La Ilustración de Madrid»- 1870)

VIEJO MADRID (34) : CARRERE, LOS CAFÉS, LA BOHEMIA

escritores.-5vgy.-Emilio Carrere.-bremaneur.wordpress

Cafés y palabras, escribí aquí hace ya algún tiempo.  Ahora, al empujar la puerta del Café Varela en la madrileña calle de Preciados, las palabras me llegan desde el fondo del tiempo, como llegan de todos los espacios, ruido de cucharillas y rumores de voces de antiguas y célebres tertulias. Palabras de Unamuno, de los hermanos Machado, de Emilio Carrere.

¿Se envolvió Carrere en el aire de la bohemia? Cuando Julia María Labrador y Alberto Sánchez Álvarez- Insúa estudian «La obra literaria de Emilio Carrere» allí  podemos leer que “no cabe meter en el mismo saco a Alejandro Sawa o Pedro Luis Gálvez que a Emilio Carrere . Por más que llevara chalina, capa, chambergo, barba cerrada y fumara en pipa, Carrere no era tan bohemio como pretendía ser. Todos esos atuendos los llevaban otros situados en los antípodas de la bohemia: Sassone o García Sanchiz, por citar a algunos. Tampoco vivió jamás lampando, sino ganando buenos duros como funcionario del Tribunal de Cuentas, sin ir, publicando uno o varios artículos diarios y varias veces la misma novela. Gustaba, eso sí, de la mala vida nocturna y del “café con media” del Varela, el Regina o el Victoria, sus locales preferidos. La bohemia vendía bien en el Madrid del inicio del siglo, y en los círculos literarios, aún mejor. Carrere se revistió de una máscara a la francesa”. Y en la entrevista que le hiciera a Carrere López Pinillos (“Parmeno”) en 1920, el poeta afirma: “Yo no he sido nunca bohemio. Odio a los bohemios, me repugnan los bohemios que, en el fondo, son unos cretinos sin vergüenza y sin voluntad. Yo he ordenado el desorden, y, si no como un burgués, vivo como un artista que se respeta”.

café,.56bg.-Denis Allbertowich

 “Carrere, por vocación- comentaba igualmente González Ruano – era un poeta de las más o menos mustias florecillas del mal. Cantor de la cigarra y no de la hormiga. Una maravillosa buena persona que era todo lo contrario de una persona de orden. Vate de la media tostada, de los sofás de peluche, de las coimas y de los vendedores ambulantes. Hombre de sensaciones y de impresiones, con un vértigo vital del que se zambulle en la existencia con audacia y casi con ánimo de bebérsela. Personalidad que era en sí misma un espectáculo”.

Pero Carrere y el «Varela» siempre irán unidos. Dedicó Carrere una serie de artículos a los cafés de Madrid, aquellos que aún existían y aquellos que habían desaparecido. «Entre los siete cafés de la Puerta del Sol – escribía en uno de ellos -,» el Oriental» fue el preferido de los provincianos que venían a la corte y villa: descubrían la Puerta del Sol, y ya se quedaban como pegados con cola a los divanes de rojo peluche. «El Universal» era para las pensionistas y para una tertulia tradicional de canarios, a la que alguna vez iba D. Benito Pérez Galdós; el «Colonial», para las cupletistas y sus mamás, y los admiradores de la niña; «Levante» para los toreros; «Lisboa», para Loreto y Chicote; el de «Puerto Rico«, que se llamó de las Columnas, para agentes de negocios, y «Correos», para los paletos que «paran» en las posadas de las Cavas o en la del Peine; y arriba, en los billares, se veía reproducida la página más pintoresca de la tafurería de Quevedo y de Solórzano. Pero después de la guerra cambió la estampa de los cafés de la Puerta del Sol, y hubo una dispersión de parroquianos hacia los cafés flamantes de la Gran Vía».

Como dije hace un año, café y palabras, palabras y café. Entre sorbos, cucharillas que remueven las tertulias.

(Imágenes:- 1.-Emilio Carrere.- bremaneur.wordpress/ 2.-Denis Allbertovich.-2photo.ru)

MACHADO Y LA DEFENSA DE LA CULTURA

paisajes.-32ss.-Oliver Akers Douglas

«Podría parecer en un principio que Antonio Machado queda refugiado solamente en la extraordinaria calidad de sus versos y en las soledades de su alta poesía, pero no es así. Sus prosas ‑valiosísimas‑ no sólo llenan libros memorables sino que se asoman a lo largo de los años en forma de artículos periodísticos. Machado vuelca esa actividad al principio en el periódico cómico burlesco La Caricatura (1893), en las revistas del modernismo (1894-1907): Electra, La Revista Ibérica, Helios, Alma Española, La República de las Letras, Renacimiento. En Soria (1907-1912) ‑(“con su plena luna amoratada sobre la plomiza sierra de Santana, en una tarde de 1907, se alza en mi recuerdo la pequeña y alta Soria”)‑ escribirá en Tierra Soriana, El Avisador Numantino, El Heraldo de Soria, El Noticiero de Soria: Castilla, el paisaje del Duero, los campos y las tierras serán algunos de sus motivos.

paisajes.-9hcf.-Egon Schiele

Desde París ‑1910‑ envía su relato Perico Lija, reflexión crítica y satírica sobre el mundo del periodismo, que aparecerá en 1913 en el Mundial Magazine. El periódico, como dice Méndiz, será para él “fuente de directísima inspiración y punto de referencia para sus artículos”. En Baeza (1912-1919), a la evocación emocionada de la muerte de Leonor y a los recuerdos de la primera Andalucía de su niñez ‑(“fue una tarde de sol, que yo he creído o soñado recordar alguna vez”, escribirá en el Juan de Mairena hablando de sus padres y de Sevilla)‑ se unen como temas el patio sevillano, la reja, la guitarra, el “cante hondo”, la saeta y los campos de Baeza. Publica en La Lectura, en La Prensa, Idea Nueva y en la revista España. Metafísica y poesía, anotaciones y comentarios a Bergson, Nietzsche, Spinoza y Croce por un lado, y por otro, reflexiones sobre el soneto, la poesía clásica y la poética personal.

paisajes.-6dvb.-Wolf Kahn

Pero Machado no limita su interés en los artículos a sus quehaceres poéticos: se abre durante toda su vida, utilizando como vehículo las páginas de los periódicos, a cuestiones que le ocuparán esencialmente: la defensa de la pedagogía, la importancia de la cultura para el progreso de un país, el patriotismo, las relaciones entre verdad e intimidad y las que mantienen el arte y la naturaleza; igualmente, la defensa del sentimiento como base para la creación poética, el paisaje y el sentimiento unidos, ‑(“paisaje y sentimientos ‑recordará Azorín al hablar de la poesía de Machado‑ son en él una misma cosa; el poeta se traslada al objeto descrito, y en la manera de describirlo nos da su propio espíritu”)‑, también la crítica literaria, la información teatral, la misión de los políticos, lo social, y siempre, siempre, la educación y la cultura como la mayor riqueza que pueda tener el ser humano.

paisajes.-9hnnm.-Hans Dolieslager Red Lanes

No es por tanto Machado un poeta que en sus artículos periodísticos hable únicamente de poesía. Se abre a numerosos temas. Si su pensamiento, como muy bien ha visto Sánchez Barbudo, tiene su punto de partida en sus Soledades, es decir, en esas primeras experiencias de su niñez y adolescencia ‑ese melancólico sentirse solo en el mundo‑ más tarde volverá a esas mismas soledades. Machado será un solitario inconforme con su soledad. Su pensamiento, y a menudo su corazón, se dirigirán hacia “lo otro”, hacia el mundo fuera de él tanto como al más allá. Tras la muerte de Leonor en 1912, Machado volverá a sentirse irremediablemente solo. Dará la espalda a la razón e insistirá en el amor, en la necesidad que del otro tenemos. Su obra será esencialmente melancólica, un intento de escape de la soledad, una búsqueda desesperada de salvación. No sólo en su poesía sino en sus prosas aparecen renovadas llamadas al “hombre nuevo”, a la fraternidad y al amor, así como a la objetividad. “Hay que buscar razones para consolarse de lo inevitable”, escribirá en 1935 a su último amor, Guiomar, en la que también será su última carta.

paisajes.-.7grrg.-Oscar Bluemner.-1910-1911

Machado proseguirá sus colaboraciones en la prensa toda su vida. Durante los años de Segovia (1919-1932) ‑(“a estos viejos cafés de Segovia, donde logro un poco de aislamiento para la lectura y el trabajo”)‑ sus artículos aparecen en La Tierra de Segovia, Segovia, Manantial y El Heraldo Segoviano. Paralelamente hay que añadir los trabajos sobre la importancia de la difusión de la cultura o el creacionismo en literatura en La Voz de Soria y sus colaboraciones en la prensa de Madrid ‑El Liberal, La Libertad, La Internacional y Los Lunes de El Imparcial‑. A partir de 1920 se une a las revistas Índice y Alfar y a Revista de Occidente. Destaca uno de sus más interesantes trabajos sobre la poesía, Reflexiones sobre la lírica, de 1925: “Creo ‑escribe en ese artículo Antonio Machado‑ que lo peor para un poeta es meterse en casa con la pureza, la perfección, la eternidad y el infinito. También el arte se ahoga entre superlativos. Son musas estériles, cuando se las confina entre cuatro paredes. Para el que camina por el bajo mundo tienen, en cambio, un valor de luminarias de horizonte. Pero nunca están más lejos del poeta que cuando pretenden tenerlas a su servicio”.

paisajes.-56hhb.-álamos.-Gustave Klimt.-1900

En 1930, el 5 de octubre y en Los Lunes de El Imparcial, Machado publica Los trabajos y los días. Esencias. Poesías de Pilar Valderrama. El artículo no hubiera tenido mayor importancia de no haberse descubierto, veinticinco años después, que Pilar Valderrama era la Guiomar de los versos machadianos, la mujer de la que estuvo enamorado el poeta. Evocando de algún modo la selección del profesor Casasús en sus Artículos que dejaron huella, bien podría hacerse otra antología con este mismo o parecido título que incluyera este texto de Machado por la huella que dejó en su vida personal y en la historia íntima de la poesía española. Cuando en 1979 Pilar Valderrama concedió una entrevista al escritor José María Moreiro quedaron allí desveladas todas las dudas:

                                       “Yo, Guiomar, escribo, al cabo de treinta años de silencio (…) Conocí a Antonio Machado en Segovia el año 1928. Desde esa fecha hasta 1934 nos vimos en muchas ocasiones. Fruto de aquella amistad es la correspondencia mantenida hasta 1936, de la que conservo tan sólo algunas cartas suyas. Contaba yo veintidós años menos que él y entre nosotros sólo hubo una gran amistad, un estrecho contacto, puramente espiritual. Acerca de la relación habida entre nosotros se han escrito, e imaginado, algunas inexactitudes que, con estas palabras, deseo corregir definitivamente. Entre Machado y yo no hubo, ni podía haber, otra cosa que una limpia unión espiritual, pues ya entonces era yo una mujer casada (…).

                                       Machado, además de un gran poeta, fue un hombre bueno y solitario de imborrable huella espiritual y humana. Fue la ilusión del enamorado, la compensación del amigo, la elevación del poeta.

                                       Guiomar. Madrid, abril de 1979.”

paisajes,.4swcc.-Kyle Poling

Pilar Valderrama ‑viuda desde 1954‑ fallece en octubre de 1979. Dos años más tarde se publica póstumamente su libro de Memorias Sí soy Guiomar con las 36 cartas íntegras que conservaba del poeta.

Se comprueba entonces que hay artículos célebres que por una u otra razón dejan una estela significativa en obra y vida. Los Lunes de El Imparcial recogen ese texto de Machado sobre Guiomar que el poeta muy posiblemente empezó a escribir en Segovia y en junio de 1930. “Me esperan ‑le dice Machado a Pilar Valderrama‑ unos días malos en Segovia. Los exámenes comienzan mañana martes (…) Después tendré libre hasta el 2 de junio y desde el 6 ó 7 todo el verano de vacaciones (…) Cuando me quede libre me consagraré a mis trabajos por este orden: 1º. el artículo sobre Esencias…” Este artículo ‑uno de los más largos y densos del poeta‑ se ofrece aparentemente como una reseña del libro de Valderrama pero desde su fondo se va revelando toda la concepción que tenía Antonio Machado de la lírica, abierta dicha concepción hacia tres direcciones: la defensa del sentimiento en poesía, el amor fraterno y la búsqueda de la sencillez en la expresión poética. Lo poético ‑defenderá Machado en este artículo‑ está en la emoción del verso, no en su forma métrica; eso equivale a decir que puede haber poesía sin verso y verso sin poesía. No deriva del perfeccionismo de la forma sino que está basado en la naturalidad en la expresión poética.

paisajes.-cccm.--Jack Morefield

Y aún queda por anotar en la obra de Machado la importante serie periodística de Juan de Mairena (1934-1936). El Diario de Madrid, El Sol, Hora de España y La Vanguardia recogerán por un lado sus artículos-ensayo redactados desde la calma familiar, política y social (en Diario de Madrid y en El Sol), y por otro su periodismo político, textos que nacen bajo el estruendo de las bombas, en el violento Madrid de la guerra: “porque escribo ‑confesará en La Vanguardia en 1938‑a la luz de una vela, en plena alarma, y son estas mismas aborrecibles bombas que están cayendo sobre nuestros techos las que me inspiran estas reflexiones…”

Y, ‑“­¿Por qué no tiene ya su libro Mairena? ‑le preguntaron en una entrevista a Machado en el Heraldo de Madrid en 1936.

‑Pues… ‑nos ha respondido el poeta‑ va a tenerlo. Ahora es cuando va a tenerlo (…) Cuando publique el libro, dejará ya de escribir Juan de Mairena en los periódicos”.

Hasta el final, pues, Antonio Machado unido a las páginas de la prensa».

(JJ Perlado.- «El artículo literario y periodístico.-Paisajes y personajes«, págs 63-67)

(Imágenes.- 1.-Oliver Akers Douglas/ 2.-Egon Schiele/ 3.-Wolf Kahn/ 4.-Hans Dolieslager/ 5.-Oscar Bluemmer.-1910-1911/ 6. Gustave Klimt.-1900/ 7 –Corey Parker/ 8-Jack Morefield)

«EL LIBRO DE LAS ALUCINACIONES»

«José Hierro tiene una finura penetrante en el decir, una despiertísima, rapidísima inteligencia para captar, para ahondar, para comunicar luego – en mil,matices, en mil gestos, en un juego de sus manos, de sus ojos, todo Hierro completándose en el ademán-, cuanto ha captado y ha profundizado él respecto a un tema. Y todo ello mezclando en ocasiones graciosas y gruesas palabras que vulgarizan un pensamiento intrincado o elevado, hasta ponerlo al alcance de cualquier razón. Tiene Pepe Hierro una sutil mordacidad que usa y que guarda para cuando él quiere, una aguda y casi sorprendente mirada. Pero, sobre todo, la enorme capacidad para atrapar al vuelo una idea o entregarnos el vuelo de otra que se escapaba.

Le pido antes de nada -tras recordar su último libro de poesía, El libro de las alucinaciones-, una visión o un resumen de las etapas últimas de nuestra poesía.

—La primera etapa —dice Hierro— es la garcilasiana, de toma de contacto con una forma expresiva rica. La generación siguiente, a la que yo pertenezco, aparece en contra de un cierto esteticismo que los garcilasianos habían emprendido. La frase que podría acaso sintetizar el sentir de esa generación sería la de Gabriel Celaya: “La poesía es un instrumento para modificar el mundo”. En esta etapa predomina el tipo de poesía social; se hace una poesía más ética que estética.

Después Hierro hace una pausa.

—La tercera etapa es la de los jóvenes poetas —continúa— que hacen un tipo de poesía serena y testimonial, reaccionando a la poesía que tantas veces había despreciado la forma. Por último, la cuarta etapa es la que da un paso más allá, hacia el esteticismo; en ella juega mucho la ironía, es una poesía culturalista, que arranca de los libros y lo hace deliberadamente. Hay en estos poetas de hoy muy jóvenes como una vuelta al esteticismo y a la ironía, como esa vuelta a las casacas que vemos en algunos grupos de los jóvenes actuales, que tienen un fondo de ternura recordando el mundo de ayer que ya no puede comtemplarse sino con ironía.

—Respecto a la poesía que hoy se hace en el mundo, ¿cuál es tu opinión?

Pepe Hierro enciende un cigarrillo con esa tensión y esa interior vivacidad que se le refleja en el rostro.

—Bien. Yo, realmente, no conozco muy a fondo toda la poesía que hay por ahí fuera. Lo poco que yo conozco me dice que hay, sobre todo, movimientos y corrientes de vanguardia, tentativas experimentales mayores que las de aquí.

—¿Por qué razón no tenemos aquí esas tentativas?

—Bueno, hay que decir que las tentativas de formas nuevas en España no interesan. Sólo el “creacionismo” lo logró. Es indudable, sin embargo, que Antonio Machado ha aportado muchísimo a la poesía; es una verdad patente. Pero la poesía de Machado, las aportaciones de Machado son menos innovadoras que las de Rubén, por ejemplo. Las innovaciones y las renovaciones españolas se hacen de dentro hacia fuera; el español, en lo exterior no es innovador. Pero es que la poesía no es solamente exterior.

—Y puesto que hemos citado la “poesía social”, ¿cuál es tu opinión sobre ella?

Hierro me enseña un texto suyo, publicado en un volumen de Alfaguara.

—Ahí está lo esencial —me dice—. Hoy le ha llegado a la poesía social la hora de sentarse en el banquillo. Se la juzga por los errores de los falsos poetas. Comienzan a olvidarse no sólo la razón histórica de su existencia, sino, lo que es peor, sus logros poéticos, que es lo que realmente importa. A quien se condena no es a un tema, sino a una escuela. Quizá el arte necesite de estas injusticias sucesivas para no languidecer.

Luego continúa ampliando su opinión:

—La poesía social tenía el defecto de no ser popular. Esa poesía se ha quedado entre los poetas, entre los intelectuales de profesión. Por ello, en cierto modo, ha fracasado. Los poetas hablaron “del” pueblo, pero no hablaron “al” pueblo.

Se está haciendo novela para pocos —agrega Pepe Hierro—. Va a surgir también un día una poesía no popular sino plebeya, y paralelamente una poesía para minorías que serán cada vez más numerosas. Hoy el novelista o el poeta se dirigen a un público que espera de ellos una “obra de arte”, es decir, algo en que complacerse contemplándola. El público lector de poesía ha sido siempre muy escaso, pero —llamémoslo así— el “contagio” de la poesía entre las gentes ha sido muy amplio y numeroso. Hay gentes que les ha encantado escuchar, recitar, traspasarse unos a otros, a Bécquer, por ejemplo, o los versos del Tenorio. La poesía, pues, ha tenido un amplísimo auditorio. Lo que hace eso, que yo llamo “contagio”, no es, sin embargo, la poesía “pegadiza”, sino los sentimientos que en ella se esconden. Naturalmente, hay obras más difíciles que otras, y ésas se resisten a ese “contagio” del auditorio. Pero eso ocurre en todos los campos. En música, por ejemplo, tenemos la “Novena Sinfonía” en contra a la dificultad de los últimos “Cuartetos”, y en nuestra poesía la facilidad de “contagio” de un Lope contra la dificultad de un Góngora.

Y después de la poesía social, José Hierro se detiene. El autor de Tierra sin nosotrosCon las piedras, con el vientoAlegríaQuinta del cuarenta y dosCuanto sé de mí y El libro de las alucinaciones, me habla —con el texto en la mano—, de su propia poesía.

—La honestidad de mi poesía, no su valor —dice Hierro—, reside en el hecho de que he escrito siempre para mí. El poeta tampoco puede escribir sólo para que le entiendan los demás. Escribe para entenderse a sí mismo, que es la única manera de que puedan entenderlo los otros, ya que somos una porción de esos otros.

Si comparamos al arte actual con la poesía, aparte de unos problemas genéricos, —el del arte, en esa huida de la imitación de la realidad—, el problema mayor que yo veo es el que presenta hoy la pintura. Por la intervención de marchantes, etcétera, está dejando de ser un arte para ser una moda; como si hubiera que cambiar cada año. En la poesía esto no ocurre como sucede en la pintura. En la poesía, las modas son generaciones.

Y mientras Pepe Hierro calla, le brillan las pupilas, se mueve, sonríe, se agita en la silla, toma un cigarrillo, apaga otro, enciende el tercero ya en la entrevista. Me llega uno de sus poemas del Libro de las alucinaciones:

Diré un día: bienvenido
a la casa. Esta es tu lumbre.
Bebe en tu copa de vino,
mira el cielo, parte el pan.

Es una poesía sencilla, limpia, llena de pausas claras y silencios. Poesía recordada, mientras se va creando, como si se encontrara y reconstruyera en su cabeza de poeta un poema perdido. Hierro fuma, fuera está la Castellana, los ojos vivos y profundos del poeta no cesan de mirar a la vida mientras me llega el fin de este poema disfrazado de prosa.

Si hablase,
llorarías. Si enfrentases
tus espectros al espejo,
seguro que no verías
imágenes reflejadas.
Lo vivo lejano ha muerto:
lo mató el tiempo. Tú solo
puedes enterrarlo. Dale
tierra mañana, después de
descansar. Bienvenido
a tu casa. No preguntes
nada. Mañana hablaremos».

(conversación que mantuve con Pepe Hierro en su casa, en 1976, reproducida en Espéculo)

( A los diez años de la muerte del poeta)

(Imágenes:- 1.-Durdika Celikovic.-fotoblur/ 2.-Marsha Cattaneo.-fotoblur/ 3.-Lin Shunxing/ 4.-Jim Tsingamos)


MI PADRE EN EL TIEMPO

«Ya casi tengo un retrato

de mi buen padre, en el tiempo,

pero el tiempo se lo va llevando.

Mi padre, cazador,  – en la ribera

de Guadalquivir  ¡en un día tan claro! –

– es el cañón azul de su escopeta

y del tiro certero el humo blanco!

Mi padre en el jardín de nuestra casa,

mi padre, entre sus libros, trabajando.

Los ojos grandes, la alta frente,

el rostro enjuto, los bigotes lacios.

Mi padre escribe (letra diminuta-)

medita, sueña, sufre, habla alto.

Pasea – oh padre mío ¡todavía

estás ahí, el tiempo no te ha borrado!

Ya soy más viejo que eras tú, padre mío,

cuando me besabas.

Pero en el recuerdo, soy también el niño que tú

llevabas de la mano.

Muchos años pasaron sin que yo te recordara, padre

mío!

¿Dónde estabas tú en esos años?»

Antonio Machado: ( «En el tiempo». 1882. 1890. 1892.-«Mi padre».- 13 marzo 1916)

(Imagen : Milôs Budík.– cuento en un bolsillo – wikipedia)

VIEJO MADRID (22) : TERTULIAS, CAFÉS Y POZOS DE LA NIEVE

Cuando pasa uno ante el Café Comercial, en la madrileña Glorieta de Bilbao, llegan aún los ecos de tan variados cafés y tertulias hoy desaparecidos y que tantos rumores y verbales sentencias provocaron. Célebre tertulia, naturalmente, la de «Pombo», con RAMÓN al fondo  ( » el único café donde podían entrar mujeres de cera», decía Gómez de la Serna) – horchatería de Condela, Nuevo Café de Levante, Café de Madrid, Café de la Montaña y Cervecería Inglesa de la Carrera de San Jerónimo donde acudían, entre otros, Manuel Bueno o Ricardo Baroja.  El mismo Ricardo Baroja en «Gente del 98» cuenta las dos tendencias existentes en el Café de Madrid:  el grupo capitaneado por Jacinto Benavente y el otro más abigarrado, indisciplinado y revoltoso que iría luego a la Cervería Inglesa reuniendo allí a caricaturistas, pintores, algún cómico, literatos y estudiantes. Acudían a la Cervecería a las diez de la noche y la tertulia andante paseaba después, desde la esquina de Recoletos hasta la Plaza de Isabel ll, por la calle de Alcalá, Puerta del Sol y calle del Arenal. Eran palabras cruzadas, pasos de palabras a veces muy bohemias, desgarradas confesiones, por ejemplo, de Manuel Sawa, hermano de Alejandro Sawa.

Pero hubo tertulias aquí mismo, en esta Glorieta de Bilbao, en el Café Europeo, esquina al bulevar de Carranza : divanes de peluche a los que acudían Manuel y Antonio Machado y años después, entre 1923 y 1925, de once a una de la tarde y en torno a la figura de Jardiel Poncela, Manuel Gargallo, César González Ruano o Carlos Fernández Cuenca. De vez en cuando la tertulia cruzaba esta Glorieta y venía hasta el Café Comercial para, pasados unos meses, retornar a sus orígenes. Tras proclamarse la República, las tertulias en en el Café Europeo duraban hasta la madrugada y aquí intercambiaban sus encendidas opiniones Eugenio Montes, Pedro Mourlane Michelena, Rafael Sánchez Mazas o Víctor de la Serna.


Casi enfrente de este Café Comercial, tras lo que hoy son bloques de casas  y trazos de calles, se encontraban hace algunos siglos ciertos «pozos de la nieve» que en Madrid existían. «En la calle de Fuencarral con vuelta a Barceló, Mejía Lequerica, Sagasta y glorieta de Bilbaocuenta María Isabel Gea comentando el «Plano de Teixeira» de 1656 – se situaban los pozos de la nieve. En el siglo XVll el catalán Pablo Xarquíes consiguió el monopolio de la distribución de la nieve, cuya Casa estaba encargada de abastecer al rey y a los ciudadanos a través de varios puestos distribuidos por Madrid. El origen de los pozos de la nieve se debe a la utilización de la nieve para la conservación de alimentos y medicinas, así como para enfriar las bebidas, costumbre que se mantuvo en la Edad Media gracias a las comunidades árabe y judía. La nieve la traían los neveros desde la sierrra del Guadarrama. Los edificios solían ser alargados con tejados a dos aguas, una puerta y una ventana, y en su interior se hallaban los pozos separados y aislados por tabiques, sin ventilación ni comunicación para que se mantuviera el frío»

Nieve que venía de otros siglos, antepasada de los copos que descienden a veces sobre inviernos de tejados madrileños, palabras en Glorietas, palabras en torno a veladores, revueltas con brillantes cucharillas, tomadas a sorbos en tacitas blancas, palabras como naipes, arrojadas entre el desdén y la polémica, todas intentando arreglar el mundo.

(Imágenes:-Café Comercial y Glorieta de Bilbao.-foto JJP.-junio-noviembre 2010)