» Lo mismo que el arco iris, que da la impresión de estar quieto en su curva de color, así el relámpago, en vez de trazar su instantánea precipitada, recibe la mano mía en el aire que la deja quieta un segundo, detenida, mientras se abre la ventana del recuerdo en el patio del colegio hasta donde he venido andando esta mañana, acompañado de mis hermanos menores, y ambos como yo con sus carteras llenas de libros, cruzando calles y descampados, pasando cerca de las lonas de un circo tras las cuales suena el ensayo de las maracas que mueven las manos de un cantante de color. Siempre uno el camino al colegio con esa lona del circo y con ese movimiento sonoro de las maracas que es música de otro tiempo. Cuando llego al colegio, cada vez que llego al colegio, se me despierta el alma de escritor. Pasa un avión sobre el patio, pasa todos los días a la misma hora, para todos es un avión, algunos ni siquiera lo miran o lo oyen, pasa el avión plateado con sus motores y alas, es un aparato moderno, un objeto en el aire, pero para mí no es sólo un avión. Me han encargado una redacción para la revista del colegio, en este momento tengo once o doce años, levanto la mirada y el avión para mí no es sólo un avión, es un cuerpo que horada las nubes, van las ventanillas en el cielo escoltadas por ráfagas deshilachadas, el ronroneo del motor es el de un animal que duerme, un animal horizontal, con una panza que parece quieta pero que marcha a toda velocidad, esa panza con la bodega y las maletas, y también con los viajeros, y también con el carrito de ruedas en el que avanzan bebidas y bocadillos, todo eso, con el sueño de quienes van dormidos, con los tacones de las azafatas, tiene que pasar a esta hora precisa sobre el patio de un colegio donde se juega al fútbol, hemos puesto a uno y otro lado de las porterías mochilas y abrigos, corren las piernas de extremos y defensas tras el balón y el avión pasa por encima del patio sin pasar, un niño ha levantado la vista y mira en el cielo todo lo que no es un avión, todo lo que no se ve de ese aparato que cruza el patio. Tiene la creación en los ojos. Él no sabe lo que es la creación, se lo explicarán más tarde en la Universidad, le enseñarán o intentarán enseñarle los mecanismos de la creación, pero él se ha adelantado ya a tales mecanismos, crea, tiene en la mente lo que va escribir en la revista del colegio y ve perfectamente cómo el río de nubes está abriendo en el cielo una rendija para que el avión traspase y lo haga en silencio para que no se despierten los viajeros dormidos y no tintineen apenas los vasos y botellas que se deslizan en el carrito. Va creando este niño en una esquina del patio y piensa a la vez en el misterio de las autopistas aéreas, en el cruce en el aire de tantos aparatos, miles de aviones, millones de patios en los que se juega al fútbol, espacios celestes que él mira, espacios terrestres que él ve».
José Julio Perlado – (del libro inédito «Relámpagos»)
(Imágenes.- 1.-Gerhard Richter.- 2004/ 2.-Jeremy Blake)