CABALLERO BONALD ( y 2)

figuras.-8jju.--Enrico David.-Dinisblume,- italiano

«El acto de escribir poesía –dijo hace años el reciente Premio Cervantes  del que ayer hablé aquí ayer – supone para mí, y entre otras cosas, un trabajo de aproximación al conocimiento de la realidad, una forma de resistencia frente al medio que me condiciona (…) A medida que se escribe un poema, o desde que fluye de sus iniciales tanteos, aparece en su organismo una desconocida realidad, tal vez no captada antes en toda su virtual significación, pero que ha ido edificándose en el curso de la tarea creadora. (…) Pienso que, en principio, la poesía es una síntesis : reproduce o reorganiza – según unas leyes constitutivamente libres  – la coherencia o el desorden de una parcela de la

figuras.-6hhb.-David R por Huchthausenvida, es decir, una «humanizada» respuesta a las relaciones en que se funda la realidad».

Estas palabras pronunciadas en 1965 podrían completarse con las últimas, publicadas en la Revista «Turia» ( número 104)  hace muy pocos días: «Creo en la revelación, en la iluminación repentina, soy así de iluso. (…) La imaginación puede llegar hasta donde la memoria no llega. Algo que también se podría aplicar a los conceptos de realidad y ficción. Detrás de la realidad hay siempre un enigma, y detrás de la memoria un mundo imaginario, quizá inverosímil. Recuerdo que hace muchos años, la primera vez que fui a París, me ocurrió algo misterioso. Llegué una mañana a la estación de Saint Lazare. Iba solo y pregunté a un mozo si podía indicarme un hotel económico por allí cerca. Me señaló uno en una calle aledaña, en la rue Amsterdam, y allí me dirigí. La

figuras,--.88y.-Harold Davis

señora que me atendió me condujo  a una habitación diciéndome que fuera deshaciendo la maleta, que ya iría luego a inscribirme, Y en eso estaba cuando llamaron a mi puerta y oí que me llamaban : «Monsieur Cabalego Bonald, au téléphone«. Yo me quedé estupefacto. Nadie podía saber que estaba allí, tampoco me había inscrito todavía. La señora me ratificó que era a mí a quien llamaban. Así que acudí al teléfono y oí unas palabras más o menos ininteligibles. Eso fue todo. Uno de los enigmas que me ha acompañado hasta hoy mismo. Algo muy ligado a lo que se entiende por enigmas de la realidad. (…) El misterio está agazapado detrás de la realidad, lo estamos viendo a cada paso. Vas andando por la calle, viajas por ahí, te despiertas por la noche, y de pronto ocurre algo que no entiendes, algo que no tiene explicación lógica. La lógica es siempre una mala compañía poética. Existe en la ciencia, en la física, el llamado principio de incertidumbre que puede aplicarse perfectamente a la indeterminación de la vida cotidiana».

figuras.-usws.-rayo espaciado.-2009.-Nicole Ahland.-photonetgallery

(Imágenes:- 1.-Enrico David.-Dinisblumen/ 2.- Huchthausen/ 3.-Harold Davis./ 4.-Nicole Ahland.-2009.-c. wichtendahl gallerie)

CABALLERO BONALD

«Escribo la palabra libertad,

la extiendo

sobre la piel dormida de mi patria.

Cuántas salpicaduras, ateridas

entre sus letras indefensas, mojan

de fe mis manos, las consagran

de olvido.

¿Quién se sacrificó por quién?

Tarde llegué a las puertas

que me abrieron, tarde llegué

desde el refugio maternal

hasta el lugar del crimen,

con la paz aprendida

de memoria y una palabra pura

yerta sobre el papel atribulado.

Blanco de España, ensombrecido

de púrpura, madre y madera

de odio, olvídate

del número mortal, bruñe y colora

los hierros sanguinarios

con la luz del olvido,

para que nadie pueda recordar

las divididas grietas de tu cuerpo,

para escribir tu nombre sobre el mío,

para encender con mi esperanza

la luz naciente de tu libertad».

José Manuel Caballero Bonald.- «Blanco de España»

(el día en el que le conceden el Premio Cervantes)

(Imágenes.-1.-Drahomír Josef Ruzicka.-pinterest com/ 2.-Donna Wilcox.-Floating/ 3.-Ilse Bing/ 4.-Joseph Beuys.-acer platanoides.-1945.–nationalgalleries of scotland.-tale. orh.uk)

EL ARTE DE TITULAR

«Las esposas felices se suicidan a las seis», tituló García Márquez un artículo en febrero de 1982. Dos años antes, el 30 de diciembre de 1980, había encabezado sus líneas: «Cuento de horror para la Nochevieja». Hacía pocas semanas que había escrito: «El cuento de los generales que se creyeron su propio cuento» y entre 1980 y 1984 los títulos luminosos se sucedieron: «Remedios para volar», «La conduerma de las palabras», «La desgracia de ser escritor joven», «El campo, ese horrible lugar donde los pollos se pasean crudos», «Un payaso pintado detrás de una puerta», «El amargo encanto de la máquina de escribir», «Los pobres traductores buenos»,»El avión de la bella durmiente», «La penumbra del escritor de cine», «La literatura sin dolor», «Memorias de un fumador retirado», «Estos ascensores de miércoles», «No se preocupe: tenga miedo», «Me alquilo para soñar», «Un tratado para tratarnos mal»,»Náufragos del espacio», «La historia vista de espaldas»…

Ahora que aparece un nuevo libro sobre el García Márquez periodista su arte de titular resplandece e igualmente sus precisos textos emotivos, como el que el escritor colombiano dedica en febrero de 1981 a María Moliner. «Su hijo Pedro me ha contado cómo trabajaba – descubre García Márquez en «La mujer que escribió un diccionario» -. Dice que un día se levantó a las cinco de la mañana, dividió una cuartilla en cuatro partes iguales y se puso a escribir fichas de palabras sin más preparativos. Sus únicas herramientas de trabajo eran dos atriles y una máquina de escribir portátil, que sobrevivió a la escritura del diccionario. Primero 

trabajó en la mesita de centro de la sala. Después, cuando se sintió naufragar entre libros y notas, se sirvió de un tablero apoyado sobre el respaldar de dos sillas. Su marido fingía una impavidez de sabio, pero a veces medía a escondidas las gavillas de fichas con una cinta métrica, y les mandaba noticia a sus hijos. En una ocasión les contó que el diccionario iba ya por la última letra, pero tres meses después les contó, con las ilusiones perdidas, que había vuelto a la primera. Era natural, porque María Moliner tenía un método infinito: pretendía agarrar al vuelo todas las palabras de la vida. «Sobre todo las que encuentro en los periódicos«, dijo en una entrevista. «Porque allí viene el idioma vivo, el que se está usando, las palabras que tienen que inventarse al momento por necesidad». Sólo hizo una excepción: las mal llamadas malas palabras, que son muchas y tal vez las más usadas en la España de todos los tiempos. Es el defecto mayor de su diccionario, y Maria Moliner vivió bastante para comprenderlo, pero no lo suficiente para corregirlo.

(…) En 1972 fue la primera mujer cuya candidatura se presentó en la Academia de la Lengua, pero los muy señores académicos no se atrevieron a romper su venerable tradición machista. Sólo se atrevieron hace dos años, y aceptaron entonces la primera mujer, pero no fue María Moliner. Ella se alegró cuando lo supo, porque le aterrorizaba la idea de pronunciar el discurso de admisión. «¿Qué podía decir yo«, dijo entonces, «si en toda mi vida no he hecho más que coser calcetines? «.

Enamorado de las palabras, García Márquez se enamora a su vez de otra fiel enamorada de las palabras, empleando siempre su anzuelo del arte de titular.

(Imágenes.-1.- García Márquez/2.-Vivian Maier.-Chicago.-1950/3.-Louis Stettner.-Penn Station.-1958.- Museum of American Art.-Nueva York)

CORAZÓN DELATADO

«Veamos ahora cómo aquel corazón que la tiniebla conservaba digno en el fuego y en el juego y en la melancolía, soportará la luz marcado con tu señal.

Bajé al lóbrego taller de la vida; lo abrí con loca llave; entre mis temblorosas manos tuve las simientes del milagro imposible.

Subí hasta la peña donde el águila mira cuatro provincias reales taciturnas bajo el sol; les di a beber mi palabra para la sed que tenían.

Hijo suyo me nombró la mar, y heredero de sus islas, cuya tierra se encrespa por encima de las rompientes, endulzada entre sus viñas ocultas; mas no esperé a gustar del mosto que la mar me ofrecía.

Habré de huir por el yermo, vagando bajo el sol y la luna; las piedras hablarán como locas adivinadoras; el corazón pondrá su estribillo en más vieja lengua:

este delatado corazón, que ignoramos si sabía y que ahora, en desconcertadas palabras, me dirá si vivíamos, nos dirá si el recuerdo nos hace crecer hacia la muerte o hacia una vida más honda aún».

Carles Riba.-«Corazón delatado».-«El hijo pródigo».

(Imágenes.-1.-Naum Gabo/ 2.- Gary Simmons.-2007.- Metro Pictures/3.-Mónica Forrer.-lluvia de ideas acerca de una nueva flor.-saatchi online/ 4.-Harold Edgerton.-1973-Fan Blade Vortex.-webmuseum. mit.edu)

DALÍ EN PARÍS

”Desde 1929 – le dijo Dalí al gran periodista Indro Montanelli -, tengo la clarísima conciencia de ser un genio, es más, «el» genio: el representativo de mi tiempo. Esto se halla escrito ya en la morfología de mi rostro, como estaba escrito en el de mi hermano, que murió de meningitis a los siete años. Se llamaba Salvador también, porque también él hubiera, como yo, salvado al mundo: es decir, hubiera salvado lo que se puede y se debe salvar del mundo.

Lo que yo no sabía, era que este mi genio era, pongamos, no leonardesco o goethiano, sino rafaelesco. He atravesado períodos leonardianos y goethianos, en mi vida; pero ahora me doy cuenta de que eran mediocres aprendizajes. Todo lo que he hecho bajo ese signo representa cuanto de mejor ha sido hecho, pictóricamente, en la primera mitad de este siglo; pero no es nada, comparado con lo que estoy haciendo ahora y haré en adelante».

Montanelli se pregunta entonces ante estas palabras : «¿Orgullo consciente? ¿Mitomanía? ¿Deseo de asombrarme? Dalí, al hablar, no me mira a la cara, no se preocupa lo más mínimo de observar si le creo o no. Sabe muy bien que, si no le considero un genio, como se proclama, debo por fuerza considerarle un loco: lo cual, a efectos de éxito, vale otro tanto, si no acaso más. Probablemente, sólo se ofendería si adivinase lo que en realidad pienso de él: que no «es» genio, ni loco; pero se «hace» lo uno y lo otro con insuperable maestría».

«¿Bromeo seriamente? – había escrito antes el mismo Dalí – ¿Estoy diciendo verdades extraordinarias? ¿Es que las bromas se transforman en verdades? ¿Es que las verdades no son más que horribles chiquillladas? La locura, en mí, puede ser substancial, y la substancia más profunda, pura broma. Permanezco siempre ante esta constante interrogación: No sé cuándo empiezo a simular o cuándo estoy diciendo la verdad».

(Pequeño apunte, mientras está teniendo lugar una gran exposición en París sobre Salvador Dalí)

(Imágenes:- Salvador Dalí: 1.-Rosa meditativa.- 1958.-Fundación Gala-Dalí/ 2.-nacimiento de una Divinidad.-1960/ 3.- El simulacro transparente de la falsa imagen.- 1938.- Albright Knox Art Gallery.-Buffalo.-NY/ 4.- Salvador Dalí en 1954.-foto Philippe Halsman)

EL LECTOR

«Mucho he leído ya; toda la tarde

a la ventana, con rumor de lluvia.

Del viento de allá fuera, no oí nada:

mi libro era muy denso.

Lo veía en las hojas, como en rostros

que se oscurecen de reminiscencia,

y en torno a mi leer se pasmó el tiempo.

Las páginas, de pronto, destellaron

y en vez del triste enredo de palabras

se lee «tarde», «tarde», en todas ellas.

No miro todavía fuera: estallan

las largas líneas, huyen las palabras

de sus hilos, escapan a capricho.

Ya lo sé: por encima de los plenos

jardines de esplendor, el cielo es ancho;

el sol, una vez más, habrá pasado.

Y ahora, todo es noche de verano.

Se espesa en pocos grupos lo esparcido:

por largas sendas va la gente oscura,

y extraño y lejos, como si importara

más, se escucha lo poco que aún ocurre.

Si levanto los ojos de mi libro

nada me será extraño, y todo grande.

Fuera está lo que estoy viviendo dentro,

y es todo ilimitado aquí y allá:

sólo con que me enrede más en todo,

si se amolda a las cosas mi mirada

y a la sencillez grave de las masas,

rebosa entonces sobre sí la tierra.

Parece que la abraza el cielo entero:

el lucero es, allá, la última casa».

Rainer Maria Rilke.«El lector».-(traduccción de José María Valverde)

( Imágenes: 1.- Mark Taylor/ 2.-Alfred Tourrier/ 3.-Franz Kupka.-modern-nostalgic)

LA NOCHE DE JUAN RULFO

«La clave que con tanto afán buscaba me salió al paso – confesaba Rulfo al hablar del nacimiento de «Pedro Páramo» – cuando, treinta años después de haber salido del pueblo, regresé a él en busca de mi infancia perdida allá y lo encontré abandonado, totalmente abandonado, las calles desiertas, las viviendas deshabitadas, invadido todo por el polvo y la soledad más espantosa. A alguien se le había ocurrido la peregrina idea del sembrar en las calles una especie de árboles que se llaman casoaricas. Yo pasé una noche allí, solo, temblando».

Así evocaba Rulfo sus recuerdos de cómo fue naciendo su novela y lo hacía en mayo de 1971, en la Revista «Destino«, charlando con Robert Saladrigas. Pero esa noche y cuanto en ella sucedió lo repitió varias veces, como así lo cita quien estudiara  la vida y obra de Rulfo, como es Reina Roffé. «A mí me tocó estar allí una noche – se lee en «Juan Rulfo, autobiografía armada» -, y es un pueblo donde sopla mucho el viento, está al pie de la sierra madre. Y en las noches las casuarinas mugen, aullan. Y el viento. Entonces comprendí yo esa soledad de Comala, del lugar ése. ( Antes había hablado de «las casas aquellas inmensas – era uno de esos pueblos muy grandes, las tiendas ahí se contaban por puertas, eran tiendas de ocho puertas, de diez puertas – y cuando llegué las casas tenían candado. La gente se había ido, así»).

A Luis Harssal que me he referido más de una vez en Mi Siglole contó Rulfo en «Los nuestros» cómo creó a Pedro Páramo: «Imaginé el personaje. Lo vi. Después, al imaginar el tratamiento, lógicamente me encontré con un pueblo muerto. Y claro, los muertos no viven en el espacio ni en el tiempo. Me dio libertad eso para manejar a los personajes indistintamente. Es decir, dejarlos entrar, y después que se esfumaran, que desaparecieran».

Ahora que se recuerdan los cincuenta años del «boom» aquella noche de Rulfo parece volver a resurgir. Ernesto González Bermejo en 1979, al entrevistar al escritor mexicano, le planteó que había profesores que andaban en busca de Comala. «Y no encuentran nada – contestó RulfoY buscan los pueblos que menciono en mis cuentos, y no existen. Van a ver  a mis hermanos, que viven por allá, y les preguntan ¿dónde queda ese pueblo? ¿quién era este personaje?; y ellos les responden: «mi hermano es un mentiroso, no hay nada de ello». (…) Porque la literatura es una mentira que dice la verdad. Hay que ser mentiroso para hacer literatura, ésa ha sido siempre mi teoría. Ahora que, hay una diferencia entre mentira y falsedad. Cuando se falsean los hechos se nota inmediatamente lo artificioso de la situación. Pero cuando se está recreando una realidad en base a mentiras, cuando se reinventa un pueblo, es muy distinto. Aquellos que no saben de literatura creen que un libro refleja una historia real, que tiene que narrar hechos que ocurrieron, con personajes que existieron. Y se equivocan: un libro es una realidad en sí, aunque mienta respecto de la otra realidad».

(Imágenes.-1,2, 3 y 4.-fotografías de Juan Rulfo/ 5.-Juan Rulfo.-foto Mukadarnews.-revista de letras)

FRENTE AL MAR

«Oh mar, enorme mar, corazón fiero

De ritmo desigual, corazón malo,

Yo soy más blanda que ese pobre palo

Que se pudre en tus ondas prisionero.

Oh mar, dame tu cólera tremenda,

Yo me pasé la vida perdonando,

Porque entendía, mar, yo me fui dando:

«Piedad, piedad para el que más ofenda».

Vulgaridad, vulgaridad me acosa.

Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.

Hazme tener tu cólera sin nombre:

Ya me fatiga esta misión de rosa.

¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,

Me falta el aire y donde falta quedo,

Quisiera no entender, pero no puedo:

es la vulgaridad que me envenena.

Me empobrecí porque entender abruma,

Me empobrecí porque entender sofoca,

¡Bendecida la fuerza de la roca!

Yo tengo el corazón como la espuma.

Mar, yo soñaba ser como tú eres.

Allá en las tardes que la vida mía

Bajo las horas cálidas se abría…

Ah, yo soñaba ser como tú eres.

Mírame aquí, pequeña, miserable,

Todo dolor me vence, todo sueño;

Mar, dame, dame el inefable empeño

De tornarme soberbia, inalcanzable.

Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza,

¡Aire de mar!… ¡Oh tempestad, oh enojo!

Desdichada de mí, soy un abrojo,

Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.

Y el alma mía es como el mar, es eso,

Ah, la ciudad la pudre y equivoca

Pequeña vida que dolor provoca,

¡Qué pueda libertarme de su peso!

Vuele mi empeño, mi esperanza vuele…

La vida mía debió ser horrible,

Debió ser una arteria incontenible

Y apenas es cicatriz que siempre duele».

Alfonsina Storni.-«Frente al mar»

(Imágenes.1-Hengki Koentjoto.-outlying/ 2.-Lia Melia.- Siren Song/ 3.-Roberto Longo.-study for black Wing.-2004.-mitterrand, camer com)

MARÍA BLANCHARD

«Apenas si yo había visto algún cuadro de María Blanchard antes de la ocasión de su personal conocimiento – decía Eugenio D´Ors en «Mis Salones», en 1945 -; nadie hasta entonces me había dado conocimiento de su existencia. (…) La que de pronto me apareció sentada – y demorando indefinidamente al levantarse – a la elegante mesa parisina de Jules Supervielle, era una criatura de inquietud tan vibrátilmente agitada, que producía la impresión de extraída de un medio no solo habitual, sino al mismo tiempo virtualmente necesario: la impresión de una mariposa en la mano, de un pez momentáneamente alejado del agua, de una rata que se acaba de apresar, de una extraña puesta al aire

en una operación quirúrgica. Ante una pintura suya presentada, María Blanchard lanzaba un gemido. Ante su propia imagen reflejada en un espejo, una carcajada, que hacía daño de oír. Pero nada de esto, que trabó en miserias su vivir, se reflejaba en su obra. Una vez aislada, una vez lejos de la pintura anterior y de la imagen en el espejo, se cambiaba el subjetivo temblor en una casi mineral ataraxia. Si viviendo era como un caballo que hostigan las moscas, pintando era como un caballo de cartón».

Esta artista «trágica y atormentada – como la sintetizaría Juan Eduardo Cirlot que creó una obra en la que, de modo ejemplar, auténtico y muy humano, se utilizan refundidos los recursos del cubismo y del expresionismo» expone ahora sus obras en el Museo Reina Sofía de Madrid y parecen llegar hasta nosotros las palabras de Lorca en el Ateneo de Madrid, en 1932:

» Querida María Blanchard: dos puntos… dos puntos, un mundo, la almohada oscurísima donde descansa tu cabeza…
La lucha del ángel y el demonio estaba expresada de manera matemática en tu cuerpo.


Si los niños te vieran de espaldas – seguía diciendo Lorca – exclamarían: «¡la bruja, ahí va la bruja!«. Si un muchacho ve tu cabeza asomada sola en una de esas diminutas ventanas de Castilla exclamaría: «¡el hada, mirad el hada!». Bruja y hada, fuiste ejemplo respetable del llanto y claridad espiritual. Todos te elogian ahora, elogian tu obra los críticos y tu vida tus amigos. Yo quiero ser galante contigo en el doble sentido de hombre y de poeta, y quisiera decir en esta pequeña elegía, algo muy antiguo, algo, como la palabra serenata, aunque naturalmente sin ironía, ni esa frase que usan los falsos nuevos de «estar de vuelta». No. Con toda sinceridad. Te he llamado jorobada constantemente y no he dicho nada de tus hermosos ojos, que se llenaban de lágrimas, con el mismo ritmo que sube el mercurio por el termómetro, ni he hablado de tus manos magistrales. Pero hablo de tu cabellera y la elogio, y digo aquí que tenías una mata de pelo tan generosa y tan bella que quería cubrir tu cuerpo, como la palmera cubrió al niño que tú amabas en la huída a Egipto. Porque eras jorobada, ¿y qué? Los hombres entienden poco las cosas y yo te digo, María Blanchard, como amigo de tu sombra, que tú tenías la mata de pelo más hermosa que ha habido en España.»

voces de Lorca sobre María Blanchard, voces de Gerardo Diego…, «pintura indudablemente femenina diría Gaya Nuño, pero realizada por una mujer tenaz que se iba dejando un jirón de vida en cada cuadro».

La mayor de las pintoras españolas del siglo XX.

(Imágenes:- María Blanchard: 1.-mujer con abanico.-1916/2.-la echadora de cartas.-1926/3.-composición cubista.-1916-1919/ 4.-la cocinera.-1923/5.-el carrito de helado.-1924)

ROSA DE ESCÁNDALO

«Súbita, inesperada, espesa nieve

ciega el último oro

de los bosques.

Un orden nuevo y frío

sucede a la opulencia del otoño.

Troncos indiferentes.

Silencio dilatado en muertos ecos.

Sólo los cuervos

protestan en voz alta,

descienden a los valles

y – airados e insolentes –

ocupan los jardines

con su negro equipaje de plumas y graznidos.

Inquietantes, incómodos, severos,

desde sus altos púlpitos marchitos

increpan a la tarde de noviembre

que exhibe todavía

entre sus galas secas

la belleza impasible de una rosa».

Ángel González.- «Rosa de escándalo«( Alburquerque, noviembre) ( American Landscapes)

(Imágenes.-2.-Giuseppe de Nittis.-1875/ 2.-Ansel Adams.-1932)

EL SIGLO XX EN IMÁGENES

» Siempre que veo una fotografía pienso lo mismo  – escribí hace unos meses en Mi Siglo -. El fotógrafo ha seleccionado libremente un aspecto concreto del mundo, de un rostro o de un paisaje. Incluso ha seleccionado el tiempo, haciendo, podríamos decir, un corte en el tiempo: lo que vemos en ese gesto de esa fotografía es un instante, ya pasó y no volverá a pasar nunca así exactamente, no se repetirán jamás los matices de ese gesto, por tanto el fotógrafo recorta un segundo del tiempo, con sus gestos y con cuanto ello conlleva, y nos lo entrega. Roba un trozo de tiempo de una vida, aunque sea minúsculo. Y eso es lo que nos muestra. Él es el responsable, él es el que tiene la última palabra en esa elección. Nosotros vemos lo que él ha elegido.  Esto no solo en la fotografía sino en el cine, video, televisión, arte en imagen en general. Además de cuanto podemos elegir nosotros constantemente con nuestra pupila, el artista nos entrega su elección, aquello que él cree que nos debe transmitir. De ahí también su libre responsabilidad. Millares o millones de ojos ven esa elección del artista que – a su manera, al elegir – en esa cultura de la imagen, está diciendo, de algún modo, su última palabra”.

«Las fotografías – decía John Berger – testimonian una elección humana en una situación determinada. Una fotografía es el resultado de la decisión del fotógrafo de que merece la pena registrar que ese acontecimiento o ese objeto se han visto. Si todo lo que existe se fotografiara continuamente, las fotografías carecerían de sentido. Las fotografías no celebrar ni el acontecimiento ni la facultad de la visión en sí. Son un mensaje acerca del acontecimiento que registran. La urgencia de este mensaje no depende enteramente de la urgencia del acontecimiento, pero tampoco es completamente independiente de éste. En su forma más sencilla, el mensaje decodificado significa: He decidido que merece la pena registrar lo que estoy viendo».

Ahora The International Herald Tribune con motivo de sus 125 años de historia nos entrega estos semblantes, nos muestra estos rictus, nos revela estos gestos. Son piezas de la Historia, monedas de imágenes que han ido de periódico en periódico intentando desvelar la actualidad. La imagen en movimiento – «El siglo XX en pantalla»(Crítica) – había sido estudiada entre otros por Shlomo Sand y la imagen fija se revela en cambio en los archivos de prensa que fueron cubriendo el siglo pasado.

«La fotografía – había señalado Helmut Gernsheim – es la única «lengua» comprendida en el mundo entero, y al acercar todas las naciones y culturas enlaza a la familia humana. Independiente de la influencia política – allí donde los pueblos son libres -, refleja con veracidad la vida y los acontecimientos, nos permite compartir las esperanzas y las angustias de otros, e ilustra las condiciones políticas y sociales. Nos transformamos en testigos presenciales de la humanidad e inhumanidad del género humano».

Es así como podemos ver a Stalin sentado entre las gentes en 1930 

Es así como vemos a Gandhi caminando por Londres en 1931.

a Reyes,

a cómicos,

a descubridores,

escritores,

cantantes,

«La fotografía no rememora el pasado – escribió Roland Barthes en «La cámara lúcida» – (no hay nada de proustiano en una foto).  El efecto que produce en mí no es la restitución de lo abolido (por el tiempo, por la distancia), sino el testimonio de que lo que veo ha sido».

(Imágenes.- Archivo de The International Herald Tribune.: 1.-Los Kennedy en 1938/ 2.-Che Guevara/3.-Hitler/ 4- Stalin.-1930/ 5.-Gandhi.-Londres 1931/ 6.-Jorge Vl.-1937/ 7.-Charles Chaplin con Max Linder en 1920/8.-Marie Curie.-en 1921/ 9.-Samuel Beckett por John Gruen/ 10.-Edith Piaf en 1947)

LISBOA, PESSOA, CARDOSO, PALHA

«El aire es de un amarillo oculto – escribía Pessoa -, como un amarillo pálido visto a través de un blanco sucio. Apenas hay amarillo en el aire ceniciento. La palidez de lo ceniciento, sin embargo, tiene algo de amarillo en su tristeza».

«En esta tarde en que escribo, la lluvia ha cesado por completo. La alegría del aire se siente demasiado fresca contra la piel. El día va consumiéndose no en ceniciento, sino en azul pálido. Un azul vago se refleja, incluso, en las piedras de las calles. Duele vivir, pero de lejos. Sentir no importa. Va iluminándose algún que otro escaparate. En otra ventana alta hay gente que da por acabado su trabajo. El mendigo que pasa junto a mí quedaría pasmado si me conociera».

«Fernando Pessoaescribía Cardoso Pires – está sentado bajo la lluvia en la terraza de A Brasileira. Dentro del café, está Almada. O estuvo. Durante mucho tiempo me acostumbré a verlo en la pared, en autorretrato de los años veinte, acompañado de dos señoras sofisticadas que parecían esperar cualquier cosa que pudiese llegar. ¿Cualquier cosa, o algo determinado? ¿El segundo futurismo? ¿El próximo tren de París? Hasta hoy, silencio absoluto. En A Brasileira, Almada ha dejado de ser visto con ellas y, con lo que cae fuera, no es normal que vuelva pronto».

«La calle se arrugó de luz intensa y pálida – escribía Pessoa -, y la negrura deslucida tembló, de este a oeste del mundo, con un estruendo de descoyuntamientos retumbantes… La tristeza dura de la torpe lluvia empeoró el aire negro con una desagradable intensidad. Frío, tibio, caliente – todo al mismo tiempo -, el aire estaba fuera de lugar en todas partes. Y de inmediato, por la amplia sala, una cuña de luz metálica abrió brecha en los descansos de los cuerpos humanos, y, con el sobresalto helado, un pedrusco ruidoso golpeó por todas partes, despedazándose con silencio duro. El ruido de la lluvia disminuye como una voz apagada. El ruido de las calles disminuye angustiosamente. Nueva luz, de un amarillo rápido, cubre la negrura sorda, pero hubo ahora un momento de respiración posible antes de que el puño del ruido tembloroso sonara como un eco repentino desde otro punto; como una despedida molesta, la tormenta empezaba a no estar aquí ya».

«Chuvas corridas, tristezas crescidas e venha aguardente para lavar as feridas, dicen los lisboetas de taberna – escribía Cardoso Pires -. Mientras, Pessoa, que sabe eso de memoria porque «decilitró» por barras de media Lisboa, sigue en la terraza bajo la lluvia y, encima, sin vaso».

Y fuera, en las calles, Rui Palha, continuaba haciendo fotografías.

(Imágenes.-Rui Palha)

HE CONOCIDO RÍOS

«He conocido ríos:

He conocido ríos antiguos como el mundo y más viejos que el

flujo de la sangre en las venas.

Mi alma se ha vuelto profunda como los ríos.

Me bañé en el Eúfrates cuando los amaneceres eran jóvenes.

Construí mi choza junto al Congo y me meció hasta dormir.

Vi el Nilo  y levanté las pirámides sobre él.

Oí el canto del Mississippi cuando Abe Lincoln bajó a Nueva Orleáns,

y vi su fondo de barro volverse de oro en el ocaso.

He conocido ríos:

Antiguos, oscuros ríos.

Mi alma se ha vuelto profunda como los ríos».

Langston Huges.- «El negro habla de ríos»

(Imagénes.-1.- Kane Gledhill.-thelog.pp.ua/ 2.-Ruth Hallensleben.-yama-bato)

EN TORNO A MIGUEL ÁNGEL

«Sucedió entonces – cuenta Vasari en sus «Vidas» de los pintores – que se cayó Miguel Ángel de no muy alto del andamio de esta obra ( estaba pintando la «Capilla Sixtina«), y se hirió una pierna, y debido al dolor y la rabia no dejó que nadie le medicara. Aún vivía el maestro florentino Baccio Rontini, amigo suyo, médico extraordinario y gran aficionado a esta virtud, que sintiendo compasión por él fue a llamar a su casa y, como ni los vecinos ni él mismo le respondían, intentó, por caminos secretos, subir, haciendo huir a Miguel Ángel de estancia en estancia, desesperado. Hasta que no lo hubo curado, el maestro Baccio

no lo quiso abandonar, ni despegarse de él. Una vez curado, volvió a la obra, y trabajó en ella sin más interrupciones hasta que la terminó en pocos meses, dando tanta fuerza a las pinturas de esta obra que ha confirmado el dicho de Dante: «Muertos los muertos y vivos parecían los vivos«.

Giovanni Papini en su «Vida de Miguel Ángel» recuerda que el artista tenía por entonces sesenta y cinco años y se pregunta si la caída fue provocada al poner un pie en falso por inclinarse demasiado hacia la pared o fue presa de algún desvanecimiento repentino, si se tiene en cuenta, como dice el biógrafo Condivi, que Miguel Ángel comía y dormía poco. Vasari, en su» Orazione funebre» por Miguel Ángel, recordaba también que el artista trabajaba casi siempre solo, ya que no se fiaba de nadie, ni siquiera para preparar los colores. Baccio Rontini merecía ser alabado como uno de los salvadores de Miguel Ángel – como sigue diciendo Papini -, siendo así que, por lo general, se le ignora o apenas se le menciona. «A Baccio Rontini, y sólo a él, se debe que pudiera acabar el Juicio Final y vivir veinticuatro años más. Que el Maestro corrió verdadero peligro de perder la vida en aquella caída, nos lo demuestra el testimonio de un contemporáneo, Niccolò Martelli, admirador del Buonarroti, que, escribiendo a Rontini el 10 de abril de 1541, le decía, entre otras alabanzas, que «no había hecho jamás acción tan hermosa como la de haber curado por dos veces al divino Miguel Ángel: una vez oprimido por los paroxismos internos de la fiebre; la otra, por una mala caída de andamio en andamio, que, postrado y casi próximo a  la muerte, le devolviese el gran tesoro de la sanidad, por lo que os debe tener obligación el mundo entero».

A Miguel Ángel le irritó y le desesperó aquella caída y una vez más se pudo comprobar su fuerte temperamento. Como tantos otros, también Daniel J Boorstin al analizar los perfiles de los artistas en su obra «Los creadores» (Crítica) habla del temor reverencial que Miguel Ángel inspiraba a través de su persona y de su arte. «Cuando viene a verme Buonarroti – solía decir el papa Clemente Vll – siempre me siento y le pido que se siente al instante, pues estoy seguro de que lo hará igualmente si no le concedo permiso».» La pintura y la escultura, el trabajo y la buena fe – escribió sin embargo Miguel Ángel en 1542 – han sido mi ruina y continuamente voy de mal en peor. Mejor habría sido para mí si durante mi juventud me hubiera dedicado a fabricar mechas, pues no me hallaría en este estado mental».

Ahora que se cumplen 5oo años de la «Capilla Sixtina« parece que podamos volver a escuchar a Miguel Ángel mientras se ríe y opina entre el embajador de Siena en Roma, Lactancio Tolomeo, y Victoria Colonna, poetisa, gran señora, viuda del marqués de Pescara, amiga de Miguel Ángel, tal como -aludiendo a los diálogos de Francisco de Holanda comenté en Mi Siglo.

(Imágenes.- 1.- Capilla Sixtina.-wikipedia/ 2.-detalles de la Capilla Sixtina/.-3.-retrato de Miguel Ángel por Daniele da Volterra/ 4.-pinturas de la Capilla Sixtina.-wikipedia/ 5.-el Papa, en un encuentro con artistas en la Capilla Sixtina, en 2009.-Reuters)

Y LA HUMANIDAD LLORA …

«La música duerme dentro de la madera

La madera habla música

La música  toca el corazón de la roca

La roca repite la música

La música se esconde dentro del metal

El metal repite la música

Y la humanidad llora…

Las melodías llegan con el viento

El viento viaja con las melodías

Las melodías multiplican los rayos del sol

Los rayos del sol hacen vibrar las melodías

Las melodías salen con la luz de la luna

La luz de la luna se desvanece en las melodías

Y la humanidad llora…

El firmamento percibe la armonía

La armonía hace girar el firmamento

Las luces de las estrellas se inclinan en armonía

La armonía desciende por la luz de las estrellas

El horizonte simboliza armonía

La armonía pertenece al lejano horizonte

La humanidad llora…

La humanidad llora…

¡La armoniosa música de las lágrimas que caen

la melodía del corazón humano…!»

Denizé Lauture.-«Y la humanidad llora»

(Imagen.-1-Jirí Anderle-1991.–baruchfoundation.org/ 2.-Morteza Katouzian.-2006)

LAS VOCES DE LAS MADRES

«Las voces de las madres siempre han tenido influencia en los escritores y sobre los hijos en general. Las voces de las madres y de los padres, incluso las voces de las abuelas han influido. Tranquilina Iguarán Cotes, la abuela materna de García Márquez, dejaba oír su voz ‑recordará el escritor‑ y “me contaba las cosas más atroces sin conmoverse, como si fuera una cosa que acabara de ver. Descubrí que esa manera imperturbable y esa riqueza de imágenes era lo que más contribuía a la verosimilitud de sus historias”.

La voz de la madre narrará los cuentos, la voz de la madre subirá escaleras arriba hasta la cama de los hijos pequeños y adolescentes, las manos de esa madre abrirán un libro y acompañarán con ademanes la historia, los ojos de las madres leerán las palabras y la voz se afinará o se hará redonda en los diálogos, se hará puntiaguda o se hará grávida. Los ojos, las manos, las voces. También los padres dejarán su herencia en la lectura y en el narrar de las historias. El Premio Nobel de 2001, el novelista de nacionalidad británica, V.S. Naipaul, de origen hindú y nieto e hijo de emigrantes, aún mantendrá muchos años después la figura de su padre unida a la lectura en voz alta:

     Mi padre era autodidacto, y se hizo periodista por sus propios medios. Leía a su manera. Por entonces tenía treinta y pocos años, y aún estaba aprendiendo. Leía muchos libros a la vez, sin terminar ninguno, y no le interesaban ni el relato ni la trama, sino las cualidades especiales o el carácter del escritor. Eso era lo que le gustaba, y sólo disfrutaba de los escritores en pequeños arranques. A veces me llamaba para que le oyera leer tres o cuatro páginas, raramente más, de un escritor que le agradaba especialmente. Leía y explicaba con ardor, y no me costaba trabajo que me gustara lo que le gustaba a él. De esta forma tan curiosa ‑teniendo en cuenta las circunstancias: la mezcla de razas en el colegio de una colonia, la introversión asiática en casa‑ empecé a construir mi propia antología de la literatura inglesa.

Como un sorbo de cerveza o como el paladeo de un dulce, así leía el estilo o el empuje de las prosas el padre de V.S. Naipaul ‑disfrutando de los escritores en pequeños arranques, interesándose sólo “por las cualidades especiales del escritor”, añadiendo a todo eso una cosa singular: “a veces me llamaba para que le oyera leer”‑. Nos encontramos aquí con un determinado tono. El agua límpida de la prosa pasa por la garganta y la modulación de este autodidacta de treinta y pocos años y, atravesando el puente de su voz, deja al otro lado, en el oído de su hijo, un movimiento de palabras musical y transparente. El novelista angloindio fijará aquella escena infantil con esta frase: “me resultaba fácil que me gustara lo que le gustaba a él”.

Un triunfo de la educación de la lectura sin apenas proponérselo el padre. Seepersad Naipaul no le cuenta al hijo de once años el principio y el fin de una historia, ni tampoco su recorrido narrativo ‑ahora diríamos “de qué va una historia”‑ sino que le lee pequeños aciertos estilísticos, brotes, espumas de belleza, logros de precisión: es decir, aquello que subyace en el mar de la lengua y de la creación literaria, el fondo del océano y a la vez el oleaje de la prosa, en resumen, aquello a lo que se suele volver solamente en las relecturas, cuando ya se conoce qué cuentan las historias y uno quiere repasar cómo han sido contadas. El padre, pues, disfrutando con los hallazgos, los transmite a su hijo haciéndole partícipe de la belleza. Sin querer o queriendo está formando un futuro lector y, a la vez ‑sin duda sin querer‑ está sembrando la semilla del futuro escritor.

Varios parlamentos de Julio César; páginas sueltas de los primeros capítulos de Oliver Twist y David Copperfield; unas cuantas páginas de El molino junto al Floss; algo de los Cuentos de Shakespeare, de Lamb; relatos de O. Henry y Maupassant, y unas cuantas páginas de Somerset Maugham” : éste es el resultado de la lectura en voz alta del padre de Naipaul. Esta es parte de la antología personal que el hijo se construye antes de cumplir los doce años. Puede verse que son retazos, piezas incompletas, piezas valiosas, pero únicamente piezas, brotes, espuma: lo que permanece siempre sobre la calidad de la literatura».

J.J. Perlado.-«El ojo y la palabra«- págs 20-22

(Imágenes.-1.-James Jebusa Shannon.-1895.-anillustratorinspitation/ 2. George Bernard O`Neill.-1876.-Royal Academy.-bonhams com-3,.George Dunlop Leslie.-1879.-guardian.co.uk)/ 4.- George Sheridan Knowles.-Rhes Galeries. es/5.--Peter Vilhelm Ilsted -.reprodat/ 6.-Rick Beerhorst.-studio Beerhorst)