«La clave que con tanto afán buscaba me salió al paso – confesaba Rulfo al hablar del nacimiento de «Pedro Páramo» – cuando, treinta años después de haber salido del pueblo, regresé a él en busca de mi infancia perdida allá y lo encontré abandonado, totalmente abandonado, las calles desiertas, las viviendas deshabitadas, invadido todo por el polvo y la soledad más espantosa. A alguien se le había ocurrido la peregrina idea del sembrar en las calles una especie de árboles que se llaman casoaricas. Yo pasé una noche allí, solo, temblando».
Así evocaba Rulfo sus recuerdos de cómo fue naciendo su novela y lo hacía en mayo de 1971, en la Revista «Destino«, charlando con Robert Saladrigas. Pero esa noche y cuanto en ella sucedió lo repitió varias veces, como así lo cita quien estudiara la vida y obra de Rulfo, como es Reina Roffé. «A mí me tocó estar allí una noche – se lee en «Juan Rulfo, autobiografía armada» -, y es un pueblo donde sopla mucho el viento, está al pie de la sierra madre. Y en las noches las casuarinas mugen, aullan. Y el viento. Entonces comprendí yo esa soledad de Comala, del lugar ése. ( Antes había hablado de «las casas aquellas inmensas – era uno de esos pueblos muy grandes, las tiendas ahí se contaban por puertas, eran tiendas de ocho puertas, de diez puertas – y cuando llegué las casas tenían candado. La gente se había ido, así»).
A Luis Harss – al que me he referido más de una vez en Mi Siglo –le contó Rulfo en «Los nuestros» cómo creó a Pedro Páramo: «Imaginé el personaje. Lo vi. Después, al imaginar el tratamiento, lógicamente me encontré con un pueblo muerto. Y claro, los muertos no viven en el espacio ni en el tiempo. Me dio libertad eso para manejar a los personajes indistintamente. Es decir, dejarlos entrar, y después que se esfumaran, que desaparecieran».
Ahora que se recuerdan los cincuenta años del «boom» aquella noche de Rulfo parece volver a resurgir. Ernesto González Bermejo en 1979, al entrevistar al escritor mexicano, le planteó que había profesores que andaban en busca de Comala. «Y no encuentran nada – contestó Rulfo –Y buscan los pueblos que menciono en mis cuentos, y no existen. Van a ver a mis hermanos, que viven por allá, y les preguntan ¿dónde queda ese pueblo? ¿quién era este personaje?; y ellos les responden: «mi hermano es un mentiroso, no hay nada de ello». (…) Porque la literatura es una mentira que dice la verdad. Hay que ser mentiroso para hacer literatura, ésa ha sido siempre mi teoría. Ahora que, hay una diferencia entre mentira y falsedad. Cuando se falsean los hechos se nota inmediatamente lo artificioso de la situación. Pero cuando se está recreando una realidad en base a mentiras, cuando se reinventa un pueblo, es muy distinto. Aquellos que no saben de literatura creen que un libro refleja una historia real, que tiene que narrar hechos que ocurrieron, con personajes que existieron. Y se equivocan: un libro es una realidad en sí, aunque mienta respecto de la otra realidad».
(Imágenes.-1,2, 3 y 4.-fotografías de Juan Rulfo/ 5.-Juan Rulfo.-foto Mukadarnews.-revista de letras)
Una certeza fundamental para el arte, la cultura y la vida. La literatura es una mentira que dice la verdad. Cuántas supuestas verdades que pasan por ser importantes, no son sino una falsificación miserable de la vida. Gracias, José Julio, por estas revelaciones siempre maravillosas.
Salud
Manuel Marcos (Al-Juarismi)
Urdemalas,
Muchas gracias por tus palabras.
Vargas Llosa tituló un libro suyo «La verdad de las mentiras» y un gran crítico y ensayista – Rene Girard – tituló el suyo «Mentira romántica y verdad novelesca». Leemos mentiras porque nos atrapan como verdades y cruzamos las ciudades buscando mentiras en las estanterías de las librerías que hojearemos impacientes intentando buscar la verdad.
Un cordial saludo
A un costado de lo que pudiéramos hablar de Rulfo y su obra, ahora hablaremos de un problema real que sucede acá en Colima, México y que reproduce al pie de la letra la situación señalada al final de este artículo. Resulta que en Colima hay un pueblo que se llama Comala (¿qué serán, menos de 100 kms. de los pueblos de Rulfo?) y mucha gente lo visita creyendo que es, precisamente, el pueblo de Pedro Páramo. Le debe tanto el turismo del pueblo a este error que ya hasta una horrible escultura le han hecho al pobre de Rulfo.
¿Será el momento de recordar un par de anécdotas aquí? Resulta que yo soy de Zapotlán, el Grande y salí a vivir y trabajar a Colima, donde nacieron mis hijos. Volvemos todos de vez en cuando a esos pueblos del Sur de Jalisco, pueblos inmortalizados por Rulfo y por Arreola (la yunta de bueyes, les decían al par de amigos).
Una noche salimos al jardín principal de Cd. Guzmán (la otrora Zapotlán) y escuché a un muchacho impresionar con sus conocimientos enciclopédicos a una paciente chica que lo escuchaba con aburrimiento y amabilidad.
La mañana siguiente salimos en búsqueda de Tonaya, un pueblito dedicado principalmente a la producción de mezcal. Al rededor de dicho pueblo se hallaban: Apulco (lugar de nacimiento de Rulfo), San Gabriel (lugar de infancia, al parecer la verdadera «Comala»), Sayula (durante años el pretendido lugar erróneo de su nacimiento, lo registran decenas de enciclopedias viejas). Ahí en San Gabriel me tocó la segunda anécdota. Llegamos al jardín principal y mientras mis hijos disfrutaban una nieve (helado) yo me dirigí a hacer unas fotos a unas bellas iglesias que se encontraban a unos pasos. Al pasar junto a unos cinco o seis parroquianos oí a uno de ellos decir: «… le dijo la vieja que la dejara ahí, que ella se iba caminando, pero cuando el pretendido amante volvió a buscarla ella había desparecido del todo del camino». Estaba escuchando un cuento en la tierra de nuestro mayor cuentista.
No cabe duda que las grandes personas son producto de las tierras donde nacen.
1Oochoa,
muy interesantes los dos comentarios que recibo sobre este tema de Rulfo y que aportan nuevas opiniones y luces a una realidad siempre apasionante.
Siempre agradecido a estos dos comentarios.
Cordiales saludos
Se agradecen estas memorias, mientras recordamos con cariño a Rulfo.
Los buenos escritores nos hacen mejores lectores.
Cordiales saludos.
Pilar,
Rulfo fue un excelente autor de relatos, gran fotógrafo, que siempre esta en nuestra memoria.
Muchas gracias por tus palabras.
Saludos cordiales