¿CÓMO SE ESTRUCTURA UN CUENTO?

 

 

 

“Un cuento —decía Sergio Pitol —no siempre responde a los mismos estímulos, obedece  a una intranquilidad interna tal vez por estar obsesionado por un personaje, o por una o dos frases que uno ha oído al azar en un café, o una tonadilla de canción que repites sin saber por qué; casi todos mis cuentos están muy ligados a cosas que he visto y  escuchado que después transformo. No puedo casi imaginar si no veo algo, oigo una conversación, veo una cara con determinada expresión que después, a veces muchos años después, brota de la memoria. Todo empieza a esbozarse muy vagamente; de pronto en medio de esa vaguedad comienzo a estructurar una historia que se anuda con algunas preocupaciones inmediatas. Al escribir el borrador de un cuento se organiza de inmediato la trama; todos sus componentes  surgen inmediatamente, y construyen una estructura, que para mí es lo fundamental. En el primer bosquejo el lenguaje puede ser muy elemental, redacto como un niño de once o doce años. En uno de mis cuentos trabajé intensamente para lograr una coherencia interna. Pienso, por ejemplo, cómo se comportaría ante alguna situación una señora de una ciudad de provincias, por ejemplo, de sesenta  años, dentista, esposa de dentista, qué sinsabores y alegrías conoce en su profesión, qué libros lee, qué cine prefiere, cómo se viste, en qué periódicos se informa, y mil detalles más; es aún el proceso previo a la escritura, gran parte de esa información no interviene en el relato, está en mis diarios, pero para mí algunos detalles me resultan como sostenes de la historia y le imprimen verosimilitud; permite un encuentro con la realidad y al mismo tiempo establece una niebla que contamina y  transforma esa realidad.

 

 

Después empieza el trabajo verdaderamente difícil, el que más me gusta , convertir en una geometría lo que ha llegado como un flujo; añadir, mutilar, ordenar. En esa fase empiezo a redondear los personajes. En uno de mis cuentos me atreví a mezclar lo real y lo onírico. Lo tengo muy cerca de mí, pero en general una vez publicados los cuentos dejan de interesarme; debo seguir escribiendo y enfrentarme a otro tipo de problemas y a requerimientos diferentes. “

 

 

(Imágenes—1-Alfred Kubin/ 2-Yu donglu/ 3-David Hockney)

ORIGEN DE LOS CUENTOS

 


“El cuento hay que disfrutarlo — decía Stefan Zweig —, renunciando de antemano a cualquier explicación. Vieron la luz por casualidad, no obedecen a un propósito superior, más allá de lo inmediato., se inventaron para consolar a un niño o a un pobre, para aplacar a quienes se quejaban, para hacer que el camino pareciera más corto o para sobrellevar mejor las largas noches de invierno. No son hijos de la razón — sigue diciendo Zweig en sus “Encuentros con libros” —, sino del sueño; no tienen un propósito definido, sino ambiguo, pues surgen de las divagaciones de un espíritu ocioso. Por extraño que suene, creo que estos cuentos, sencillos, sabios y queridos, nacieron como respuesta a las malas condiciones de la vida. No los creó alguien animoso, fuerte, activo — alguien así está satisfecho con el mundo en el que vive y no tiene necesidad de inventarse otra realidad —, sino el soñador, el que prefiere quedarse sentado junto al fuego, el astuto, el mentiroso, el fanfarrón, alguien  que no se siente libre, alguien que no puede enfrentarse al destino con sus propias fuerzas.

 

Eso creo yo, pues los cuentos están pensados para el inútil, el desocupado, el iluso y el haragán. En la vida, en lo real, es el fuerte quien alcanza sus objetivos, es el listo quien triunfa sobre sus adversarios, el hábil quien supera cualquier dificultad. ¿ Qué podían hacer quienes  iban quedándose atrás, por ineptitud o por debilidad, más que imaginar otro mundo, un mundo al revés, en el que el cumplidor llega demasiado tarde, el tonto se hace rico y el ingenioso es engañado? En el fondo, los cuentos son una compensación por los sinsabores de la vida, una manera de soñar, un consuelo soberbio ( por eso gustan tanto a los niños), aunque se vistan con los ropajes de la moral, no son relativamente aleccionadores. Por ejemplo, el gandul se pasa todo el día metido en la cama; para darle una lección, sus compañeros, maliciosos, le colocan una olla llena de salamandras negras debajo del lecho, pero cuando mete la mano dentro, se produce un milagro, la olla está llena de oro y el vago se hace rico.”

 

( Imágenes— 1- Deng yu- 2007-/ 2- Hans Tegner- ilustración para los cuentos de Andersen- 1900/ 3- David Hockney-ilustración para los cuentos de los hermanos Grim-fundación canal)

LOS MISMOS CUENTOS

 


“El cuento que escucha un niño de labios de su madre en un pueblo perdido de Alemania — dice Stefan Zweig en “Encuentros con libros” — es el mismo que murmura al otro lado del globo, en la Tierra del Fuego, un anciano con el rostro pintado, dirigiéndose a los guerreros que vuelven al hogar; el mismo que canta un cuentacuentos ciego en la plaza de una ciudad de Arabia, a las puertas de la alcazaba; el mismo que conocen en la India y en China. Cada uno de estos pueblos tiene sus propios dioses; las lenguas no tienen nada que ver una con otra, ni siquiera proceden de un tronco común; el cielo bajo el que viven, la tierra que pisan, la forma y el color de su cuerpo no pueden ser más distintos, pero el cuento que les infunde aliento es el mismo en todas partes.

 

Los caballos mágicos que salen huyendo, las flechas que pasan silbando y se pierden a lo lejos no resultarían tan difíciles de seguir como estos cuentos, que han anidado en la fantasía de todos los pueblos y cuya pista es prácticamente imposible de rastrear. Incluso dentro de ellos nos aguardan nuevos misterios, pues, ¿ quién ha conseguido explicar por qué determinados números, como el tres o el siete, reaparecen  en las tramas continuamente?  El cuento conserva los últimos símbolos místicos de la humanidad, su sencillez nos permite percibirlos con más claridad que en los relatos actuales, reflejos del confuso panorama intelectual de hoy.”

 

(Imágenes—1- Hans Tegner- ilustración para los cuentos de Andersen- 1900- scarpoldbookilustration/ 2-ilustración para Hansel y Grete- missfolly/ 3-Dulac – 1911- ilustración para los cuentos de Andersen)

CÓMO SE CONSTRUYE UN CUENTO

 

 

“Un cuento no siempre responde a los mismos estímulos, obedece a una intranquilidad interna tal vez por estar obsesionado por un personaje – decía Sergio Pitol – , o por una o dos frases que uno ha oído al azar en un café, o una tonadilla de canción que repites sin saber por qué; casi todos mis cuentos están muy ligados a cosas que he visto y escuchado que después transformo. En mi apego a la realidad no me gana ni el más obsesivo realista. No puedo casi imaginar si no veo algo, oigo una conversación, veo una cara con determinada expresión que después, a veces muchos años después, brota de la memoria. Todo empieza a esbozarse muy vaganente; de pronto en medio de esa vaguedad comienzo a estructurar una historia que se anuda con algunas preocupaciones nmediatas. Al escribir el borrador de un cuento se organiza de inmediato la trama; todos sus componentes surgen inmediatamente , y construyen una estructura que para mí es fundamental. En el primer bosquejo el lenguaje puede ser muy elemental, redacto como un niño de once o doce años (…) para mí algunos detalles me resultan como sostenes de la historia y le imprimen verosimilitud;  permite un encuentro con la realidad y transforma esa realidad. Después empieza el trabajo verdaderamente difícil, el que más me gusta, convertir en una geometría lo que ha llegado como un flujo: añadir, mutilar, ordenar. En esa fase empiezo a redondear los personajes ( …) En general una vez publicados los cuentos dejan de interesarme; debo seguir escribiendo y enfrentarme a otro tipo de problemas  y a requerimientos diferentes.”

 


 

(Imágenes- 1- Eyvind Earle – 1976/ 2- Thomasz Kaluzny)

LA AUTOPISTA DEL SUR

 

 

“Cuando escribi ese cuento, La autopista del sur” – lo recordaba Cortázar en sus clases de literatura dadas en Berkeley, en 1980 – jamás había estado metido en un embotellamiento en una autopista de Francia ni en ningún país del mundo, o sea que fue un trabajo absolutamente imaginativo. Cinco meses después me vi metido en un embotellamiento en Borgoña, en Francia, cerca de la ciudad de Tournus, y aunque afortunadamente no duró tanto como el de mi cuento, duró de todas maneras seis horas bajo el sol, con una inmensa cantidad de automóviles detenidos y sin la menor posibilidad de salir por un lado o por el otro…”

 

 

Varias veces Cortázar ha comentado las vicisitudes de este cuento. En conversaciones con Evelyn Picon Garfield en “Cortázar por Cortázar el escritor argentino confesó que, tras acabar de escribir el cuento, cambió su final. “Era muy pesimista. Sobre todo el final es trágico porque es la dispersión fatal de gentes que finalmente habrían terminado por encontrarse y formar una pequeña sociedad, un pequeño grupo. Luego, cuando las condiciones que habían obligado a ese grupo se cortan, cada uno desaparece. El hecho de que de golpe se rompe el bloqueo y salen así, y cada uno se da cuenta de que no va a volver a encontrarse con el otro, en ese sentido es sumamente pesimista. Se terminaba el embotellamiento, el bloqueo. Pero el final era muy mecánico. Cuando lo releí sentí que las dos o tres páginas eran un poco geométricas, eran un poco duras.”

Es curiosa toda esta relación entre imaginación y realidad, entre invención y vida. “Cuando me pasó lo de mi embotellamiento tenía mi cuento en la memoria muy fresquito – decía Cortázar en Berkeley -, lo acababa de terminar, y me planteé problemas de escritor. “Ahora vas a ver si lo que escribiste está más o menos bien o si, como decimos los argentinos, has estado macaneando”.  Estoy seguro de que si alguno ha tenido esa experiencia de un largo embotellamiento en un camino, algunos aspectos de mi cuento los van a reconocer como una experiencia también vivida.”

Cortázar describe y escribe el embotellamiento sin saber que dentro de unos meses va a sufrir uno. Cuando lo viva personalmente, ajustará la realidad y la ficción.

 

 

(Imágenes- 1- Cortázar- foto Sara Facio – 1967- wikipedia/ 2-Robert Doisneau – 1969/ 3- foto Alex Prager-Michel Hoppel contemporary)

LA VIBRACIÓN DE LA ESFERA

Julio Cortázar fumant la pipe dans sa maison de Saignon (Vauclus

«Alguna vez he comparado el cuento con la noción de la esfera – explicaba Julio Cortázar en Berkeley, en sus «Clases de literatura» (Alfaguara) -, la forma geométrica más perfecta en el sentido de que está totalmente cerrada en sí misma y cada uno de los infinitos puntos de su superficie son equidistantes del invisible punto central. Esa maravilla de perfección que es la esfera como figura geométrica es una imagen que me viene también cuando pienso un cuento que me parece perfectamente logrado. Un novela no me dará jamás la idea de una esfera; me puede dar la idea de un poliedro, de una enorme estructura. En cambio el cuento tiende por autodefinición a la esfericidad, a cerrarse, y es aquí donde podemos hacer una doble comparación pensando también en el cine y en la fotografía: el cine sería la novela y la fotografía, el cuento.»

escritores.-5gg.-Cortázar.- por Daniel Mordzinski

Decía esto Cortázar en 1980 y casi las mismas ideas me las repetiría a mí en la conversación que mantuvimos en Madrid tres años después y que yo quise titular «La esfera de los cuentos«. La esfera – me decía – como imagen del cuento, o escribir un cuento es «como andar en bicicleta«. «Pero por el hecho de que el cuento – seguía explicando en Berkeley – tiene la obligación interna, arquitectónica, de no quedar abierto sino de cerrarse como la esfera y guardar al mismo tiempo una especie de vibración que proyecta cosas fuera de él, ese elemento que vamos a llamar fotográfico nace de otras características que me parecen indispensables para el logro de un cuento memorable o perdurable. Es muy difícil definir esos elementos. Se llaman intensidad y tensión.»

1947. AUTORRETRATO ESPEJO

(…) «Y es importante señalar su dinámica: el hecho de que un cuento tiene no solamente el cuento en sí sino también – como en las fotos – una especie de potencialidad, de proyección que hace que un gran cuento de Conrad, de Onetti o de cualquiera de los autores que ustedes prefieran – les comentaba a los estudiantes que le escuchaban – no solamente se fije en la memoria sino que despierte una serie de connotaciones, de aperturas mentales y psíquicas.»

Esos son «los caminos de un escritor»como Cortázar señalaba en su primera clase -: «siempre he escrito sin saber demasiado por qué lo hago, movido un poco por el azar, por una serie de casualidades: las cosas me llegan como un pájaro que puede pasar por la ventana.»

(Imágenes.-1.-Cortázar.- 1971.-foto Colette Portal- biblio.co.uk/ 2.-Cortázar.- por Daniel Mordzinski/ 3.-autorretrato de Cortázar en Buenos Aires.-1947.-fondo de Aurora Bernardez.-colecc. CGAI)

¿CREES QUE TÚ MISMA PUEDES ESCRIBIR UN LIBRO?

escritores.-tyhh.-Karen Blixen.-Isak Dinesen.-1920

«Entre los somalíes, entre los masai – así se lee en la entrevista a Isak Dinesen que recogió «The Paris Review»  -, la baronesa fue una gran doctora, una cazadora merecedora del título de «Reina Leona»  pero a quien se sospechaba incapaz de escribir un libro. La duda era dirigida por su joven criado Kamante:

«- Msabu, ¿crees que tú misma puedes escribir un libro?

Le respondí que no lo sabía.

Para figurarse una conversación con Kamante hay que imaginarse una pausa larga y grávida antes de cada frase, como si tuviera una profunda

responsabilidad. Todos los nativos son maestros en el arte de las pausas y de este modo dan perspectiva a una discusión. Kamante hizo una pausa así,  y luego dijo:

– Yo no lo creo.

escritores,.44fvv.-Isak Dinesen -Karen Blixen y Kamante.-artnet

Yo no tenía a nadie con quien hablar de mi libro: así que dejé a un lado mi papel y le pregunté por qué no. Descubrí que había estado pensando en aquella conversación previamente y que se había preparado para ella; tenía detrás suyo la mismísima Odisea y la depositó sobre la mesa.

– Mira, Msabu, éste es un buen libro. Está unido de un extremo a otro. Hasta si lo levantas y lo sacudes con fuerza no se hace pedazos. El hombre que lo ha escrito es muy listo. Pero lo que escribes – prosiguió con una mezcla de desprecio y de amable compasión – está un poco ahí y otro poco allá. Cuando la gente se olvida de cerrar la puerta, el viento lo mueve, se cae al suelo y entonces te enfadas. No será un buen libro.

Le expliqué que en Europa lo juntarían todo».

«De lo que Kamante verdaderamente dudaba es de que un blanco pudiera crear una narrativa como la propia, oral, con la complicidad del viento».

escritores.-ttb.-Peter Beard sobre Karen Blixen,-. artnet

«Todo se convertía en un pretexto para inventar una historia – decía de Karen Blixen su sobrina Ingeborg, y así lo relata Sandra Petrignani en «La escritora vive aquí» (Siruela) – . Y siempre era muy clara y precisa. Nunca aburrida. Una mujer especial, yo la adoraba. Tenía unos ojos muy oscuros, muy bonitos. Le venían de su madre. Sus estados de ánimo me sorprendían, pero no los temía como les sucedía a casi todos. Era sarcástica, y si se aburría, se convertía en una hiena. «Diviérteme, dime todo lo que ha pasado. ¿Has estado en alguna fiesta? ¿Quién estaba? ¿De qué habéis hablado? ¿Quién estaba sentado a tu lado? No podías responder de manera vaga o distraída. Ella quería todos los detalles. Pero todo ese interés hacía que te sintieras importante.(…) Uno de los criados a quien más cariño cogió en África, Kamante, resultó ser cocinero original y de gran clase».

Isak Dinesen.-rdvv,.Peter Beard.-Fahey.-Klein Gallery.-artnet

«Los leones – decía -, cuyo rugido es como «el tronar de los rifles en la oscuridad«, se convertirían para ella en el símbolo del físico perfecto. En «Memorias de África» mira fascinada sus cuerpos desollados: «ni una sola partícula de grasa superflua«, sólo músculos tensos y potentes. «Elegantes hasta los huesos». Y sobre los elefantes escribió en «Daguerrotipos«: «es fútil preguntarse para qué sirve un elefante: se cumple en sí mismo, con su cola delante y detrás».

«En realidad – le había respondido ya a Clara Svendsen en una entrevista – tengo tres mil años, y he cenado con Sócrates«, como ya hace tiempo recordé  en Mi Siglo.

(Imágenes.-1.- Karen Blixen.-1920.-caribarao.org/ 2.-Karen Blixen y Kamante.-artnet/ 3 y 4.- Peter Beard.-artnet) Peter Beard.-Fahey/ Klein Gallery.-artnet)

LA NOCHE DE JUAN RULFO

«La clave que con tanto afán buscaba me salió al paso – confesaba Rulfo al hablar del nacimiento de «Pedro Páramo» – cuando, treinta años después de haber salido del pueblo, regresé a él en busca de mi infancia perdida allá y lo encontré abandonado, totalmente abandonado, las calles desiertas, las viviendas deshabitadas, invadido todo por el polvo y la soledad más espantosa. A alguien se le había ocurrido la peregrina idea del sembrar en las calles una especie de árboles que se llaman casoaricas. Yo pasé una noche allí, solo, temblando».

Así evocaba Rulfo sus recuerdos de cómo fue naciendo su novela y lo hacía en mayo de 1971, en la Revista «Destino«, charlando con Robert Saladrigas. Pero esa noche y cuanto en ella sucedió lo repitió varias veces, como así lo cita quien estudiara  la vida y obra de Rulfo, como es Reina Roffé. «A mí me tocó estar allí una noche – se lee en «Juan Rulfo, autobiografía armada» -, y es un pueblo donde sopla mucho el viento, está al pie de la sierra madre. Y en las noches las casuarinas mugen, aullan. Y el viento. Entonces comprendí yo esa soledad de Comala, del lugar ése. ( Antes había hablado de «las casas aquellas inmensas – era uno de esos pueblos muy grandes, las tiendas ahí se contaban por puertas, eran tiendas de ocho puertas, de diez puertas – y cuando llegué las casas tenían candado. La gente se había ido, así»).

A Luis Harssal que me he referido más de una vez en Mi Siglole contó Rulfo en «Los nuestros» cómo creó a Pedro Páramo: «Imaginé el personaje. Lo vi. Después, al imaginar el tratamiento, lógicamente me encontré con un pueblo muerto. Y claro, los muertos no viven en el espacio ni en el tiempo. Me dio libertad eso para manejar a los personajes indistintamente. Es decir, dejarlos entrar, y después que se esfumaran, que desaparecieran».

Ahora que se recuerdan los cincuenta años del «boom» aquella noche de Rulfo parece volver a resurgir. Ernesto González Bermejo en 1979, al entrevistar al escritor mexicano, le planteó que había profesores que andaban en busca de Comala. «Y no encuentran nada – contestó RulfoY buscan los pueblos que menciono en mis cuentos, y no existen. Van a ver  a mis hermanos, que viven por allá, y les preguntan ¿dónde queda ese pueblo? ¿quién era este personaje?; y ellos les responden: «mi hermano es un mentiroso, no hay nada de ello». (…) Porque la literatura es una mentira que dice la verdad. Hay que ser mentiroso para hacer literatura, ésa ha sido siempre mi teoría. Ahora que, hay una diferencia entre mentira y falsedad. Cuando se falsean los hechos se nota inmediatamente lo artificioso de la situación. Pero cuando se está recreando una realidad en base a mentiras, cuando se reinventa un pueblo, es muy distinto. Aquellos que no saben de literatura creen que un libro refleja una historia real, que tiene que narrar hechos que ocurrieron, con personajes que existieron. Y se equivocan: un libro es una realidad en sí, aunque mienta respecto de la otra realidad».

(Imágenes.-1,2, 3 y 4.-fotografías de Juan Rulfo/ 5.-Juan Rulfo.-foto Mukadarnews.-revista de letras)

ANA MARÍA MATUTE Y EL CUENTO DE UN CUENTO

«Había una vez un cuento

Acababa

antes de comenzar

y comenzaba

después de acabar

Sus héroes entraban

después de su muerte

y salían

antes de su nacimiento

Sus héroes hablaban

de una tierra de un cielo

hablaban de esto y de aquello

Lo único que no decían

era algo que ni ellos sabían

Que sólo eran héroes en un cuento

Un cuento que acaba

antes de comenzar

y comienza

después de acabar».

Vasko Popa: «Cuento de un cuento» (versión de Octavio Paz y Juan Octavio Prenz)

(Imagen: «The secret of Kells».-foto GKIDS.- Cartoon Saloon.-The New York Times)

(Pequeño apunte al recibir Ana María Matute el Premio Cervantes, la autora que confesó,»entré en la gran literatura con los rusos y mi amor por los cuentos nace con Chejov, que brilló más en los cuentos que en el teatro»)

FLANNERY O´CONNOR

flannery-oc2b4connor-rowhtmll

«La tarea de la literatura es encarnar el misterio en las maneras, y el misterio resulta enormemente embarazoso para la mentalidad contemporánea –dice la gran escritora norteamericana Flannery O´Connor en «Misterio y maneras» (Encuentro) -. En torno al cambio de siglo, Henry James escribió que la joven del futuro, aunque la llevasen a tomar el aire en una máquina voladora, no sabría nada ni del misterio ni de las maneras. James no tenía derecho a limitar la predicción a uno de los sexos, aunque por otro lado es difícil no coincidir con él. El misterio del que hablaba es el misterio de nuestra posición en la tierra, y las maneras son esas convenciones que, en manos del artista, revelan ese misterio central.

No hace mucho una profesora me dijo que sus mejores alumnos consideran que ya no hace falta escribir nada, que ahora puede hacerse todo con números, y que lo que no se puede hacer con números no merece la pena. Me parece natural que ésta sea la opinión de una generación a la que le han hecho creer que la finalidad del aprendizaje es eliminar el misterio. Para tales personas, la literatura puede ser sumamente perturbadora, puesto que el escritor se ocupa del misterio vivido. Se ocupa del misterio último, según lo encontramos encarnado en el mundo concreto de la experiencia sensible».

Este libro de Flannery O´Connor, como igualmente su volumen «El negro artificial» (Encuentro), y sus admirables «Cuentos completos» (Lumen),  además de sus destacadas novelas, retratan el poderoso y a la vez delicado perfil de esta mujer que murió en 1964, a los treinta y nueve años de edad, tras haber convivido con una grave enfermedad en la sangre que le afectó a los huesos de las piernas y la obligó a andar con muletas. Considerada como una de las narradoras norteamericanas más prestigiosas de su generación, disertó muy lúcidamente sobre el aprendizaje de escribir con páginas memorables que han supuesto siempre un luminosflannery-oc2b4connor-4-new-georgia-encyclopediao aliento para muchos creadores.

El próximo mes tendrá lugar en Roma  -del 20 al 22 de abril – un Simposio Internacional sobre su figura, tal como  se anuncia en Scriptor Org .»Hoy no hay palabra que me parezca conveniente para calificar sus cuentos – dijo de ella Katherine Anne Porter -, su estilo particular, su vivisón del mundo, yo sé de su grandeza. Flannery es uno de los mayores talentos de nuestra época». El novelista norteamericano John Hawkes señalaba que «si era aparentemente invulnerable e incluso indiferente a la muerte, Flannery O ´Connor no dejaba de producir la impresión de vivir cada instante de su vida con una intensidad particular. Hoy parece importante subrayar la calurosa jovialidad, la humanidad abierta, acogedora, franca de esa mujer».

Thomas Merton contó cómo Flannery O ´Connor fabricaba una historia: «reunía todos esos elementos disparatados, después los dejaba que emprendieran el vuelo, lentos e inexorables, unos contra otros. Entonces sucedía que la locura urbana, menos fuerte, se venía abajo, débil presa para la locura rural, inexorablemente devorada por un absurdo superior y más primitivo». Pero lo que Merton resalta más de la novelista es que «la clave de los libros de Flannery es probablemente la palabra «respeto». Nunca dejó ella de observar sus ambigüedades y su degradación. Y a través de esa amarga dialéctica de seudoverdades que se han hecho endémicas en nuestro sistema, ha sondeado nuestra propia vida, sus conflictos, sus errores y sus vanidades. ¿No somos acaso otra cosa que una enorme estructura colmada de falsos respetos? Se habla continuamente de respeto, y todavía estamos convencidos de que respetamos algo, pero sabemos demasiado bien que hemos perdido el respeto elemental a nosotros mismos. Y Flannery lo advertía y veía mejor que otros sus consecuencias».

(Imágenes: Flannery O ´Connor.-New Georgia Encyclopedia)

NOCHE DE FANTASÍA

cuentos-hadas-por-alfred-kubin-the-last-kinf1902-foto-courtesy-of-neue-galerie-new-york-the-new-york-times

¿Quién entró delante aquella mañana corriendo, mirando lo que le habían traído,  la imaginación o la fantasía de un niño?. «La fantasía y la  imaginación –recordó Wordsworth – eran dos facultades distintas y plenamente diferentes, en lugar de ser, de acuerdo con la creencia general, o bien dos nombres con un solo signficado o bien, los grados más alto y más bajo de la misma potencia».

1109 bks best7.JPGEntonces, ¿quién se levantó antes de la cama, quién corrió nerviosamente  por el pasillo, quién empujo el primero la puerta para ver los juguetes, para leer los cuentos? ¿Fue la imaginación o fue la  fantasía?

«El Diccionario Palazzi – comentaba  a su vez Fellini – dice lacónica y textualmente de la fantasía: «facultad imaginativa del hombre». Entonces pensé consultar qué decía de la imaginación, pese a que según mi opinión ambas cualidades se diferencian notablemente o, mejor dicho, son dos fases, dos momentos distintos de una misma función. A mí me parece que la imaginación, la imagen, es un producto psíquico, la materia prima del subconsciente, que éste libera y envía a la superficie, de acuerdo con ritmos, temperaturas y exigencias individuales».

Pero entonces, en aquella noche agitada del niño esperando y soñando regalos, ¿ intervino más la fantasía o la imaginación?1109 bks best3.JPG

«El «Palazzi» – proseguía Fellini – añade a la palabra «imaginación» una larga y sugestiva lista de sinónimos, derivados y consanguíneos: fantasía, alucinación, rareza, capricho, concepción, conjetura, contemplación, castillos en el aire, delirio, desvarío, ficción, extravagancia, idea, ilusión, invención, hipótesis, inspiración, espejismo, pensamiento, percepción, presentimiento, extrañeza, suposición, e incluso «antojo».

cuentos-007760-pinocho-1-ilutracion-de-corrado-sarri-1929-revista-imaginaria

¿Luego no sabemos quién se durmió primero, quién soñó más aquella noche, quién se tiró antes de la cama por la mañana y corrió pasillo adelante y, empujando la puerta,  se quedó asombrado ante tantos regalos? ¿Fue la imaginación o fue la fantasía?

«Puede que la fantasía – concluyó Fellini contestando a las cuestiones que le planteaba Enzo Biagi en «Respuestas a grandes preguntas» (Planeta) – sea una especie de limbo, de frontera, de zona, de dimensión propiamente fantástica donde hacemos vivir lo que deseamos. O también, la fantasía es una atmósfera impalpable e indefinible, una gran pantalla en la cual viven y se componen historias, personajes y sueños».

Pero enseguida tuvimos que interrumpir la conversación porque oímos todo el griterio infantil,  y cómo los niños, la fantasía y la imaginación venían corriendo por el pasllo y empezaban a romper febrilmente todos los envoltorios de las cajas.

(Imágenes: Alfred Kubin (1902).-foto Courtesy of Neue Gallerie New York.-The New York Times/Mariko Tamki.-ilustración por Jilliam Tamaki.-foto Tony Cenicola.-The New York Times/ilustración Kazumo Kohara.-foto Tony Cenicola.-The New York Times/ Pinocho.-ilustración de Corrado Sari (1929).-Revista Imaginaria)

VISIÓN DE UN CABALLO

«El verdadero invitado es el caballo – escribe la poetisa y novelista norteamericana Elisabeth Bishop -. Sus arneses cuelgan sueltos como si fueran los tirantes de un hombre; los presentes le dicen cosas agradables; una de sus patas está doblada en dos de una manera inverosímil, con afectada cortesía, y se le ha desnudado la pezuña, pero a él no parece importarle. Los excrementos se amontonan detrás de él, repentina y limpiamente. También él se siente como en casa. Es enorme. Su grupa es como un globo terráqueo marrón y lustroso. Sus orejas son entradas secretas al infierno. Se dice que su testuz tiene el tacto del terciopelo y así es, con manchas de tinta esparcidas bajo el blanco lechoso del pelo y sobre el rosado de la piel. Alrededor de su boca hay restos de espuma reseca de un color verde intenso y translúcido como el cristal. También luce medallas en el pecho, y una en la frente, y ornatos más sencillos…, círculos de celuloide verde y azul superpuestos sobre las correas de cuero. Sobre las sienes lleva unas esferas de cristal transparente, como un globo ocular, que contienen las cabezas de otros caballos (¿sus sueños?), de colores vivos, reales y en relieve, aunque – lástima – intocables, sobre un fondo azul plateado. Sus trofeos cuelgan a su alrededor, y la nube de su olor es en sí misma una cuadriga.

Finalmente, se le frotan con alquitrán las cuatro patas, que brillan, y el animal expresa su satisfacción expeliendo ruidosamente vaho por sus orificios nasales, mientras retrocede entre las varas de su carro».

Esta página, que pertenece a su cuento «En el pueblo», publicado en 1955 en el New Yorker y recogido luego en el volumen «Una locura cotidiana» (Lumen), refleja la importancia que los sentidos tienen para la autora, de la que se dijo que «escribía poemas con la mirada de un pintor».

He hablado en Mi Siglo ,el 24 de enero de 2008,  sobre Elisabeth Bishop y sobre la «literatura de observación», algo tan importante para quienes desean escribir.

El caballo está ahí. Hay que observarlo. Hay que describirlo. Hay que aventurarse hasta llegar a  decir «sus orejas son entradas secretas al infierno«. Hay que observar todos los detalles y a la vez su conjunto. Como si este caballo fuera único y tuviéramos todo el tiempo del mundo para ser breves y precisos transmitiendo nuestra personal  visión.

Luego al caballo se le retiraría del taller de escritura y se le reemplazaría por una manzana, por ejemplo. (Como si fuera la única manzana del mundo). O por los ojos de una mujer. O  por una nube.

Después de la clase veríamos cómo nos vamos acercando poco a poco a ser muy personales en la escritura.

(Imagen: «Cabeza de caballo», de Siqueiros,  (estudio para el Mural «Maclovio Herrera», 1948). -redmexicana,com)

INSOMNIACA

Anoche me acosté y hacia las dos y cuarto comencé a viajar a  la ciudad de Insomniaca,  al norte de Nigeria, esa ciudad que tiene la singular costumbre de no dormir y donde sus habitantes no tienen idea ninguna de lo que es el sueño. Anduve despierto por sus calles, recordé lo que cuenta de ella Arthur John Newman Tremearme en el libro que publicó en Londres en 1913 y advertí, tal como me habían relatado, que allí los extranjeros estamos siempre en grave peligro. Si cualquier viajero intenta adormecerse o entrecerrar los ojos, en el momento en que se queda dormido, es inmediatamente enterrado con gran pompa sin apenas moverlo -sin que él nunca se aperciba  -, pues los indígenas lo decretan muerto. Por eso anduve toda la noche despierto, observando los rostros y los comercios, procurando andar, no me senté en banco ninguno, no me apoyé en ninguna esquina,  anduve y anduve varias horas, quizá hasta las cuatro.  Hacia las cinco menos cuarto, tal vez serían  menos diez,  llegué muy cansado  a la frontera del Silencio, esa otra ciudad de la región de Libia, a orillas del río Zaire, la ciudad de la que habla Poe en uno de sus cuentos,  allí donde aguas malsanas no llegan nunca al mar y se quedan palpitando eternamente bajo el sol en una  ebullición convulsiva. A lo largo de muchos kilómetros, a ambos lados del legamoso lecho del río, se extiende un pálido desierto de gigantescos nenúfares.

La región apesta a causa de una maléfica y sombría selva de flores envenenadas y con una maleza perpetuamente agitada a pesar de la ausencia de viento. Al borde del río se levanta una gran roca gris en la que aparece grabada la palabra Desolación. El país entero está maldito por el silencio. La luna está inmóvil, el rayo no tiene luz, las nubes están suspendidas, las aguas están siempre al mismo nivel y los árboles olvidan balancearse.

Se prueba allí la penosa sensación de quedar sometido a la sordera y reducido al mutismo total.

Hacia las seis de la mañana – tal vez serían las seis y cuarto – volví a Insomniaca procurando no dormirme ni apoyarme en nada. Crucé las calles de nuevo, observé los comercios iluminados y logré salir sin cerrar los ojos, completamente despierto como así había ocurrido en toda la noche,  pasando suavemente la página que estaba leyendo de Alberto Manguel que me estaba guiando por su Breve guía de lugares imaginarios.

(Imágenes:Insomnio.-por Remedios Varo.-redescolar.ilce.edu.mx/ elefante, por Gregory Colbert)

HOFFMAN O LA MÁGICA INVENCIÓN

«El estudiante Anselmo se encontró ante la puerta a las doce en punto. Al llegar dirigió la mirada al grueso llamador de bronce; pero cuando, al sonar la última campanada en el reloj de la iglesia próxima, se disponía a cogerlo para llamar, se encontró con que el rostro metálico le dirigía una mirada aviesa al tiempo que una sonrisa asquerosa. ¡Era el rostro de la vendedora de manzanas de la Puerta Negra! Los dientes afilados castañeaban en la boca fláccida, y al castañear decían: «¡Estúpido…,estúpido…,estúpido…., espera un poco, espera! ¿Por qué has salido, estúpido?» Asustado, el estudiante se echó hacia atrás; quiso coger la jamba de la puerta; pero su mano se agarró al cordón de la campanilla, que sonó repetidas veces de un modo extraño, y en toda la casa el eco repetía : «¡Pronto caerás en cristal!» El estudiante se sintió acometido de un terror que le produjo el frío de la fiebre. El cordón de la campanilla se inclinó hacia abajo, convirtiéndose en una serpiente blanca y transparente que le rodeaba y le oprimía cada vez más fuerte en sus contorsiones, hasta que los miembros tiernos, triturados, se rompieron en pedazos, y de sus venas brotó la sangre, penetrando en el cuerpo transparente de la serpiente y poniéndole a él al rojo vivo.  !¡Mátame, mátame!», quería gritar aterrorizado; pero sólo conseguía articular un sonido ronco. La serpiente levantó la cabeza y dirigió su afilada lengua desde la tierra al pecho de Anselmo, y entonces él sintió un agudísimo dolor en el pulso y perdió el conocimiento. Cuando volvió en sí estaba en su modesta cama, y a su lado el pasante Paulmann, le decía:

Por amor de Dios, querido Anselmo, ¿qué extravagancias son esas?».

No estamos ante el realismo mágico ni ante el moderno itinerario hacia  una  gran experimentación.  Tampoco ante un sueño. Estamos en septiembre de 1813 cuando el escritor – y compositor- alemán Ernst Theodor Amadeus Hoffman escribe su cuento «El puchero de oro «. Lo empezará en septiembre y lo acabará en febrero de 1814. «Una estrella  particular  – dirá E.T.A. Hoffman – reina sobre mí en ciertos momentos importantes y mezcla con la realidad cosas fabulosas, en las que nadie cree, y que a menudo me parecen brotadas de lo más profundo de mí mismo. Pero enseguida adquieren fuera de mí un valor distinto y se convierten en los símbolos místicos de esa categoría de lo maravilloso que, a cada instante, en la vida se ofrece a nuestra mirada». Aquí está la confesión de toda su literatura. «El puchero de oro» transcurre en la ciudad de Dresde y por sus calles el estudiante Anselmo sale a pasear por la Puerta Negra. Todo lo que sucede en ese libro tiene un doble significado: la vieja vendedora de manzanas que maldice al estudiante Anselmo porque le ha tirado su cesta, es una bruja hechicera; las tres doradas serpientes que hablan al estudiante mientras éste se encuentra  tumbado bajo el árbol sauco, son las hijas del archivero Lindhorst; el archivero, a su vez, es una salamandra. En ocasiones las trasmutaciones son tan extrañas que la vieja es simplemente una cafetera o se convierte en el llamador de bronce de la casa del archivero.

¿No estamos, en la primera decada del siglo XlX,  con una audacia literaria total, muy por encima de los aciertos que luego traerán algunas novelas del XX? Hoffman nos dice que si el archivero es una salamandra, su padre es una pluma vieja y su madre una zanahoria despreciable. En este cuento hay hombres que parecen buhos y hombrecillos que son papagayos mientras las mujeres son serpentinas. En Hoffman se integra el mundo irreal dentro de la realidad y se  logra que irrumpa lo insólito en la vida cotidiana. En 1803 se había preguntado en su «Diario«: «¿ Habré nacido para pintor o para músico?». Como ayer comentaba en Mi Siglo al hablar de las «vocaciones múltiples», Hoffman se volcó en la escritura y también en la música. «Cascanueces» y muchas otras de sus obras fueron llevadas  a los  escenarios y transformadas en célebres ballets.

Como él había escrito en «Opiniones del Gato Murr«, «las maravillas mayores acontecen en el interior del hombre, y pueden ser expresadas excelsamente por las palabras, los olores, las formas y los sonidos».

(Imágenes: «Cascanueces», ballet basado en un cuento de Hoffman, música de Tchaikovsky.-petersburgo.info/ retrato de E.T.A. Hoffman)

EPIFANÍAS

Cuando Greta Conroy (Anjelica Huston) se detiene en lo alto de la escalera al fin de la velada en la casa de los Morkan no se da cuenta de que su marido la está mirando. «Gabriel no había salido a la puerta con los demás – escribe Joyce en su cuento «Los muertos«, del volumen «Dublineses» -. Se quedó en la oscuridad del zaguán mirando a la escalera. Había una mujer parada en lo alto del primer descansillo, en las sombras también. No podía verle a ella la cara, pero podía ver retazos del vestido, color terracota y salmón, que la oscuridad hacía parecer blanco y negro. Era su mujer. Se apoyaba en la barandilla, oyendo algo. Gabriel se sorprendió de su inmovilidad y aguzó el oído para oir él también. Pero no podía oir más que el ruido de las risas y de la discusión del portal, unos pocos acordes del piano y las notas de una canción cantada por un hombre.
Se quedó inmóvil en el zaguán sombrío, tratando de captar la canción que cantaba aquella voz y escudriñando a su mujer. Había misterio y gracia en su pose, como si fuera ella el símbolo de algo. Se preguntó de qué podía ser símbolo una mujer de pie en una escalera oyendo una melodía lejana. Si fuera pintor la pintaría en esa misma posición. El sombrero de fieltro azul destacaría el bronce de su pelo recortado en la sombra, y los fragmentos oscuros de su traje pondrían las partes claras de relieve. Lejana melodía llamaría él al cuadro si fuera pintor«.

La escena fue filmada por John Huston desde una silla de ruedas y asistido con una máscara de oxígeno a causa de su salud. «Estoy adaptando un cuento de Joyce – declaró – que tenía pensado llevar al cine desde hace treinta años, pero con tantos filmes que he tenido que hacer para poder pagar a mis ex-mujeres y mis médicos, hasta ahora no ha sido posible».

Esa melancólica melodía lejana, «La joven de Aughrim«, que Greta escucha entre recuerdos en lo alto de la escalera (y principalmente todo lo que la envuelve y la hace inexpresable), intenta ser en Joyce una mini-epifanía, es decir, una visión momentánea, ese instante de misterio que se revela sobre nosotros y que manifiesta el secreto último de las cosas. » Por epifanía – explicó Joyce en otra de sus obras – entiendo una manifestación espiritual repentina, ya sea en la vulgaridad del habla o del gesto o en una frase memorable de la mente. Creía que era propio del hombre de letras registrar esas epifanías con extremo cuidado, considerando que son los momentos más delicados y evanescentes».
En «Dublineses«, en el «Retrato del artista adolescente» y en otros libros, Joyce aspira, por tanto, a revelar esas percepciones de la gracia y esas intuiciones de inmortalidad.
Después, Greta Conroy seguirá bajando la escalera. La epifanía se disuelve y la parálisis de Dublín, con sus calles y sus vidas, parece continuar. Las conversaciones entre Greta y su marido evocando aquel primer amor de juventud que tuvo ella y cuyo desenlace aún le persigue serán envueltos por la musicalidad de la nieve. «Caía nieve en cada zona de la oscura planicie central y en las colinas calvas, caía suave sobre el mégano de Allen, y más al Oeste, suave caía sobre las sombrías, sediciosas aguas de Shannon.(…) Reposaba, espesa, al azar, sobre una cruz corva y sobre una losa, sobre las lanzas de la cancela y sobre las espinas yermas. Su alma caía lenta en la duermevela al oir caer la nieve leve sobre el universo y caer leve la nieve, como el descenso de su último ocaso, sobre todos los vivos y sobre los muertos».

HABLAR COMO LA LLUVIA


Tenía una voz excepcionalmente grave y oscura, fantasmal, fuerte, irreal. Su acento en danés era casi arcaico, con las vocales abiertas y arrastradas del «viejo Copenhage«. Tenía una idea fija de lo que debía ser un cuento de Isak Dinesen, o una conversación, o una entrevista. Para un pequeño círculo de admiradores Karen Blixen se había convertido en el Viejo Marino, protagonista del famoso poema de Coleridge. Uno de sus invitados solía «darle pie» para que comenzara un cuento, y ella empezaba con su repertorio de gran dama, capaz de seguir y seguir sin una sola pausa y sin preocuparse de ponerse a la altura del que escuchaba. Otro de sus íntimos amigos decía estar dispuesto a echar una moneda a su contador y escuchar. A veces había en sus ojos una concentración total que casi asustaba, la mirada abstraída, en trance, viviendo totalmente en otro espacio y tiempo. Su hablar conpulsivo reflejaba su estado exaltado, estado de ensoñación, no plenamente consciente de dónde se encontraba.
Hablaba como la lluvia.
Convocaba a sus veladas a invitados imaginarios: a Shelley, a la emperatriz de China, a San Francisco.
Sí, hablaba como la lluvia.
En ocasiones era tan realista, tan abnegada y llena de recursos como la diosa china de la compasión y de la astucia femenina.
«Detesto la literatura – dijo -, y en especial la moderna. Leo con el apetito de una muchacha que piensa que va a encontrar el Príncipe Encantador en los libros».
A quien le entrevistó para The Paris Review (El Aleph), le dijo:
En África ya había aprendido a contar cuentos. Porque, ¿sabe?, tenía al público perfecto. Los blancos ya no escuchan los cuentos recitados. Se mueven inquietos o se quedan adormilados. Pero los nativos siguen teniendo oído. Les explicaba historias todo el tiempo, de todo tipo. Y toda clase de tonterías. Les decía: «Había una vez un hombre que tenía un elefante con dos cabezas…» y enseguida tenían ganas de escuchar más. «¿Ah? Sí, pero memsahib, ¿cómo lo encontró?, y ¿cómo lograba alimentarlo?» o cualquier otra cosa. Les encantaban esas invenciones. Deleitaba a mi gente de allí hablando en verso para ellos; no tienen rima, ¿sabe?, no la habían descubierto. Yo decía cosas como: «Wakamba na kula mamba» («La tribu wakamba come serpientes»), que en prosa les habría enfurecido, pero que les divertía enormemente en verso. Y después me decían: «Por favor, memsahib, habla como la lluvia», así que entonces sabía que les había gustado, ya que la lluvia allí era algo muy valioso.
Estos son los cuentos de Isak Dinesen, cuentos góticos y cuentos últimos, cuentos barrocos y cuentos sorprendentes. Caen intermitentemente, palabra a palabra, y caen con la finura de la literatura oral, abren el espacio de los oyentes y dejan en el campo de la atención el olor de la lluvia.