
El calor se asocia psíquicamente a la luz — recuerda John Chevalier en su “Diccionario de símbolos”-, como el amor al conocimiento intuitivo o la vida orgánica a la actividad del espíritu. Plutarco recuerda que el calor y la luz son puestos en movimiento por el sol, como la sangre y la respiración, principios vitales e intelectuales, por el corazón. El calor se identifica en otro plano con la cólera de las iniciaciones guerreras. En la antigua China, el fuego y el calor están asociados al tema de la sequedad y de la obtención de lluvia, así como suele identificarse de algún modo con el color rojo. La característica de lo rojo expresa también la sequedad. Es literalmente “el fuego del hombre”, que es lo que se revela en la expresión de la cólera.”
(Imagen- pintura norteamericana del siglo XX)
Saludos, Julio, el hombre se vuelve seco, pero no por eso es un fuego, que devora y arrasa, como el fuego. Si fuéramos, ese fuego interno, que consume, pero no logra devorar a otros, sino a uno mismo. El fuego interno, que desea devorar, pero no consumir, como ocurre; en California, Gracia y Turquía. Seríamos, en esencia una fogata interminable, que arrasa, los confines de la vida. Perdona, Julio, esto me hizo divagar y estar en el fuero interno de mi corazón. Gracias por esta entrada, Julio, que hacen pensar y meditar.
Juan,
Te agradezco mucho tu comentario. El fuego de las pasiones de todo hombre deja paso,,al cabo de los años, a una serenidad. Pero cada uno lleva dentro su fuego personal, sea artístico,o espiritual. Hay que mantener vivo ese fuego.
Saludos.