
Aconsejaba Umberto Eco que para escribir “ es necesario un ordenador, que es una máquina inteligente que piensa por ti, y para muchos sería una ventaja. Basta un programa de pocas líneas, lo sabe hacer hasta un niño. Luego se le introduce al ordenador el contenido de algunos centenares de novelas, obras científicas y muchos listines telefónicos( utilísimos para los nombres de los personajes). Digamos unas ciento veinte mil paginas. Después, con otro programa, se mezclan todos esos textos al azar, con algún que otro ajuste, por ejemplo, eliminando todas las aes. Así, además de una novela tenemos un lipograma. Entonces se le da a imprimir y se imprime. Al haber eliminado las aes salen algo menos de ciento veinte mil páginas. Después de haberlas leído atentamente, más de una vez, subrayando los pasajes más significativos , se cargan en un camión y se llevan a una. Incineradora. A continuación, nos sentamos bajo un árbol, con un carboncillo y papel de dibujo, y dejando que la mente vague, se escriben dos líneas, por ejemplo: “La luna está alta en el cielo — el bosque susurra”. Quizá no sale una novela enseguida, sino un “haikú” japonés, pero lo importante es empezar.”
(Imagen—Juan Gris— la mesa— 1914–Philadelphia museum)